Luego sus pasos dieron la vuelta al coche y se quedo mirando el cuerpo de Rakel desde el otro lado.

– De esta ya no tengo que preocuparme. Menos mal. Podria haberse convertido en una amenaza.

Despues se puso en pie de repente. Isabel oyo sirenas. Los reflejos azules en las piernas del hombre lo obligaron a retroceder unos pasos.

Y los ojos de Isabel se cerraron.

Capitulo 32

El tufo a goma quemada iba haciendose mas penetrante, asi que se metio en un area de descanso justo antes de Roskilde. Despues de separar de la rueda el guardabarros delantero derecho danado, dio unos pasos en torno al coche para evaluar el alcance de los danos. No estaba intacto, por supuesto, pero aun asi se quedo asombrado de lo poco que se apreciaban a simple vista las consecuencias de las embestidas.

Cuando las cosas se calmaran tendria que ocuparse de la carroceria. Habia que borrar las huellas, todas las huellas. Con un mecanico de Kiel o Ystad, lo que le viniera mejor.

Prendio un cigarrillo y leyo la carta que habia en el saco.

Este solia ser el momento especial que esperaba siempre. Estar en alguna parte, a oscuras, con coches que pasaban zumbando al lado, y saber que una vez mas habia hecho lo que debia hacer. Coger el dinero del saco, ir a la caseta de botes y terminar el trabajo.

Pero aquella vez no se sentia asi. Aun permanecia en el la sensacion de estar en la carretera junto a la via ferrea y mirar dentro del saco con la carta y su propia ropa.

Lo habian enganado. El dinero no estaba, no era una buena noticia.

Vio ante si el Ford Mondeo destrozado y penso que menos mal que la campesina santurrona se habia llevado su merecido, pero la cuestion de Isabel era una espina clavada.

Los acontecimientos se habian desarrollado asi por su propia culpa desde el principio. Si hubiera seguido su instinto, Isabel tambien habria muerto cuando lo desenmascaro en Viborg.

Pero ?quien podia sospechar que hubiera una relacion entre Rakel e Isabel? Porque habia bastante distancia entre Frederiks y la casita adosada de Isabel en Viborg. ?Que carajo habia pasado por alto?

Dio una intensa calada al cigarrillo y aguanto cuanto pudo el humo en los pulmones. Nada de dinero, y todo por errores estupidos. Estupidos errores y coincidencias que senalaban una direccion: Isabel. En aquel momento no sabia ni si estaba muerta. Si hubiera tenido diez segundos mas junto al puto coche, le habria destrozado la nuca con el gato.

Entonces habria estado seguro.

Ahora esperaba que la naturaleza siguiera su curso. El accidente habia sido muy violento. El Mondeo se habia precipitado contra un arbol, y despues dio por lo menos diez vueltas de campana. El chirriante sonido de metal retorcido contra el suelo todavia se oia cuando salio del Mercedes. ?Como iban a poder sobrevivir?

Se llevo la mano a los palpitantes musculos del cuello. Putas brujas. ?Por que no habian seguido sus instrucciones?

Catapulto con los dedos la colilla hacia un seto, abrio la puerta del copiloto y se sento en el asiento, cogio de un tiron el saco y extrajo su contenido.

El candado y el herraje del granero de Ferslev. Ropa suya sacada del armario y la carta. Eso era todo.

Volvio a leerla. Habia que reaccionar con energia, sin duda. Quienes habian escrito la carta sabian demasiado, y ya esta.

Pero se habian sentido seguras, y ese fue su error. Convencidas de que las tornas habian cambiado y de que ahora eran ellas quienes lo presionaban. En ese momento estarian muertas, casi seguro, claro que tendria que comprobarlo.

Asi que ahora solo podian ser una amenaza el marido, Joshua, y tal vez el hermano de Isabel, el poli.

Tal vez. Una expresion odiosa.

Por un instante sopeso la situacion, mientras la luz de las lamparas halogenas del flujo de coches de la autopista iluminaba a rafagas los servicios del area de descanso.

No temia que los coches patrulla lo siguieran. Para cuando llegaron, el estaba ya a cientos de metros del lugar del accidente, y aunque antes de alcanzar la autopista se cruzo con un par de ellos con las luces y sirenas encendidas, nadie se intereso por un solitario Mercedes circulando a paso de tortuga.

Desde luego que encontrarian huellas de choques en el coche de Isabel, pero ?de quien? ?Como iban a poder encontrarlo?

No, ahora debia ocuparse ante todo del marido de Rakel, el Joshua aquel, y despues conseguir la pasta. Y, ademas, debia borrar toda huella que pudiera poner a sus perseguidores sobre su pista. Tendria que volver a edificar su negocio partiendo de cero.

Dio un suspiro. Habia sido un mal ano.

Se habia propuesto dar diez golpes mas como aquel antes de retirarse. Y habia trabajado bien. Los millones de los primeros anos los empleo con prudencia y dieron mucho de si, pero luego vino la crisis financiera y su cartera de valores se hizo anicos.

Hasta un secuestrador y asesino estaba sometido a los mecanismos del libre mercado, y ahora iba a tener que empezar casi de cero.

Hostias, mascullo cuando lo asalto otra posibilidad.

Si su hermana no recibia su dinero como siempre, iba a tener otro problema mas. Habia viejos asuntos de la infancia que podia remover. Nombres que no debian salir.

Habia que contar con ello.

Cuando regreso a casa del orfanato, su madre ya tenia otro marido, que el mas anciano de la comunidad habia elegido entre los viudos. Deshollinador, con dos chicas de la edad de Eva; «un hombre gallardo», dijo el nuevo pastor sin dejarse cegar por la realidad.

Al principio su padrastro no lo pegaba, pero cuando su madre reducia la dosis de somniferos y lo complacia en la cama, su temperamento ampliaba su campo de accion.

«Que el Senor alce su rostro hacia ti y la paz sea contigo.» Siempre terminaba con esas palabras tras haber dado una paliza a sus hijas, y eran palabras frecuentes. Si una de ellas ofendia la palabra del Senor, que aquel payaso estaba convencido de tener el derecho exclusivo de interpretar, castigaba a su propia descendencia. Por regla general, nunca eran ellas las que hacian algo malo, sino su hermanastro. A lo mejor se le olvidaba decir amen, a lo mejor sonreia un poco mientras rezaban antes de comer. Raras veces iba mas alla. Pero el padrastro no se atrevia a tocar a aquel chico grande y fuerte. Su fisico no le daba para tanto.

Luego venia el remordimiento, y era casi lo peor. Su padre nunca se habia preocupado por eso, siempre sabias a que atenerte. Y su padrastro acariciaba las mejillas de sus hijas y les pedia perdon por su irascibilidad y por su hermanastro malo. Entonces entraba a su despacho, se ponia la Capa de Dios, que es como llamaba su padre a sus vestiduras sacerdotales, y pedia a Dios que protegiera a aquellas ninas vulnerables e inocentes, como si fueran unos angelitos.

En cuanto a Eva, nunca se dignaba dirigirle la palabra. Aborrecia aquellos ojos ciegos, blancos y brillantes, y ella se daba cuenta.

Ninguno de los ninos lo entendia. No entendian por que tenia que castigar a sus propias hijas, y menos aun cuando era al hijastro a quien odiaba y a la hijastra a quien despreciaba. Tampoco entendia nadie por que su madre no intervenia, y por que podia mostrarse Dios tan malvado y tan escandalosamente injusto mediante los actos de aquel hombre.

Durante una epoca Eva defendio a su padrastro, pero dejo de hacerlo cuando las marcas de golpes de sus hermanastras se hicieron tan ostensibles que las sentia en su propia piel.

Su hermano daba tiempo al tiempo. Estaba acumulando fuerzas para la rebelion final, que iba a llegar cuando menos lo esperasen.

Entonces eran cuatro ninos, marido y mujer. Ahora solo quedaban Eva y el.

Saco de la guantera la carpeta de plastico con la informacion sobre la familia, y enseguida encontro el

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