numero del movil de Joshua.
Iba a llamarlo y confrontarlo con la realidad. Que su mujer y su complice estaban neutralizadas, y que ahora les tocaba a sus hijos, a no ser que entregara el dinero en otro lugar antes de veinticuatro horas. Iba a decirle a Joshua que era hombre muerto si habia hablado del secuestro con alguien, ademas de Isabel.
No le costaba imaginar el rostro rubicundo de aquel tipo bonachon. El hombre se desmoronaria y cederia.
Eso era lo que le decia la experiencia.
Marco el numero y espero lo que parecio una eternidad hasta que respondieron.
– ?Si…? ?Diga…? -oyo decir a una voz que no relacionaba con la de Joshua.
– ?Puedo hablar con Joshua? -pregunto, mientras una serie de conos de luz barrian tras el el edificio del area de descanso.
– ?Con quien hablo? -quiso saber la voz.
– ?No es ese el movil de Joshua? -pregunto el.
– No, no lo es. Ha debido de equivocarse de numero.
Miro su movil. El numero era el correcto. ?Que habia pasado?
Entonces cayo en la cuenta. ?El nombre!
– Ah, claro, perdone. He dicho Joshua porque asi es como lo llamamos todos, pero se llama Jens Krogh. Perdone, se me habia olvidado. ?Puedo hablar con el?
Se quedo en silencio mirando al frente. El hombre al otro lado de la linea no hablaba. Mala senal. ?Quien cono seria?
– Ya veo -dijo la voz, por fin-. ?Con quien hablo, entonces?
– Con su cunado -reacciono con rapidez-. ?Puedo hablar con el?
– No, lo siento. Esta usted hablando con el agente Leif Sindal, de la Policia de Roskilde. Dice usted que es su cunado. ?Como se llama?
?La Policia? ?Los habia llamado aquel imbecil? ?Es que se habia vuelto loco de atar?
– ?La Policia? ?Le ha pasado algo a Joshua?
– No puedo decirle nada si no me da su nombre.
Algo marchaba mal. ?Que seria esta vez?
– Soy Soren Gormsen -informo. Era la regla de oro. Dar siempre un nombre especial a la Policia. Se lo creen. Saben que pueden comprobarlo.
– Bien -fue la respuesta-. ?Puede describirnos a su cunado, Soren Gormsen?
– Claro que puedo. Es un hombre grande. Casi calvo, cincuenta y ocho anos, siempre lleva puesto un chaleco verde oliva y…
– Soren Gormsen -lo interrumpio el policia-. Nos han llamado porque han encontrado a Jens Krogh muerto en un vagon de tren. Tenemos al cardiologo aqui al lado, y siento comunicarle que su cunado ha fallecido.
Dejo que la palabra «fallecido» resonara un momento antes de formular la pregunta.
– Oh, no, eso es terrible. ?Que ha ocurrido?
– No lo sabemos. Segun otro pasajero, se desplomo de repente.
?Sera una trampa?, penso.
– ?Adonde van a llevarlo? -pregunto.
Oyo que el policia y el medico hablaban en un segundo plano.
– Va a venir una ambulancia a por el. Todo parece indicar que habra que hacer una autopsia.
– Entonces, ?van a llevar a Joshua al hospital de Roskilde?
– Si, bajaremos del tren en Roskilde.
Dio las gracias, se disculpo y salio del coche para limpiar las huellas del movil y arrojarlo a un seto. Si se trataba de una trampa, no iban a cazarlo siguiendo la pista del telefono.
– Eh -oyo por detras. Dio la vuelta y vio a dos hombres saliendo del coche que acababa de aparcar. Matricula de Lituania, ropa de deporte desgastada y unos rostros demacrados que no le deseaban nada bueno.
Fueron directos hacia el. El proposito era claro: en un visto y no visto lo derribarian y le vaciarian los bolsillos; era evidente que vivian de eso.
Alzo la mano en senal de aviso y senalo el movil de su mano.
– ?Toma! -grito, arrojandolo con fuerza contra uno de los hombres mientras saltaba en diagonal y daba una patada en la entrepierna al otro, de modo que su cuerpo huesudo cayo al suelo gimiendo y solto la navaja de muelle.
En menos de dos segundos asio la navaja, asesto dos cuchilladas en el vientre al hombre tumbado y una en el costado al otro.
Despues recogio su telefono movil y lo arrojo junto con la navaja tan lejos como pudo, entre los matorrales.
La vida le habia ensenado a golpear primero.
Abandono a su suerte a aquellos dos engendros sanguinolentos y tecleo la estacion de Roskilde en el GPS.
Se pondria alli en ocho minutos.
La ambulancia llevaba cierto tiempo parada cuando aparecieron con la camilla. Se puso a la cola de miradas curiosas dirigidas al contorno del cuerpo de Joshua, cubierto por una manta. Cuando vio al policia de uniforme que abria paso a la camilla con el abrigo y la bolsa de Joshua en brazos, estuvo seguro.
Joshua habia muerto. El dinero se habia esfumado.
– ?Mierda puta! -Estuvo jurando sin parar mientras dirigia el rumbo del Mercedes hacia Ferslev, donde habia tenido su domicilio-tapadera durante anos. Su direccion, su nombre, su furgoneta, todo cuanto le proporcionaba seguridad, estaba unido a aquella casa. Y ahora se habia terminado. Isabel tenia la matricula de la furgoneta y se la habia pasado a su hermano, y el dueno del coche estaba vinculado a la casa. Ya no era un domicilio seguro.
Cuando llego al pueblo y se dirigio a traves de los arboles hasta la pequena propiedad rural, la zona estaba en calma. Hacia un rato que la pequena comunidad habia llegado al estado de sopor al que invitaba la pantalla del televisor. Solo el edificio principal de una granja situada mas alla de los sembrados tenia un par de ventanas iluminadas. De modo que la voz de alarma la darian desde alli.
Comprobo que Rakel e Isabel se habian colado en el garaje y en la casa, echo un vistazo a todo y puso aparte algunos objetos. Cosas que pudieran resistir al incendio. Un espejito, una caja de costura, el botiquin de primeros auxilios.
Luego saco la furgoneta del granero anexo, fue marcha atras hacia el otro lado de la casa y embistio con fuerza contra el gran ventanal de la sala, desde donde habia buenas vistas hacia los descampados.
El ruido de cristales rotos hizo que un par de pajaros alzaran el vuelo asustados, pero eso fue todo.
Entonces dio la vuelta a la casa y entro con la linterna encendida. Perfecto, penso cuando vio la furgoneta con las ruedas traseras deshinchadas y la parte delantera plantada sobre el parque del suelo. Camino sobre los cristales rotos, abrio la puerta del maletero, cogio el bidon de reserva y esparcio la gasolina desde la sala hasta la cocina, sobre el suelo del pasillo y en la primera planta.
Despues desenrosco la tapa del deposito de la furgoneta, arranco un pedazo de cortina, empapo la mitad en la gasolina del suelo y metio el otro extremo en la entrada al deposito.
Se quedo un rato en el patio exterior y miro alrededor antes de dar fuego al resto de la cortina y lanzarlo al charco de gasolina del pasillo, que llegaba hasta las bombonas de gas.
El Mercedes iba ya a toda velocidad por la carretera cuando el deposito de gasolina de la furgoneta exploto con un enorme estruendo. Pasado minuto y medio llego el turno de las bombonas de gas. Parecia que el tejado se elevaba, de lo violenta que fue la explosion.
Tras pasar por el centro de la ciudad y volver a divisar los descampados, paro en el arcen y miro atras.
Como una hoguera de San Juan chisporroteando hacia el cielo, la casa ardia con estruendo tras los arboles. Se veia ya desde leguas de distancia. Dentro de poco las llamas llegarian hasta los arboles y todo arderia.
Por ese lado no tenia ya nada que temer.
Cuando llegaran los bomberos estimarian que no podia salvarse nada.
Dirian que habia sido una broma pesada.
Era lo que solian decir los campesinos.