Triste consuelo. Ademas, tenia que cuidar de que el chaval fuera a clase dos anos mas.

– Arriba ese animo, hombre -salmodio el muchacho camino del cobertizo de las bicis.

Era mas facil decirlo que hacerlo.

– ?Es el caso Lynggaard el que te tiene agobiado, Carl? -le pregunto Morten mientras recogia botellas. Nunca bajaba a dormir hasta que la cocina estaba reluciente. Conocia sus limitaciones. A la manana siguiente iba a tener la cabeza tan grande e hinchada como el ego del primer ministro. Si habia que hacer algo, habia que hacerlo ahora.

– Mas que nada pienso en Hardy, no tanto en el caso Lynggaard. Las pistas no llevan a ninguna parte, y a nadie le interesa un carajo. Tampoco a mi.

– Pero el caso Lynggaard esta explicado ya, ?no? -replico Morten con voz gangosa-. Debio de ahogarse. ?Hay algo mas que decir al respecto?

– Hmm, ?tu crees? Pero me pregunto por que se ahogo. No habia tormenta, no habia olas, estaba aparentemente sana. No tenia problemas de dinero, era guapa, iba camino de hacer una gran carrera. Puede que estuviera algo sola, pero ya llegaria el momento en que se ocupara de esa cuestion.

Sacudio la cabeza. ?A quien queria enganar? Por supuesto que le interesaba el caso. Todos los casos en los que las preguntas se amontonaban como en aquel le interesaban.

Encendio un cigarrillo y agarro una lata de cerveza que algun invitado habia abierto y dejado sin beber. Estaba algo tibia y floja.

– Lo que mas me irrita es que fuera tan lista. Siempre hay dificultades cuando la victima es tan inteligente como ella. No tenia razon alguna para suicidarse, tal como lo veo yo. No tenia enemigos conocidos, su hermano la adoraba. Entonces, ?por que desaparecio? Tu, por ejemplo, Morten Holland, ?saltarias al agua en esa situacion?

Morten miro a Carl con los ojos enrojecidos.

– Fue un accidente, Carl. ?No te has mareado nunca al mirar desde la borda las olas mas abajo? Y si de todas formas fue asesinada, entonces fue su hermano o si no algo politico, en mi opinion. Una futura lider de los Democratas que estaba tan buena como ella ?no tenia enemigos?

Asintio pesadamente con la cabeza y casi no pudo levantarla.

– Todos la odiaban, ?no lo ves? Los que habian quedado atras en su propio partido. Y los partidos del Gobierno. ?Crees que el primer ministro y todos sus tiparracos estaban contentos de ver a aquel bollito actuar ante las camaras de la tele? Tu mismo lo has dicho: no tenia ni un pelo de tonta.

Escurrio la bayeta y la colgo del grifo del fregadero.

– Todos sabian que seria ella quien iba a representar a la coalicion de la oposicion en las proximas elecciones. Atraia mogollon de votos -dijo, escupiendo en el fregadero-. Bueno, la proxima vez no voy a beber el retsina de Sysser. ?Donde cono compra ese brebaje? Se te queda la garganta como un estropajo.

En el patio circular Carl se encontro con varios colegas que volvian a casa. Junto a la pared del fondo, tras las columnas, estaba Bak conversando seriamente con uno de sus hombres. Lo miraron como si los hubiera escupido e insultado.

– Reunion de majaderos -dejo que resonara en el portico mientras les daba la espalda.

La explicacion se la dio Bente Hansen, una agente de su antiguo grupo que se encontro en el vestibulo.

– Tenias razon, Carl. Han encontrado la media oreja en la cisterna del retrete del piso de la testigo. Enhorabuena, viejo.

Bien. O sea que algo estaba pasando en el caso del ciclista asesinado.

– Bak y su gente han estado en el Hospital Central para que la testigo soltara todo lo que sabia -continuo la policia-. Pero no han sacado nada en limpio. Esta aterrorizada.

– Entonces, no es con ella con quien tienen que hablar.

– Probablemente, no. Pero ?con quien, si no?

– ?En que situacion te suicidarias tu? ?Si estuvieras bajo una presion enorme, o si fuera lo unico que podia salvar a tus hijas? En mi opinion tiene que ver con las hijas, de una u otra forma.

– Sus hijas no saben nada.

– Seguramente no. Pero tal vez sepa algo la madre de la mujer.

Miro hacia las lamparas de bronce del techo. Quiza debiera pedir permiso para intercambiar los casos con Bak. Seguro que mas de uno se echaria a temblar en el colosal edificio.

– Llevo mucho tiempo dandole vueltas a la cabeza, Carl. Creo que tenemos que continuar con el caso, o sea.

Assad ya le habia puesto delante una taza de cafe humeante. Junto a los expedientes habia un par de pasteles sobre una bolsa de papel. Era evidente que trataba de congraciarse con el. Por lo menos, habia ordenado el despacho de Carl y varios informes del caso estaban alineados sobre su escritorio, casi como si hubiera que leerlos en un orden determinado. Debia de llevar alli desde las seis de la manana.

– ?Que es eso que me has preparado?-pregunto Carl, senalando los papeles.

– Si, ahi hay un extracto de la cuenta del banco que te dice cuanto dinero saco Merete Lynggaard durante las ultimas semanas. Pero no hay nada de ninguna cena en un restaurante.

– Le pagarian la cena, Assad. Es habitual que a las mujeres guapas les salgan las cenas gratis.

– Claro. Que lista. Hizo que pagara alguien. Seguramente un politico o un tio.

– Posiblemente, pero no va a ser facil saber quien.

– Si, ya lo se, Carl. Fue hace cinco anos -prosiguio, poniendo el dedo en el otro folio-. Aqui hay una lista de las cosas que se llevo la policia de su casa. No veo ninguna agenda como la que describio la nueva secretaria. Pero puede que haya una agenda en el Parlamento donde ponga con quien iba a cenar, entonces.

– Seguramente llevaria la agenda en el bolso, Assad. Y el bolso desaparecio junto con ella, ?verdad?

Assad asintio en silencio, algo irritado.

– Pero Carl… Entonces podriamos preguntarselo a su secretaria. Hay un replicado de su declaracion. En su momento no dijo nada de que Merete hubiera estado cenando con nadie. O sea que creo que habria que preguntarle otra vez.

– ?Se dice duplicado! Pero eso fue hace cinco anos, Assad. Si no pudo recordar nada importante cuando la interrogaron entonces, tampoco lo recordara ahora.

– ?Vale! Pero declaro que recordaba que Merete Lynggaard recibio un telegrama de San Valentin, pero que le llego algo mas tarde. Una cosa asi se puede investigar, ?no?

– Ese telegrama ya no existe, y no tenemos la fecha exacta. Va a ser dificil, ni siquiera sabemos que compania lo entrego.

– Lo entrego, o sea, TelegramsOnline.

Carl lo miro. Aquel tio ?tendria madera? Era dificil de creer viendolo con aquellos guantes de goma verdes.

– ?Como sabes eso, Assad?

– Mira -le mostro su ayudante, senalando el duplicado de la declaracion-. La secretaria recordaba que en el telegrama ponia Love & Kisses for Merete, y que tambien habia dos labios. Dos labios rojos.

– ?Y…?

– Pues que entonces es un telegrama de TelegramsOnline. Imprimen el nombre en el telegrama. Y llevan los dos labios rojos.

– Ensenamelo.

Assad apreto la barra espaciadora del ordenador de Carl, y en la pantalla aparecio la pagina web de TelegramsOnline. Si, alli estaba el telegrama. Exactamente como decia Assad.

– Bien. ?Y estas seguro de que es la unica empresa que hace telegramas asi?

– Completamente.

– Pero sigues sin tener la fecha, Assad. ?Es de antes o de despues del dia de San Valentin? ?Y quien lo encargo?

– Podemos preguntar a la empresa si tienen registrado cuando entregan telegramas en el palacio de Christiansborg.

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