que viene los titulares van a decir que has sometido a maltrato psicologico a una persona retardada. Te das cuenta de lo que puede inventar la prensa si Uffe Lynggaard muere, ?verdad?
Senalo el interior de la revista. Habia un articulo con una foto de Carl enfadado que un fotografo le habia hecho unos anos antes. Carl recordaba perfectamente como expulso a patadas a la prensa de la zona acordonada en torno al lugar del crimen, y lo furiosos que se pusieron los periodistas.
– Te lo pregunto de nuevo: ?que hacemos contigo, Carl?
Carl cogio la revista y ojeo cabreado el contenido del texto inserto entre los colorines de la pagina. Aquellos periodistas chismosos eran unos descastados, especialistas en arrastrar a un hombre por el fango.
– No he hecho ninguna declaracion acerca de ese caso a nadie de Gossip -aseguro-. Lo unico que dije fue que habria dado mi vida por Hardy y Anker, nada mas. No les hagas caso, Marcus, o pon a trabajar a uno de los abogados.
Alejo la revista de un empujon y se levanto. Lo que habia dicho no era mas que la pura verdad. ?Que carajo pensaba hacer Marcus ante aquello? ?Despedirlo, tal vez? Conseguiria sin duda unos buenos titulares.
Su jefe lo miro resignado.
– Han llamado del magacin policiaco
– Vale -dijo Carl. Seguramente al jefe no le quedo otra opcion.
– Me han preguntado si habia algo de cierto en el articulo de Gossip acerca de ti y el tiroteo de Amager.
– Vaya. Me gustaria saber que les has respondido.
– Les he dicho que todo eso eran chorradas sin fundamento.
– Bien, de acuerdo -aprobo Carl, asintiendo energicamente con la cabeza-. ?Tu tambien lo crees?
– Carl, escucha. Llevas mucho tiempo en el cuerpo. ?Cuantas veces han acorralado a un companero tuyo? Piensa en la primera vez que andabas de patrulla nocturna en Randers o dondequiera que fuese y de repente te topaste con una cuadrilla de palurdos borrachos a los que no les gustaba tu uniforme. ?Recuerdas la sensacion? Y con los anos se producen de vez en cuando situaciones mil veces peores que esa. Me ha pasado a mi, les ha pasado a Lars Bjorn y a Bak, y a un monton de viejos companeros que hoy en dia se dedican a otras cosas. Peligro para sus vidas. Con hachas y martillos, barras metalicas, cuchillos, botellas de cerveza rotas, escopetas de caza y otras armas de fuego. ?Y quien sabe hasta cuando se puede aguantar y cuando no se puede mas? Es imposible saberlo, ?no? Todos nosotros las hemos pasado putas alguna vez. Si no, no eres un policia como es debido, ?verdad? A veces tenemos que ir hasta donde cubre, es nuestro trabajo.
Carl asintio en silencio y noto que sentia la presion del pecho de otra manera.
– ?Cual es la conclusion de todo eso, jefe? -pregunto, senalando el semanario-. ?Cual es tu opinion? ?Que piensas de eso?
El jefe de Homicidios miro a Carl con sosiego, y sin decir ni una palabra abrio la ventana que daba al Tivoli, se inclino hacia delante, cogio la revista e hizo como que se limpiaba el culo con ella, se volvio hacia la ventana y la arrojo a la calle.
Imposible decirlo mas claramente.
Carl sonrio para si. Un transeunte iba a conseguir un programa de la tele gratis.
Asintio con la cabeza a su jefe. Habia sido de lo mas conmovedor.
– Estoy a punto de aportar mas informacion sobre el caso Lynggaard -declaro en justa correspondencia, y se quedo esperando a que le dijeran que podia irse.
El jefe de Homicidios movio la cabeza arriba y abajo en reconocimiento. Era en esa clase de situaciones cuando se veia por que era tan apreciado y por que habia podido conservar a su encantadora mujer durante mas de treinta anos.
– Y Carl, recuerda que sigues sin haberte apuntado al cursillo de promocion -anadio-. Quiero que lo hagas antes de pasado manana, ?entendido?
Carl asintio con la cabeza, pero aquello no significaba nada. Si el jefe insistia en la formacion complementaria, tendria que darse una vuelta por el sindicato.
Los cuatro minutos que duro el trayecto desde el despacho del jefe de Homicidios hasta el sotano fueron un tormento de miradas burlonas y actitudes de reprobacion. Eres una verguenza para nosotros, decian algunas de las miradas; que os den, penso el. Mejor harian dandole su apoyo. Si lo hicieran, no se sentiria como si un buey bien cebado estuviera dandole cornadas en el pecho.
Incluso Assad habia leido el articulo en el sotano, pero al menos el le dio una palmada en la espalda. Pensaba que la foto de la portada estaba bien hecha, pero que la revista era muy cara. Era estimulante conocer otros puntos de vista.
A las diez en punto llamaron de recepcion.
– Hay un hombre que dice que esta citado contigo -informo el policia de guardia con frialdad-. ?Esperas a un tal John Rasmussen?
– Si, enviadlo al sotano.
Cinco minutos mas tarde oyeron pasos vacilantes en el pasillo, seguidos de una voz cautelosa.
– ?Hola! ?Hay alguien?
Carl atraveso con desgana el vano de la puerta y vio frente a si a un anacronismo vestido con jersey islandes, pantalones de pana y demas parafernalia del sesenta y ocho.
– Soy John Rasmussen, el que era pedagogo en Godhavn. Tenemos una cita -se presento, extendiendo la mano con una singular mirada acechante-. Oiga, ?no es usted el que aparece hoy en la portada de una revista?
Era para volverse loco. La gente vestida como el deberia abstenerse de mirar esas cosas.
De entrada, quedo claro que John Rasmussen recordaba a Atomos, y por eso acordaron repasar el caso antes de la visita guiada. Aquello daba a Carl la oportunidad de quitarselo de encima con una mini visita a la planta baja y despues una ojeada rapida a los patios interiores.
El hombre parecia simpatico, aunque minucioso. En opinion de Carl, no era en absoluto el tipo de persona adecuada para entretener a golfos inadaptados. Pero seguramente habia muchas cosas que Carl no sabia acerca de los golfos inadaptados.
– Le enviare por fax lo que tenemos en el orfanato, ya lo he consultado con la secretaria y podemos hacerlo. Aunque he de decirle que no es gran cosa. El expediente de Atomos desaparecio hace unos anos, y cuando lo encontramos detras de una estanteria faltaban al menos la mitad de los informes -dijo sacudiendo la cabeza, y al hacerlo la piel floja de su cuello bailo de un lado a otro.
– ?Por que lo llevaron a su orfanato?
El hombre se encogio de hombros.
– Ya sabe, problemas en casa, y despues alojarlo en una familia adoptiva quiza no fuera la mejor opcion. Despues llega la reaccion, y a veces se pasa de rosca. Por lo visto era un buen chico, pero tenia poco que hacer y demasiado coco. Una mala combinacion. Se ve constantemente en los guetos de trabajadores inmigrantes. Esos jovenes tienen que desfogar la energia contenida.
– ?Era delincuente?
– En cierto modo, si, supongo, pero eran cosas sin importancia, creo. Si, bueno, era capaz de cabrearse mucho, pero no recuerdo que estuviera en Godhavn por violento. No, no recuerdo nada asi; claro que han pasado ya mas de veinte anos, ?verdad?
Carl saco el cuaderno.
– Voy a hacerle unas preguntas rapidas, y le agradeceria que respondiera de manera breve. Si no puede responder, pasamos a la siguiente. Siempre puede volver a la pregunta si encuentra despues la respuesta. ?De acuerdo?
El hombre saludo amablemente con la cabeza a Assad, que le ofrecio uno de sus ardientes y pegajosos brebajes en una tacita pintada con flores amarillas. El hombre la acepto sonriendo. Ya se arrepentiria, ya.
Despues miro a Carl.
– Si -asintio-, de acuerdo.
– ?Nombre del chico?
– Parece que se llamaba Lars Erik o Lars Henrik, algo asi. El apellido era corriente, creo que Petersen, pero ya lo escribire en el fax.