– ?Por que lo llamaban Atomos?
– Tenia que ver con el trabajo de su padre. Por alguna razon, tenia a su padre en un pedestal. Lo habia perdido unos anos antes, pero creo que su padre habia sido ingeniero y habia hecho algo para la estacion de pruebas atomicas de Riso, o algo asi. Pero podra investigar eso cuando tenga el nombre y el numero de registro civil del chico.
– ?Siguen teniendo el numero de registro civil?
– Si, habia desaparecido con otras cosas de la carpeta, pero teniamos un sistema de contabilidad relativo a las subvenciones de los municipios y del estado, y ahora se ha incorporado al expediente.
– ?Cuanto tiempo estuvo el chico en la institucion?
– Creo que unos tres o cuatro anos.
– Eso es bastante tiempo, teniendo en cuenta su edad, ?no?
– Si y no. Sucede a veces. No podia seguir en el sistema. No queria ir a otra familia adoptiva, y su propia familia no estuvo en condiciones de albergarlo hasta entonces.
– ?Han tenido noticias suyas? ?Sabe que ha sido de el?
– Lo vi casualmente varios anos despues, y parecia que le iban bien las cosas. Fue en Helsingor, creo. Debia de trabajar de camarero o de primer oficial, algo asi. Al menos iba vestido de uniforme.
– ?Quiere decir que era marino?
– Si, creo que si. Algo asi.
Tengo que pedir la lista de la tripulacion del transbordador de Schleswig-Holstein a Scandlines, penso Carl. A saber si se la pidieron los de la Brigada Movil. Carl volvio a ver frente a si el rostro contrito de Bak en el despacho del jefe, el jueves anterior.
– Un momento -interrumpio al hombre, y grito a Assad que subiera al despacho de Bak y le preguntara si habian pedido la lista de la tripulacion del transbordador en el que desaparecio Merete Lynggaard y, en caso afirmativo, a ver donde estaba.
– ?Merete Lynggaard? ?Esto tiene que ver con ella? -pregunto el hombre con mirada embelesada antes de dar un enorme sorbo de te espeso.
Carl le dirigio una sonrisa que irradiaba lo contento que le ponia que se lo hubiera preguntado. Y despues siguio sin mas con el turno de preguntas, sin responder.
– ?El chico tenia rasgos de psicopata? ?Recuerda si era capaz de mostrar empatia?
El pedagogo miro sediento su taza vacia. Por lo visto era de los que pusieron a prueba las papilas gustativas en los macrobioticos anos sesenta. Despues arqueo sus cejas grises.
– Muchos de los chicos que nos vienen tienen trastornos emocionales. Naturalmente, a algunos de ellos se les hace un diagnostico, pero no recuerdo si fue el caso con Atomos. Creo que si era capaz de mostrar empatia. Al menos solia estar preocupado por su madre.
– ?Tenia alguna razon para ello? ?Era drogadicta o algo asi?
– No, que va. Creo recordar que estaba bastante enferma. Por eso tuvo que esperar tanto tiempo para volver con su familia.
La visita guiada posterior fue breve. John Rasmussen resulto ser un observador incansable que comentaba cuanto veia. Si hubiera dependido de el, habrian pasado revista a cada metro cuadrado del edificio de Jefatura. Ningun detalle era nimio para el hombre, de modo que Carl hizo como si tuviera un busca en el bolsillo que habia empezado a pitar.
– Lo siento. Es la senal de que ha habido un asesinato -declaro con cara seria, que contagio enseguida al pedagogo-. Me temo que debemos dejarlo. Muchas gracias, John Rasmussen. Entonces, espero que me envie un fax antes de un par de horas, ?de acuerdo?
En el despacho de Carl el silencio era practicamente total. Ante el habia una nota donde ponia que Bak no sabia nada de ninguna lista de tripulacion. ?Que cono habia esperado?
Desde el cuchitril de Assad llegaban rezos apagados de la alfombra para orar, pero por lo demas reinaba el silencio. Carl habia tenido mucho ajetreo y estaba agotado. El telefono estuvo sonando durante una hora debido al punetero articulo de la revista del corazon. Desde la directora de la policia, que queria darle unos consejos, hasta las radios locales, redactores de paginas web, escritores de revistas y todo tipo de bichos que pululaban en los margenes del mundo mediatico. Por lo visto, a la senora Sorensen del segundo piso le divertia pasarle absolutamente todas las llamadas, de modo que Carl puso el telefono en modo silencio y activo la funcion de identificacion de llamadas. El problema era que nunca habia tenido buena memoria para los numeros, pero asi se quitaba el muerto de encima.
El fax del pedagogo de Godhavn, Rasmussen, fue lo primero que lo saco del sopor en el que se habia sumido voluntariamente.
Tal como esperaba, John Rasmussen era un hombre educado que le agradecio la visita y lo alabo por haberse tomado la molestia de ensenarle las instalaciones. Las paginas siguientes eran los documentos prometidos y, pese a su brevedad, aquella informacion valia su peso en oro.
El chico a quien llamaban Atomos se llamaba realmente Lars Henrik Jensen, numero de registro civil 020172- 0619, habia nacido en 1972 y actualmente tendria treinta y cinco anos. O sea, que Merete Lynggaard y el tenian mas o menos la misma edad.
Un nombre de lo mas corriente, Lars Henrik Jensen, penso, cansado. ?Por que diablos no habian estado ni Bak ni ninguno de los de la Brigada Movil lo suficientemente despiertos para pedir la lista de los tripulantes del transbordador de Schleswig-Holstein? A saber si habria alguna posibilidad de conseguir la lista del personal de guardia de aquella fecha.
Puso los labios en punta. Desde luego, seria un paso de gigante si resultara que en aquella epoca el tipo trabajaba en el transbordador de Schleswig-Holstein, pero eso era algo que esperaba poder aclarar haciendo una consulta en Scandlines. Se quedo un rato revisando de nuevo los faxes, y a continuacion agarro el receptor para telefonear a la oficina principal de la compania.
Oyo una voz antes de llegar a teclear el numero. Por un instante penso que seria Lis, del segundo piso, pero entonces resono la voz aterciopelada de Mona Ibsen, haciendo que contuviera el aliento.
– ?Que ha pasado? -pregunto-. Ni siquiera ha dado el tono.
Si, tambien a el le gustaria saberlo. Debian de haberle pasado la llamada en el momento en que levanto el receptor.
– He visto el Gossip de hoy -dijo Mona Ibsen.
Carl maldijo en voz queda. Ella tambien. Si aquella revista de mierda supiera cuantos nuevos lectores habia tenido aquella semana gracias a el, colocarian su retrato de manera permanente bajo el logotipo de la portada.
– Es una situacion bastante especial, Carl. ?Que ha significado para ti?
– Por supuesto, no ha sido lo mejor que me ha ocurrido, no tengo problema en reconocerlo -admitio.
– Tendremos que hablar pronto -declaro ella.
Por algun motivo la oferta no sonaba tan atractiva como la vez anterior. Sin duda se deberia al anillo de casada, que, colocado estrategicamente en sus antenas, provocaba interferencias.
– Me da la impresion de que Hardy y tu no vais a liberaros psicologicamente hasta que cojan a los asesinos. ?Estas de acuerdo conmigo, Carl?
Carl sintio que la distancia entre ellos aumentaba.
– En absoluto -repuso-. No tiene nada que ver con esos imbeciles. La gente como nosotros tiene que vivir con el peligro encima todo el tiempo.
Trato con gran esfuerzo de recordar la parrafada que le habia echado antes el jefe de Homicidios, pero la respiracion del ser erotico al otro lado de la linea no estimulaba su memoria.
– No olvides que hay un monton de situaciones en mi pasado profesional en las que las cosas no han salido mal. Es inevitable que alguna vez te toque tener mala suerte.
– Esta bien que lo digas -convino ella. O sea que Hardy habia dicho algo parecido-. Pero ?sabes que, Carl? ?Eso son pijadas! Espero que nos veamos regularmente para ver si podemos arreglar eso. La semana que viene ya no hablaran de ti en las revistas y tendremos tranquilidad.
En Scandlines fueron muy solicitos; como en otros casos parecidos de desapariciones de personas, tenian una