carpeta sobre Merete Lynggaard y esta estaba tan a mano que pudieron decirle inmediatamente que la lista de la tripulacion de aquel dia aciago la habian impreso hacia mucho, y que en su momento se envio una copia a la gente de la Brigada Movil. Toda la tripulacion, tanto de cubierta como de la sala de maquinas, fue interrogada, y por desgracia nadie pudo aportar nada que ofreciera una imagen mas o menos clara de lo que le habia sucedido a Merete Lynggaard durante la travesia.

El cabreo de Carl iba en aumento. ?Que cono habian hecho mientras tanto con aquella lista? ?Usarla como filtro de cafe? Bak & Cia. y la gente de su calana podian irse al infierno.

– Tengo un numero de registro civil -dijo-. ?Puede servirle para hacer una busqueda?

– Hoy no, lo siento. Los del departamento de contabilidad estan de cursillo.

– Vale. ?La lista esta ordenada alfabeticamente? -pregunto Carl, y no, no lo estaba. El capitan y sus colaboradores mas proximos tenian que estar los primeros, como siempre. A bordo de un barco todos sabian que lugar ocupaban en la jerarquia.

– ?Puede mirar si figura en la lista un tal Lars Erik Jensen?

Su interlocutor rio algo cansado al otro lado. Aquella lista debia de ser bastante larga.

Transcurrido tanto tiempo como el que necesito Assad para levantarse tras otra oracion, lavarse la cara con el agua de un pequeno cuenco que habia en un rincon, sonarse la nariz con un estruendo elocuente y despues volver a poner el agua almibarada a calentar en la cocinilla, el oficinista de Scandlines termino su busqueda.

– No, no habia ningun Lars Henrik Jensen -declaro, y se despidio.

Aquello era desalentador de cojones.

– ?Que haces tan cabizbajo, Carl? -se intereso Assad, sonriendo-. No pienses mas en la estupida foto de esa estupida revista. Piensa que si te hubieras roto los brazos y las piernas habria sido peor, o sea.

El que no se consuela es porque no quiere.

– He conseguido el nombre de ese Atomos, Assad -le informo-. Tenia la sospecha de que podria haber trabajado en el barco en que desaparecio Merete Lynggaard, pero no aparece en la lista. Por eso estoy deprimido.

Carl recibio una prudente palmada en la espalda.

– Pero aun asi has encontrado la lista de la tripulacion, o sea. Bien, Carl -dijo con el mismo tono de elogio con que se habla al nino que acaba de hacer de vientre en el orinal.

– Si, no me ha servido de mucho, pero saldremos adelante. En el fax de Godhavn constaba tambien el numero de registro civil de Lars Henrik Jensen, asi que vamos a encontrar al tipo. Por suerte, tenemos todos los registros que nos hacen falta.

Tecleo el numero en el ordenador, con Assad detras y sintiendose como un nino que va a abrir un regalo de Navidad. El momento en que la identidad de un sospechoso se desvelaba era el mejor momento para un agente de la Policia Criminal.

Y llego la decepcion.

– ?Que significa eso, Carl? -pregunto Assad senalando la pantalla.

Carl solto el raton y miro al techo.

– Significa que no se ha encontrado ese numero de registro civil. Sencillamente, que no hay ninguna persona en todo el reino de Dinamarca que tenga ese numero de registro.

– ?No lo has escrito mal, entonces? ?Estaba claro en el fax?

Los comparo. Era el mismo numero.

– ?Sera que no es el numero correcto?

Buena idea.

– A lo mejor lo han corregido -sugirio Assad, cogiendo el fax de la mano de Carl y mirando el numero con el ceno fruncido-. Escucha, Carl. Creo que pueden haber corregido una cifra o dos. ?Que dices? ?No parece como si hubieran raspado el papel aqui y aqui?

Senalo dos de los digitos de las ultimas cuatro cifras. Era dificil de apreciar, pero en la copia del fax aparecia al menos una debil sombra sobre los dos numeros escritos a maquina.

– Solo con que hayan corregido dos numeros hay cientos de combinaciones, Assad.

– Bueno, ?y que? La senora Sorensen puede teclear los numeros de registro civil en media hora rapida si le enviamos unas flores.

Era increible como habia engatusado a la tia.

– Puede haber muchas mas posibilidades, Assad. Si se pueden corregir dos cifras, pueden corregirse diez. Tenemos que hacer que nos envien el original de Godhavn y mirarlo mas de cerca antes de ponernos a hacer combinaciones.

Llamo por telefono al orfanato y les pidio que enviasen por mensajero el documento original a Jefatura, pero se negaron. No querian dejar que los documentos originales salieran del sistema.

Entonces Carl les dijo por que era tan importante.

– Es posible que hayan guardado durante anos una falsificacion.

La aclaracion no sirvio de nada.

– No, no lo creo. Nos habriamos dado cuenta al pasar la informacion a las autoridades para pedir el reembolso -aseguro una voz segura de si misma.

– Comprendo. Pero ?y si la falsificacion se hubiera dado mucho despues de que el cliente abandonara el orfanato? ?Quien diablos iba a darse cuenta? No olviden que el nuevo numero de registro civil no aparece en sus registros hasta por lo menos quince anos despues de que Atomos se marchara.

– De todas formas, me temo que no podemos entregar el documento.

– Bien, entonces habra que recurrir a los tribunales. No me parece amable por su parte que no quiera ayudarnos. No olvide que es posible que estemos investigando un asesinato.

Ni la ultima frase ni la amenaza de una decision judicial inclinaron la balanza, Carl ya lo sabia de antemano. No, apelar a la autoestima de la gente era mucho mas eficaz. Porque ?a quien le gustaba que le colgaran etiquetas mezquinas? A la gente que trabaja en la Administracion, desde luego, no. La expresion «no me parece amable por su parte» estaba tan minimizada que parecia enorme. Era «la tirania de la expresion sosegada», como le gustaba decir a uno de sus profesores de la Academia de Policia.

– Envienos primero un mail pidiendo ver el original -claudico el funcionario.

Lo habia conseguido.

– ?Como se llamaba realmente ese Atomos, Carl? ?Sabemos por que le pusieron ese apodo, o sea? -pregunto Assad despues, con el pie sobre un cajon abierto.

– Lars Henrik Jensen, por lo que dicen.

– Lars Henrik, es un nombre extrano. No puede haber muchos que se llamen asi.

No, probablemente no en el pais de Assad, penso Carl, tentado por el sarcasmo, cuando vio que Assad se quedaba pensativo, con una expresion extrana en el semblante. Por un instante su expresion fue completamente diferente a la habitual. En cierto modo, mas cercana a lo normal. Mas adecuada, de alguna forma.

– ?En que piensas, Assad? -quiso saber.

Era como si una capa de aceite cubriera sus ojos, que mostraban facetas de color cambiante. Arrugo el entrecejo y echo mano de la carpeta de Lynggaard. Pasado un rato encontro lo que buscaba.

– Eso ?puede ser una casualidad? -pregunto, senalando una de las lineas de la parte superior del documento.

Carl miro el nombre, y fue entonces cuando vio con que informe estaba Assad.

Por un momento Carl trato de imaginarselo todo, y entonces ocurrio. En algun lugar de su interior donde causa y efecto no se diferencian y donde la logica y las explicaciones nunca desafian a la conciencia, donde las ideas pueden vivir en libertad sin enfrentarse, justo alli los datos encajaron y comprendio la relacion.

Capitulo 34

2007
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