los dias con la conciencia de que seria ella quien pusiera fin a aquello antes de que se le adelantaran. Pero hasta entonces intentaba en la medida de lo posible mantener a distancia las ideas tristes y concentrarse en sus mejores recuerdos.

Asi se preparaba mentalmente para decir adios al mundo, y muchas veces ponia las tenazas a la altura de los ojos y miraba sus afiladas mordazas, o cogia la varilla de plastico mas larga y pensaba partirla en dos pedazos para despues afilarlos contra el piso de hormigon. Una de aquellas herramientas haria el trabajo. Se tumbaria en el rincon, bajo los cristales de espejo, y se pincharia las venas. Menos mal que se distinguian bien, de lo flacos que tenia los brazos.

Con esa idea se habia sosegado hasta justo aquel dia. Despues de recibir la comida por la compuerta, volvio a oir las voces de Lasse y de su madre al otro lado. Ambos parecian irritados, la disputa cobraba vida propia.

El cabron y la bruja no son siempre una y carne, penso, animada.

– ?Tampoco tu puedes gobernar a tu mama, pequeno Lasse? -grito. Por supuesto que sabia que esa clase de temeridad acarrearia represalias, conocia bien a la bruja del otro lado.

Pero, aunque conocia a la bruja, no la conocia lo suficiente, como iba a verse. Habia entrado en sus calculos estar sin comer un par de dias, pero de ninguna manera que fueran a despojarla del derecho a quitarse la vida.

– Cuidado, Lasse -mascullo la madre entre dientes-. Va a dividirnos, si puede. Y te enganara, dalo por sentado. Cuidado con ella. Tiene unas tenazas ahi dentro, y podria usarlas contra si misma si fuera necesario. ?Quieres que sea ella quien ria la ultima? ?Es eso lo que quieres, Lasse?

Hubo una pausa de un par de segundos, y despues cayo sobre ella la espada de Damocles.

– Ya has oido lo que ha dicho mi madre, ?verdad, Merete? -sono la fria voz por los altavoces. ?Para que responder?

– En adelante te apartaras de los cristales. Tengo que poder verte todo el tiempo, ?entiendes? Lleva el cubo- retrete hasta la pared del fondo. ?Ya! Si tratas de alguna manera de matarte de hambre o esconderte o mutilarte, cuenta con que voy a descomprimir la camara sin darte tiempo a reaccionar. Si te pinchas en alguna parte, la sangre va a salir de tus venas a toda presion. Sentiras que tus entranas revientan antes de flotar inconsciente, eso te lo prometo. Voy a instalar camaras, y a partir de hoy vamos a vigilarte las veinticuatro horas del dia. Dirigiremos un par de focos hacia los cristales y los pondremos a maxima potencia. Puedo descomprimir la camara con un mando a distancia, te lo digo para que lo sepas. Asi que puedes aceptar la guillotina ahora o puedes aceptarla mas tarde. Pero ?quien sabe, Merete? Puede que nos muramos todos manana. Puede que nos envenenemos con el delicioso salmon de esta noche. Nunca se sabe. O sea que aguanta. Puede que un buen dia aparezca un principe a lomos de un caballo blanco y te lleve consigo. Mientras hay vida hay esperanza, ?verdad que si? De modo que aguanta, Merete. Pero atente a las reglas.

Merete alzo la mirada hacia una de las ventanas. Tras el cristal diviso vagamente la silueta de Lasse. Un angel de la muerte gris, eso es lo que era. Flotando en la vida, ahi fuera, cavilando en la oscuridad de su mente enferma, que ojala lo torturara eternamente.

– ?Como mataste a tu padre adoptivo? ?Con la misma bestialidad? -grito, esperando que riera, pero no que arrastrara a los otros dos a reir. O sea que estaban los tres.

– Espere diez anos, Merete. Despues volvi con veinte kilos mas de musculo y tan poco respeto hacia el que creo que solo con eso podia matarlo.

– Pues tampoco puede decirse que tu hayas impuesto tanto respeto -replico Merete, riendose de el.

Todo lo que pudiera aguarle la fiesta era digno de mencion.

– Lo mate a golpes, ?no crees que impuse respeto? No es muy refinado, que se diga, pero asi estaban las cosas. Lo pulverice poco a poco. Lo unico que podia satisfacerme era emplear su propio metodo.

Algo se revolvio en ella. Aquel hombre estaba loco de remate.

– Eres igual que el, un animal enfermo y ridiculo -susurro-. Es una pena que no te cogieran aquella vez.

– ?Cogerme? ?Has dicho cogerme? -repitio Lasse, y volvio a reir-. ?Como iban a cogerme? Era epoca de cosechar y su vieja cosechadora esperaba en el campo. No fue dificil meterlo entre la maquinaria, una vez puesta en marcha. Como aquel idiota tenia muchas ideas raras, nadie se extrano de que saliera a cosechar de noche y muriera. Y nadie lo echo de menos, creeme.

– Desde luego, eres un gran hombre, Lasse. ?A quien mas has matado? ?Tienes mas muertes en tu conciencia?

No creia que ella fuera la unica, pero aun asi le produjo una profunda conmocion su relato de como se aprovecho de la profesion de Daniel Hale para acercarse a ella, y de como lo suplanto y despues lo asesino. Daniel Hale no le habia hecho ningun dano, pero tenia que desaparecer para que Lasse no fuera descubierto por alguna casualidad. Y lo mismo se aplicaba al ayudante de Lasse, Dennis Knudsen: tambien el debia morir. Sin testigos, frio como el hielo.

– Dios mio, Merete, ?a cuantos has traido la desgracia sin querer? -susurro para si. Despues grito hacia el cristal-. ?Por que no te limitaste a matarme, cerdo? Tuviste la oportunidad. Dices que nos vigilabas a Uffe y a mi. ?Por que no me mataste con un cuchillo cuando salia al jardin? Porque estarias tambien alli, ?verdad?

Hubo una breve pausa. Despues Lasse hablo con lentitud, para que ella comprendiera la profundidad de su cinismo.

– Para empezar, era demasiado facil. Tus sufrimientos debian ser visibles para nosotros durante tanto tiempo como nuestros propios sufrimientos. Ademas, querida Merete, queria estar cerca de ti. Queria ver tu vulnerabilidad. Queria que tu vida sufriera una conmocion. Tenias que aprender a amar a Daniel Hale, y despues tenias tambien que aprender a temerlo. Tenias que hacer el ultimo viaje con Uffe con la conviccion de que algo sin esclarecer te aguardaba cuando volvieras a casa. Has de saber que aquello me daba una enorme satisfaccion.

– ?Estas enfermo de la cabeza!

– ?Que estoy enfermo? Escucha, eso no es nada comparado con el dia en que supe que mi madre habia solicitado ayuda a la Fundacion Lynggaard para poder volver a su casa cuando le dieron de alta en el hospital. Cuando rechazaron la peticion basandose en que los estatutos establecian que solo se podia atender a descendientes directos de Lotte y Alexander Lynggaard. Pidio a vuestra Fundacion millonaria unos miseros cientos de miles de coronas, y dijeron que no, a pesar de que sabian de quien se trataba y que le habia ocurrido. Entonces mi madre tuvo que seguir varios anos de institucion en institucion. ?Entiendes ahora por que tambien ella te odia tanto, puta nina mimada? -el psicopata lloro al decirlo-. Unos mierdosos cientos de miles de coronas. ?Que era eso para ti y para tu hermano? ?Nada!

Merete habria podido decir que ella no supo nada, pero que la deuda estaba saldada. Saldada hacia mucho tiempo.

Aquella noche Lasse y su hermano colocaron las camaras y encendieron los focos. Dos objetos deslumbrantes que convertian la noche en dia y exhibian su celda en su enorme fealdad, cuyo alcance no habia captado hasta entonces. Detalles sordidos. Era tan espantoso enfrentarse a su propia degradacion que decidio cerrar los ojos las primeras veinticuatro horas. El lugar de la ejecucion estaba a la vista, pero la condenada eligio la oscuridad.

Despues echaron cables sobre ambos cristales reflectantes hasta un par de fulminantes que, en caso de supuesta emergencia, podian hacer saltar los cristales, y finalmente colocaron al lado varias bombonas de oxigeno y nitrogeno, y otros «liquidos inflamables», como dijeron.

Lasse le hizo saber que todo estaba preparado. Cuando Merete muriera reventada por dentro, la pasarian por la trituradora de compost, y despues harian saltar toda la instalacion por los aires. El estruendo se oiria en kilometros a la redonda. Esta vez la aseguradora pagaria. Ese tipo de accidentes fortuitos habia que prepararlos debidamente, y borrar las huellas para siempre.

– No os saldreis con la vuestra -dijo Merete en voz baja mientras rumiaba su venganza.

Pasados unos dias se sento de espaldas a los cristales y empezo a aranar el hormigon del suelo con la mordaza de las tenazas. Un par de dias despues habria terminado, y seguramente las tenazas estarian desgastadas. Entonces tendria que usar su mondadientes para agujerearse las venas, pero daba igual. El caso es que existiera la posibilidad.

El raspado le llevo mas de un par de dias, mas bien una semana, pero los surcos eran lo bastante profundos para sobrevivir a casi todo. Los cubrio con polvo y porqueria de los rincones de la celda. Letra a letra. Cuando los peritos de la aseguradora acudieran en su momento al lugar del incendio para esclarecer las circunstancias,

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