el suceso no estaba planeado. El asesinato fue presenciado por Annelise Kvist, que conocia al medico. Esa circunstancia hizo que el medico pudiera encontrarla con facilidad y obligarla a callar.
Se interrumpio, y Bak volvio a tomar la palabra.
– Ahora sabemos que el medico, justo despues del asesinato, fue a buscar a Annelise Kvist a su casa. Un medico especialista en vias respiratorias que tenia como pacientes a las hijas asmaticas de Annelise Kvist, ambas muy dependientes de sus medicamentos. Aquella noche el comportamiento del medico fue bastante violento y la obligo a dar a sus hijas pastillas si queria que siguieran vivas. Las pastillas causaron que los alveolos pulmonares de las chicas se contrajeran peligrosamente, y entonces el les puso una inyeccion que lo contrarrestaba. Debio de ser muy traumatico para la madre ver que sus hijas se ponian azules y no podian comunicarse con ella.
Su mirada vago por la estancia, donde la gente movia la cabeza arriba y abajo.
– Despues -prosiguio- el medico alego que las chicas tenian que pasar por su consulta regularmente para que les administrara el antidoto, si no queria que se produjera una recaida que podria ser fatal. Y asi consiguio el silencio de la madre.
»Pero que pese a todo pudieramos encontrar a nuestro testigo estrella se lo debemos a la madre de Annelise Kvist. Ella desconocia el incidente que habia tenido lugar por la noche, pero sabia que su hija habia presenciado el asesinato. Se lo sonsaco al dia siguiente, cuando vio el estado de conmocion en que se encontraba su hija. Pero la madre no consiguio saber quien lo habia hecho, Annelise no quiso decirselo. Por eso, cuando trajimos a Annelise para interrogarla a peticion de su madre, era una mujer en profunda crisis.
»Hoy sabemos tambien que el medico va en busca de Annelise Kvist un par de dias despues. La advierte de que si se va de la lengua matara a sus hijas. Emplea la expresion «desollarlas vivas» y la pone en tal estado que puede presionarla para que tome una mezcla mortal de pastillas.
»El resto de la historia ya lo conoceis, la mujer es hospitalizada y salvada, y se calla como un muerto. Pero lo que no sabeis es que en el transcurso de nuestra investigacion hemos recibido una gran ayuda de nuestro nuevo Departamento Q, al frente del cual esta Carl Morck.
Bak se volvio hacia Carl.
– Carl, no has tomado parte en la investigacion, pero has introducido unas ideas interesantes durante el proceso. Mi grupo y yo queremos agradecertelo. Y gracias tambien a tu ayudante, que has empleado como correo entre nosotros, y a Hardy Henningsen, que tambien ha metido baza. Sabed que le hemos enviado unas flores.
Carl estaba estupefacto. Un par de sus antiguos companeros se volvieron hacia el y trataron de arrancar una especie de sonrisa de sus rostros petreos, pero el resto no se movio ni un milimetro.
– Si -anadio el subinspector Bjorn-. Ha habido mucha gente involucrada. Nuestro agradecimiento a vosotros tambien, chicos.
Despues senalo a dos agentes de la Brigada de Estupefacientes.
– Ahora teneis que deshacer esa red de medicos sin conciencia. Es un caso enorme, ya lo sabemos. Por otra parte, aqui, en Homicidios, podremos dedicarnos a otros casos, y nos alegramos. Porque en el segundo piso no nos falta trabajo.
Carl espero hasta que la mayoria salio de la sala. Sabia perfectamente lo que le habia costado a Bak hacerle aquel regalo. Por eso se dirigio a el con la mano tendida.
– No lo merecia, pero aun asi, gracias, Bak.
Borge Bak miro un momento la mano tendida y despues recogio sus papeles.
– No me des las gracias. Nunca lo habria hecho si Marcus Jacobsen no me hubiera obligado.
Carl asintio en silencio. Volvian a saber cuales eran sus respectivas posiciones.
En el pasillo estaba a punto de cundir el panico. Todas las oficinistas estaban junto a la puerta del jefe y todas tenian algo de que quejarse.
– No sabemos todavia que ha pasado -declaro el jefe de Homicidios-. Pero, por lo que me ha informado la directora de la policia, en este momento no se puede acceder a ningun registro publico. El servidor central ha sufrido un ataque de algun hacker que ha cambiado todos los codigos de acceso. Aun no sabemos quien lo ha hecho. No hay tantos que puedan hacerlo, asi que estan trabajando a destajo para descubrir quien ha sido.
– No me lo puedo creer -dijo alguien-. ?Como es posible?
Marcus Jacobsen se encogio de hombros. Trato de parecer indiferente, pero no lo estaba.
Carl comunico a Assad que la jornada laboral habia terminado, de todas formas no podian seguir adelante. Sin la informacion del registro civil no podian localizar los movimientos de Lars Henrik Jensen; habria que dar tiempo al tiempo.
Mientras conducia en direccion a la Clinica para Lesiones de Medula de Hornb?k, oyo por la radio que habian enviado cartas a la prensa de las que se desprendia que era un ciudadano cabreado el que habia metido el virus en los registros publicos. Se suponia que seria un funcionario bien colocado que estaba pasando apuros con la reforma de los municipios, pero todavia no se habia esclarecido nada. Los informaticos intentaban explicar como era posible poner al descubierto datos tan bien protegidos, y el primer ministro califico a los culpables de «bandidos de la peor calana». Los tecnicos de seguridad en la transmision de datos estaban en ello. El primer ministro dijo que todo volveria a funcionar pronto. Y que al culpable le esperaba una larga condena. Estuvo a punto de compararlo con los atentados contra las Torres Gemelas, pero se contuvo.
La primera cosa inteligente que hacia en mucho tiempo.
Efectivamente, habia flores en la mesilla de Hardy, pero era un ramo de los que podian encontrarse mas lucidos en cualquier gasolinera de la periferia. A Hardy no le importaba, al fin y al cabo no veia el ramo porque aquel dia lo habian colocado mirando a la ventana.
– Saludos de parte de Bak -dijo Carl.
Hardy lo miro con ese tipo de mirada que suele calificarse de arisca, pero que en realidad nadie sabe como llamar.
– ?Que tengo que ver yo con ese tiparraco de mala muerte?
– Assad le paso tu sugerencia y han detenido a un sospechoso seguro.
– Yo no he hecho ninguna puta sugerencia a nadie.
– Si, hombre, dijiste que Bak deberia mirar en el circulo de medicos de la testigo principal, Annelise Kvist.
– ?De que caso estas hablando?
– Del asesinato del ciclista, Hardy.
Este fruncio el entrecejo.
– No tengo ni idea de que estas hablando, Carl. Me has pasado el caso absurdo de Merete Lynggaard, y esa tia psicologa no deja de hablarme del tiroteo de Amager. Con eso tengo mas que suficiente. No tengo ni idea de que es el asesinato del ciclista.
Hardy no era el unico que tenia fruncido el entrecejo.
– ?Estas seguro de que Assad no te ha hablado del asesinato del ciclista? ?Tienes problemas de memoria, Hardy? No pasa nada, puedes decirmelo.
– Dejame en paz, Carl. Paso de oir esas gilipolleces. La memoria es mi peor enemigo, ?no lo entiendes? - espeto, con baba en las comisuras y una mirada cristalina.
Carl levanto la mano, a la defensiva.
– Perdona, Hardy. Me habra informado mal Assad. Puede suceder.
Pero en su fuero interno no lo pensaba en absoluto. Algo asi no podia ocurrir, no debia ocurrir.
Capitulo 36
Bajo a desayunar con el tubo digestivo ardiendo por la acidez y el sueno pesandole sobre los hombros. Ni