estaba segura de que podrian descubrir al menos un par de palabras, y despues seguramente todo el mensaje, que decia:
Lasse, que es el dueno de este edificio, asesino a su padre adoptivo, a Daniel Hale y a uno de sus amigos, y despues me mato a mi.
Cuiden de mi hermano Uffe, y diganle que su hermana ha pensado en el cada dia durante mas de cinco anos.
Merete Lynggaard, 13/2/2007, secuestrada y encerrada en este lugar olvidado de Dios desde el 2 de marzo de 2002.
Capitulo 35
Lo que Assad encontro por casualidad estaba escrito en el atestado de Trafico sobre el accidente mortal del dia de Nochebuena de 1986 en el que fallecieron los padres de Merete Lynggaard. En el se hablaba tambien de que murieron tres personas en el otro coche. Se trataba de un nino recien nacido, una nina de solo ocho anos y el conductor del coche, Henrik Jensen, el cual era ingeniero y fundador de una empresa, llamada Jensen Industries, pero en el informe no estaban seguros sobre ese punto, como indicaba una linea de signos de interrogacion escritos en el margen. Segun una nota escrita a mano, debia de tratarse de «una empresa floreciente que fabricaba contenedores hermeticos de acero para gas». Despues habia una frase corta bajo la nota: «El orgullo de la industria danesa», probablemente citada por algun testigo.
Si, Assad habia recordado bien. El chofer del otro coche que resulto muerto se llamaba Henrik Jensen. Desde luego, aquel nombre se parecia muchisimo a Lars Henrik Jensen. No podia decirse que Assad fuera tonto.
– Saca otra vez las revistas, Assad -ordeno Carl-. Puede que hicieran publicos los nombres de los supervivientes. No me extranaria que el chico del otro coche se llamara Lars Henrik, como su padre. ?Ves su nombre por alguna parte?
Se arrepintio de la distribucion de roles y extendio la mano.
– Dame un par de revistas. Si, y un par de esos -dijo, senalando los recortes de periodicos.
Eran unas imagenes repulsivas, colocadas junto a las de gente despreocupada con sed de fama. El mar de llamas que rodeaba al Ford Sierra lo habia devorado todo, cosa que documentaban los restos negros calcinados. Fue un autentico milagro que un par de trabajadores de asistencia en carretera pasara por alli y liberase a los siniestrados antes de que todo ardiera. Segun el atestado de Trafico, los bomberos no llegaron tan rapido como de costumbre debido al peligro que suponia la calzada resbaladiza.
– Aqui dice, o sea, que la madre se llamaba Ulla Jensen, y que se rompio ambas piernas -intervino Assad-. No se como se llamaba el chico, no lo dicen, lo llaman simplemente «el hijo mayor del matrimonio». Pero tenia catorce anos, eso si que lo dicen.
– Encaja con el ano en que nacio Lars Henrik Jensen, si es que podemos fiarnos de ese numero de registro civil manipulado que nos dieron en Godhavn -afirmo Carl mientras examinaba unos recortes de la prensa amarilla.
En el primero no habia nada. El reportaje estaba colocado junto a enredos politicos triviales y pequenos escandalos. Era un diario especializado en seguir recetas concretas en las noticias que vendia, independientemente de lo que fuera, y ese brebaje era en apariencia inagotable. Si cambiara aquel diario de cinco anos antes por uno de ayer, tendria que fijarse con detenimiento para saber cual era el mas reciente.
Solto unos juramentos sobre los medios de comunicacion mientras hojeaba el siguiente periodico, y llego a la pagina en que aparecia el nombre. Alli estaba, negro sobre blanco. Exactamente como lo habia esperado.
– ?Aqui esta, Assad! -grito mientras sus ojos se clavaban en la noticia. En aquel momento se sentia como el halcon que divisaba a su presa mientras se deslizaba por encima de los arboles y despues atacaba. Una pieza fantastica. La presion sobre el pecho cedio, y una forma especial de alivio recorrio el organismo de Carl-. Escucha lo que pone, Assad: «Los supervivientes del coche que torpedeo el automovil del mayorista Alexander Lynggaard fueron la esposa de Henrik Jensen, Ulla Jensen, de cuarenta anos, uno de los mellizos recien nacidos y su hijo mayor, Lars Henrik Jensen, de catorce anos».
Assad dejo caer el recorte que tenia en las manos. Sus ojos castano oscuro se achicaron entre las patas de gallo.
– Pasame el atestado de Trafico, Assad-pidio Carl.
Lo cogio. Tal vez aparecieran los numeros de registro civil de todos los implicados. Deslizo el dedo indice por encima del relato del accidente y solo encontro los numeros de los dos choferes: los padres de Merete y de Lars Henrik.
– Si tienes el numero del padre del chico, ?no puedes saber enseguida el del hijo, Carl? Asi podriamos compararlo con el que nos dieron en el orfanato.
Carl asintio en silencio. No parecia dificil.
– Vere que puedo encontrar sobre la biografia de Henrik Jensen -anadio-. Tu mientras tanto puedes pedirle a Lis que compruebe los numeros. Dile que buscamos la direccion de Lars Henrik Jensen. Si no tiene domicilio en Dinamarca, pidele que mire el de la madre. Y si Lis encuentra su numero de registro civil, que saque copias tambien de los domicilios que ha tenido desde el accidente. Llevate el expediente. Vamos, Assad, date prisa.
Busco «Jensen Industries» en Internet, pero no obtuvo resultado. Despues busco «contenedores hermeticos de acero para reactores atomicos», lo que dio como resultado diversas empresas de Francia y Alemania, entre otros paises. Despues anadio a la busqueda las palabras «revestimientos para sistemas de contencion», que segun tenia entendido abarcaba mas o menos lo mismo que «contenedores hermeticos de acero para reactores atomicos». Tampoco obtuvo resultado.
Cuando iba a darse por vencido encontro un documento PDF que mencionaba una empresa de Koge, y alli aparecia la frase «el orgullo de la industria danesa», exactamente la misma formulacion empleada en el atestado de Trafico. O sea, que era muy posible que la cita proviniese de alli. Dio las gracias mentalmente al agente de Trafico que habia investigado el caso algo mas profundamente de lo normal. Seguro que habia terminado en la Policia Criminal, Carl se jugaria el cuello.
No avanzo mas con Jensen Industries. El nombre debia de estar mal. Una llamada al registro mercantil le proporciono la informacion de que no habia ninguna empresa registrada a nombre de ningun Henrik Jensen con ese numero de identificacion. Carl dijo que era imposible, y le dieron tres explicaciones posibles. La empresa podia estar en manos extranjeras, podia estar registrada en otro grupo de propietarios o podia ser parte de una sociedad de cartera y estar registrada a nombre de esa sociedad.
Carl cogio el boligrafo y tacho del cuaderno el nombre de la empresa. En aquel momento Jensen Industries no era mas que una mancha blanca en el paisaje de la alta tecnologia.
Encendio un cigarrillo y observo como se quedaba el humo alli arriba, bajo el sistema de tuberias. Un buen dia las alarmas de humo del pasillo iban a olerlo y obligarian a todo el personal del edificio a salir a la calle armando un tumulto infernal. Sonrio, dio una calada bien profunda y expulso una densa humareda hacia la puerta. Aquello pondria fin a su pequeno pasatiempo ilegal, pero imaginarse a Bak, Bjorn y Marcus Jacobsen en la calle mirando temerosos y cabreados hacia sus despachos con cientos de metros de estanterias con archivos llenos de monstruosidades casi haria que valiera la pena.
Entonces recordo lo que le habia dicho John Rasmussen, el de Godhavn. Le dijo que el padre de Atomos, alias Lars Henrik Jensen, posiblemente habia tenido que ver con la estacion de pruebas atomicas de Riso.
Carl marco el numero. Tal vez fuera un callejon sin salida, pero si alguien sabia algo sobre contenedores hermeticos de acero para reactores atomicos, tenia que ser la gente de Riso.
La persona que respondio la llamada fue muy amable y lo puso en contacto con un ingeniero llamado Mathiasen, quien lo paso a alguien que se llamaba Stein, quien a su vez lo puso con alguien que se llamaba Jonassen. Cuanto mas avanzaba, mas viejos parecian. El ingeniero Jonassen se presento simplemente como Mikkel y dijo que estaba ocupado. Si, claro que tenia cinco minutos para atender a la policia, ?de que se trataba?
Parecio bastante satisfecho cuando oyo la pregunta.