Assad. Hasta su viejo machete de boy scout pesaba menos.

La espaciosa nave estaba construida sobre un piso de hormigon en el que las heladas y el agua habian abierto grietas. Los agujeros donde deberia haber habido ventanas estaban ennegrecidos y los marcos podridos, y las vigas que sujetaban el techo estaban tambien marcadas por la intemperie. Era un espacio enorme y, aparte de algunos trastos y quince o veinte cubos iguales que los que habia visto fuera, estaba totalmente vacio.

Dio una patada a uno de los cubos, que giro como un trompo y difundio hacia el un hedor de podredumbre. Cuando se detuvo, habia dibujado alrededor un circulo de fango. Observo el fango. ?Eran restos de papel higienico? Sacudio la cabeza. Los cubos habian estado expuestos a la intemperie y a la lluvia. Cualquier cosa tendria ese aspecto y olor si pasaba el tiempo suficiente.

Miro el fondo del cubo e identifico el distintivo de la naviera Merconi estampado en el plastico. Seguramente serian los utilizados para llevar la comida sobrante de los barcos a casa.

Agarro una solida placa de hierro del monton de trastos, salio y se dirigio con Assad al mas lejano de los edificios escalonados.

– Quedate aqui -ordeno, y examino el candado cuya unica llave tenia Lasse, por lo que decian-. Ven a buscarme si observas algo raro.

A continuacion metio el hierro plano bajo el herraje del candado. En el viejo coche patrulla solian tener una caja de herramientas con las que podian abrir un candado asi de un voleo. Pero ahora tendria que aguantarse y trabajar duro.

Trajino durante medio minuto, hasta que Assad se volvio hacia el y le quito discretamente el hierro de la mano.

Dejemos al chaval, penso Carl.

Pasado un segundo el candado cayo a la gravilla a sus pies.

Un par de instantes despues entro en el edificio con tanta atencion como sensacion interna de derrota.

La estancia era parecida a la vivienda de la madre, pero en lugar de muebles habia en medio de la nave una serie de bombonas de soldadura de diversos colores, y tambien unos cien metros de estanterias metalicas vacias. En el rincon mas alejado habia apiladas un monton de placas de metal inoxidable junto a una puerta. No habia gran cosa mas. Observo mas detenidamente la puerta. Era imposible que diera al exterior, se habria dado cuenta.

Avanzo y asio la manilla de laton brillante; la puerta estaba cerrada con llave. Miro la cerradura; tambien alli se veian marcas brillantes debidas al uso reciente.

– ?Assad, ven aqui! ?Trae el hierro! -grito.

– ?No has dicho, entonces, que tenia que quedarme fuera? -pregunto Assad cuando se presento ante el.

Carl senalo la puerta.

– Veamos lo que sabes hacer.

Se encontraron con una habitacion con fuerte olor a perfume. Cama, mesa, ordenador, espejo de cuerpo entero, moqueta roja, un armario abierto con trajes y dos o tres uniformes, un lavabo con repisa de cristal y numerosas lociones para el afeitado. La cama estaba hecha, los papeles estaban bien ordenados en un monton, nada apuntaba a una persona desequilibrada.

– ?Por que crees que tenia la puerta cerrada con llave, Carl? -pregunto Assad mientras levantaba la carpeta de la mesa y miraba debajo. Despues se arrodillo y miro bajo la cama.

Carl inspecciono el resto. Assad tenia razon. Aparentemente no habia nada que ocultar. Entonces, ?por que cerrar con llave?

– Aqui pasa algo, Carl. Si no, o sea, no habria una cerradura.

Carl asintio con la cabeza y se sumergio en el armario ropero. Volvio a sentir el intenso perfume. Estaba como pegado a la ropa. Golpeo la pared trasera, pero no descubrio nada especial. Mientras tanto Assad habia levantado la alfombra y comprobado que no ocultaba ninguna trampilla.

Escudrinaron techo y paredes, y ambos repararon a la vez en el espejo. Estaba tan solitario. La pared en que se apoyaba era blanca y mate.

Carl golpeo la pared con los nudillos. Parecia maciza.

A lo mejor se desengancha, penso, y asio el espejo, pero estaba bien sujeto. Assad puso la mejilla junto a la pared y miro tras el espejo.

– Creo que cuelga de un gancho al otro lado. Aqui hay una especie de cerradura.

Metio el dedo tras el espejo y corrio con sumo cuidado el pestillo de la cerradura. Despues agarro el borde y tiro de el. Toda la estancia paso como en una panoramica por el espejo cuando este se deslizo a un lado para desvelar un agujero de la altura de un hombre, profundo y oscuro, abierto en la pared.

La proxima vez que estemos en el frente ire preparado, penso Carl, y su mirada interior vio la linterna sobre los montones de papel tras el cajon de su escritorio. Metio la mano y busco a tientas un interruptor y penso con anoranza en su pistola. Por un momento noto presion en el pecho.

Aspiro profundamente y escucho. No, joder, no podia haber alguien alli. ?Como iba a poder encerrarse con llave teniendo un candado en la puerta exterior? ?Podria imaginarse que el hermano o la madre de Lasse Jensen se encargara de encerrarlo en su escondite en caso de que la policia volviera a husmear?

Encontro el interruptor algo mas alla y lo acciono, dispuesto a saltar a un lado si hubiera alguien esperandolos. Durante un segundo el escenario que tenian ante si parpadeo mientras se encendian los tubos fluorescentes.

Todo quedo claro.

Habian dado con la persona adecuada. No cabia la menor duda.

Carl noto que Assad se deslizaba en la habitacion tras el, y se acerco a los tablones de anuncios y las gastadas mesas metalicas que habia junto a la pared. Se quedo observando varias fotografias de Merete Lynggaard de todas clases. Desde su primera intervencion en el atril de oradores hasta su idilio domestico sobre el cesped moteado de hojas de su casa. Momentos de despreocupacion captados por alguien que la queria mal.

Dejo caer la mirada sobre una de las mesas de acero y finalmente comprendio de que forma tan sistematica habia avanzado aquel Lasse, alias Lars Henrik Jensen, hacia su objetivo.

En el primer monton estaban todos los papeles de Godhavn. Levanto un papel del monton y vio los expedientes originales de Lars Henrik Jensen. Los que habian desaparecido unos anos antes. En algunos de los folios habia hecho unos torpes intentos de corregir los numeros de registro civil. Despues habia cogido mana y en el folio superior le salio perfecto. Efectivamente, Lasse habia manipulado el resto de los papeles de Godhavn, y con eso habia ganado tiempo.

Assad senalo el siguiente monton. Era correspondencia entre Lasse y Daniel Hale. Al parecer, Interlab no habia recibido aun la totalidad del precio de los edificios que el padre de Lasse habia comprado muchos anos antes. A principios de 2002 Daniel Hale envio un fax en el que notificaba que iba a interponer una demanda judicial. La suma exigida eran dos millones de coronas. Daniel Hale se arrastro a si mismo hasta el abismo, pero ?como iba a conocer la fuerza de voluntad de su adversario? Tal vez fuera aquella exigencia la que provoco toda la reaccion en cadena en aquel preciso momento.

Carl tomo el papel de encima. Era la copia de un fax que Lasse Jensen habia enviado el mismo dia en que Hale fue asesinado. Era una notificacion y un contrato sin firmar: «Ya tengo el dinero. Podemos firmar y cerrar el trato en mi casa hoy. Mi abogado traera los papeles necesarios. Envio adjunto el borrador de contrato. Anade tus comentarios o correcciones y trae los papeles contigo», ponia. Si, todo estaba pensado. Si los papeles no ardian en el incendio, ya se encargaria Lasse de que desaparecieran antes de que llegara la policia y los equipos de salvamento. Carl apunto la fecha y la hora de la cita. Todo coincidia a la perfeccion. Hale fue atraido hacia lo que seria su muerte. Dennis Knudsen lo esperaba en la carretera de Kappelev con el pie en el acelerador.

– Y mira, Carl -le mostro Assad, tomando el primer folio del siguiente monton. Era un recorte del diario regional de Frederiksborg, que informaba de la muerte de Dennis Knudsen en la parte inferior de una pagina. «Muerto de una sobredosis», decia escuetamente.

Otro mas para las estadisticas.

Carl examino las siguientes hojas del monton. No cabia duda de que Lars Henrik Jensen habia ofrecido mucho dinero a Dennis Knudsen por provocar el accidente. Tampoco habia duda de que fue el hermano de Lasse, Hans, quien salio a la carretera delante del coche de Daniel Hale y lo obligo a invadir la calzada contraria. Todo como

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