– ?Que esta haciendo? -chillo la bruja, con la cara pegada al cristal. Tenia los ojos desmesuradamente abiertos, solo se le veian los ojos, mientras el resto de su cuerpo permanecia en la sombra, con los focos cegadores al fondo.

– Abre la compuerta del todo. Hazlo YA -le ordeno a su hijo.

Merete miro hacia la linterna, que estaba preparada junto al agujero que habia abierto bajo el cierre de la compuerta. Dejo caer la pieza de plastico y avanzo a cuatro patas hacia la compuerta, mientras al otro lado la mujer le hablaba irritada y todo su ser lloraba y suplicaba.

Oyo por el sistema de altavoces que el hombre manipulaba la compuerta; entonces asio la linterna y la hundio en el agujero del suelo.

Se oyo un clic y el mecanismo de apertura se puso en marcha, mientras ella fijaba la vista en la compuerta con el corazon martilleandola. Si la linterna y el cierre no aguantaban, estaba perdida. Imagino que la presion encerrada en su cuerpo se liberaria como una granada.

– Oh, Dios mio, haz que no ocurra -rogo llorando, volviendo a gatas hacia la varilla de plastico, mientras el cierre chocaba con la linterna. Se volvio y advirtio que la linterna se movia un poco. Despues oyo un sonido que nunca habia oido. Como cuando se activa el zoom de una camara. El zumbido de un dispositivo mecanico al desconectarse, seguido de un golpe sordo contra la compuerta.

La compuerta exterior estaba abierta, y toda la presion se almacenaba en la compuerta interior. O sea que solo estaba la linterna entre ella y la muerte mas terrible que podia imaginar. Pero la linterna no volvio a moverse. Quiza se habia abierto la compuerta unas centesimas de milimetro, porque el sonido sibilante del aire al salir de la camara aumento en intensidad hasta convertirse en un pitido ululante.

Lo sintio en el cuerpo a los pocos segundos. De pronto noto palpitaciones en los oidos, registro una debil presion en el seno frontal, como si estuviera cogiendo un resfriado.

– ?Mama, ha atascado la puerta! -grito el joven.

– Pues apaga y vuelve a encender, cabeza de chorlito -respondio la madre entre dientes.

Por un momento el pitido disminuyo en intensidad. Despues oyo que el mecanismo volvia a ponerse en marcha, y el pitido volvio a hacerse mas estridente.

Intentaron varias veces, en vano, que la compuerta interior se desplazase, mientras Merete afilaba su pieza de plastico.

– Tenemos que matarla ahora y hacerla desaparecer, ??esta claro?! -grito la diablesa al otro lado-. Corre a por la porra, esta detras de la casa.

Merete miro fijamente el cristal. Habia sido a la vez los barrotes de su celda y proteccion contra aquellos monstruos durante los dos ultimos anos. Si el cristal se rompia, moriria de inmediato. La descompresion se produciria en un instante. Puede que no llegara ni a notarlo antes de desaparecer de este mundo.

Puso las manos en el regazo y llevo el cuchillo de plastico hasta la muneca izquierda. Habia observado aquella vena mil veces. Era ahi donde tenia que pinchar. Ahi estaba, oscura y fina, visible en medio de la delicada piel blanca.

Entonces cerro el puno y apreto, mientras cerraba los ojos. La presion sobre la vena no parecia la adecuada. Dolia, pero la piel no cedia. Contemplo la marca que habia dejado la pieza de plastico. Era ancha y larga, y parecia profunda, pero no lo era. Ni siquiera sangraba. El cuchillo de plastico no estaba lo bastante afilado.

Entonces se arrojo a un lado y busco el palillo afilado como un punzon, que estaba en el suelo. Abrio bien los ojos y estuvo pensando donde tendria mas delgada la piel. Luego apreto. No le dolio tanto como habia temido, y la sangre enseguida mancho de rojo la punta, dandole una sensacion de completa seguridad. Con ese sosiego en el alma, observo como brotaba la sangre.

– ?Te has pinchado, zorra! -grito la mujer, golpeando uno de los ojos de buey, y los golpes retumbaron en la estancia. Pero Merete no le presto atencion, estaba insensible. Se tumbo en silencio sobre el suelo, recogio su pelo largo tras la nuca y se quedo mirando al ultimo tubo fluorescente que todavia funcionaba.

– Lo siento, Uffe -susurro-. No he podido esperar.

Sonrio a la imagen de su hermano que flotaba en la celda, y el le devolvio la sonrisa.

El estruendo del primer porrazo pulverizo la vision onirica. Miro hacia el cristal de espejo, que vibraba cada vez que recibia un golpe. Quedo practicamente opaco, pero no sucedio nada mas. Tras cada golpe que asestaba el joven contra el cristal se oia un gemido de agotamiento. Entonces probo a golpear el otro ojo de buey, pero aquel tampoco cedio. Sus brazos delgados no estaban acostumbrados a trajinar con tanto peso, era evidente. Los intervalos entre golpe y golpe fueron espaciandose cada vez mas.

Merete sonrio y se observo el cuerpo, relajado, tumbado en el suelo. Ese era el aspecto que tenia Merete Lynggaard al morir. Dentro de poco su cuerpo seria destrozado y convertido en picadillo, pero no le importaba pensar en ello. Para entonces su alma se habria liberado. La esperarian nuevos tiempos. Habia conocido el infierno en la tierra, y habia padecido la mayor parte de su vida. Mucha gente habia sufrido a causa de ella. No podia irle peor en la otra vida, si es que la habia. Y si no habia nada, ?que tenia que temer?

Su mirada se deslizo a su lado y se dio cuenta de que la mancha del suelo era de color rojo oscuro, pero no mucho mayor que la palma de la mano. Despues giro la muneca para mirar el pinchazo. Casi habia dejado de manar sangre. Un ultimo par de gotas brotaron, se fundieron como manos de mellizos buscandose y se coagularon igual de lentamente.

Mientras tanto, los golpes del otro lado habian cesado y lo unico que oia era el aire filtrandose por la rendija de la compuerta y las palpitaciones de los oidos. Se oian con mas intensidad que antes. Ahora que se fijaba, le estaba entrando dolor de cabeza, a la vez que le dolian el cuerpo y las articulaciones, como si fuera la antesala de una gripe.

Entonces asio la pieza de plastico y volvio a apretarla con fuerza contra la herida, que se habia cerrado. Arano a los lados y arriba y abajo para agrandar el agujero.

– ?Ya he llegado, mama! -grito una voz. Era Lasse.

La voz de su hermano sono temerosa por el sistema de altavoces.

– Yo queria cambiar la bateria, pero mama me ha dicho que vaya a por la porra, Lasse. No he podido romper el cristal, he hecho lo que he podido.

– No puede romperse asi -respondio Lasse-. No es suficiente. No habras chafado los detonadores, ?verdad?

– No, he mirado bien donde golpeaba -respondio su hermano-. De verdad, Lasse.

Merete saco la pieza de plastico y alzo la vista hacia el cristal machacado, que irradiaba en todas direcciones. Ahora la herida de la muneca sangraba mas, pero no mucho. Santo Dios, ?por que no? ?Habria pinchado una vena, en vez de una arteria?

Entonces se pincho la otra muneca. Fuerte y profundo desde el principio. Sangraba mas, oh, gracias a Dios.

– No hemos podido evitar que la policia entrase en la finca -dijo de pronto la bruja al otro lado.

Merete contuvo el aliento. Vio que la sangre se abria paso finalmente y empezaba a manar a mas velocidad. ?La policia habia estado alli?

Se mordio los labios. Sintio que su dolor de cabeza iba a mas y que su ritmo cardiaco disminuia con la misma rapidez.

– Saben que el terreno era de Hale -continuo la mujer-. Uno de ellos ha dicho que no sabia que Daniel Hale se hubiera matado cerca de aqui, pero mentia, Lasse, me he dado cuenta.

Merete empezo a notar presion en los oidos. Como cuando un avion se prepara para aterrizar, solo que mas rapido y con mayor intensidad. Trato de bostezar, pero no pudo.

– ?Que querian de mi? ?Tiene que ver con el tipo del que han escrito los periodicos? ?El del nuevo departamento? -interrogo Lasse.

Los tapones de los oidos hacian que las voces sonaran mas lejanas, pero Merete se resistia. Queria oirlo todo.

– No lo se, Lasse -dijo la mujer varias veces, casi gimoteando.

– ?Por que crees que van a volver? -continuo Lasse-. Les has dicho que estaba navegando, ?no?

– Pero Lasse, ya saben en que naviera trabajas. Han oido hablar del coche que viene de la naviera, se le ha escapado al negro, y el policia danes se ha cabreado, era evidente. Seguro que ya saben que llevas varios meses en tierra. Que estas en el departamento de catering. Se van a enterar, Lasse, lo se. Tambien que envias aqui varias veces por semana la comida que sobra en coches de la naviera, basta hacer una

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