gente que se habia muerto con los ojos abiertos en medio de una frase.
– ?Estas ahi, Assad? -pregunto sin esperar respuesta.
Se inclino hacia el, abrio la guantera y encontro un paquete de Lucky Strike medio aplastado.
– Carl, ?no puedes dejar de fumar? El coche apesta -llego la voz sorprendentemente alerta de Assad.
Si un poco de humo le causaba problemas, no tenia mas que irse andando a casa.
– Para aqui -continuo Assad. A lo mejor habia tenido la misma idea.
Carl cerro la guantera y encontro un espacio para aparcar frente a una de las pistas que llevaban a la playa.
– Ahi pasa algo, Carl -continuo Assad, dirigiendole una mirada sombria-. He estado pensando en lo que hemos visto. Todo aquello era muy extrano en todo.
Carl movio la cabeza lentamente arriba y abajo. A aquel tio no se le escapaba una.
– En la sala de la senora mayor habia cuatro televisores.
– Vaya, yo solo he visto uno.
– Habia tres, uno al lado del otro, no muy grandes, a los pies de su cama. Estaban como tapados, pero he visto que estaban encendidos.
Debia de tener una vision medio de aguila medio de buho.
– Tres televisores encendidos bajo una manta. ?Los has visto a esa distancia? Si estaba oscuro como boca del lobo.
– Estaban ahi, junto a la cama, contra la pared. No eran grandes, casi como una especie de… -anduvo buscando la palabra- una especie de…
– ?Monitores?
Assad asintio brevemente con la cabeza.
– ?Y sabes que, Carl? Cada vez lo veo con mayor claridad en su mente. Habia tres o cuatro monitores. Se veia una luz gris o verduzca que atravesaba la manta. ?Que hacian alli? ?Por que estaban encendidos? ?Y por que estaban cubiertos, como para que no los vieramos?
Carl miro a la carretera, donde los camiones se abrian camino hacia la ciudad. Efectivamente, ?por que?
– Y otra cosa, o sea, Carl.
Ahora era Carl el que no queria oir. Tamborileaba en el volante con los pulgares. Si iban hasta Jefatura y seguian el proceso reglamentario, pasarian por lo menos dos horas hasta poder volver alli.
Entonces volvio a sonar el movil. Si era Vigga, iba a colgar. ?Como podia pensar aquella mujer que podia disponer de el dia y noche?
Pero era Lis.
– Marcus Jacobsen quiere verte en su despacho. ?Donde estas?
– Pues que espere, voy a hacer un registro. ?Es por el articulo del periodico?
– No lo se con seguridad, pero podria ser. Ya sabes como es. Se calla como un muerto cuando alguien escribe algo malo de nosotros.
– Pues dile que han encontrado a Uffe Lynggaard en buen estado. Y dile que estamos en ello.
– ?En que?
– Conseguir que los putos periodicos escriban algo positivo sobre mi y el departamento.
Despues hizo un giro de ciento ochenta grados y penso en poner la luz azul en el techo.
– ?Que era lo que me estabas diciendo, Assad?
– Lo de los cigarrillos.
– ?A que te refieres?
– ?Cuanto tiempo llevas fumando la misma marca?
Carl arrugo la nariz. ?Cuanto tiempo llevaba existiendo Lucky Strike?
– No se cambia de marca sin mas, ?verdad? Y la senora tenia diez paquetes de Prince con filtro sobre la mesa, paquetes sin abrir. Y tenia los dedos amarillos de fumar, pero su hijo no.
– ?Adonde quieres ir a parar?
– Ella fumaba Prince con filtro y el hijo no fumaba, estoy seguro de eso, o sea.
– Ya. ?Y…?
– Entonces, ?por que no tenian filtro los cigarrillos que rebosaban del cenicero?
Fue entonces cuando Carl puso la luz azul intermitente.
Capitulo 37
El mismo dia
El trabajo le llevo tiempo, porque el suelo estaba liso y los que estaban al otro lado controlandola por los monitores no debian sospechar del movimiento constante de la parte superior de su cuerpo.
Habia pasado la mayor parte de la noche sentada en medio de la celda, de espaldas a las camaras, afilando el trozo largo de la varilla de plastico que la vispera habia partido en dos a base de retorcerla. Por ironico que pareciera, aquella varilla de plastico de la capucha de su plumifero iba a convertirse en su instrumento para abandonar este mundo.
Dejo los dos palillos en el regazo y paso los dedos por encima. Uno era casi como un punzon, y al otro le habia dado la forma de una lima de unas afilada. Seguramente utilizaria aquel cuando estuviera preparado. Se temia que el palillo afilado como un punzon no iba a poder hacer un agujero lo bastante grande en su vena, y si no lo hacia lo bastante rapido la sangre en el suelo la descubriria. No tenia la menor duda de que disminuirian la presion tan pronto como se dieran cuenta. De manera que su suicidio tenia que ocurrir de manera efectiva y rapida.
No queria morir de la otra manera.
Cuando oyo por los altavoces que hablaban en alguna parte del otro lado, se metio las varillas en el bolsillo e inclino el tronco hacia delante, como si se hubiera dormido en esa postura. Cuando se ponia asi, Lasse le solia gritar sin que ella reaccionara, de modo que no habia en ello nada fuera de lo comun.
Estaba sentada pesadamente con las piernas cruzadas, mirando con fijeza la larga sombra que creaban los focos con su cuerpo. Alli, en lo alto de la pared, estaba su autentico yo. Una silueta nitidamente dibujada de una persona en decadencia. El pelo revuelto cubriendole los hombros, un plumifero gastado sin contenido. Un resto del pasado, que desapareceria cuando apagaran la luz, pronto. Era 4 de abril de 2007. Le quedaban cuarenta y un dias de vida, pero iba a suicidarse cinco dias antes, el 10 de mayo. Ese dia Uffe cumpliria treinta y cuatro anos, y mientras ella se pinchaba pensaria en el, y le enviaria un mensaje de amor y carino, y le contaria lo bella que podia ser la vida. Su rostro iluminado seria lo ultimo que veria. Su querido hermano Uffe.
– Hay que darse prisa -oyo gritar a la madre por los altavoces al otro lado de la pared de cristal-. Lasse llegara dentro de diez minutos, o sea que hay que tenerlo todo preparado. Venga, chaval, muevete.
Su voz sonaba febril. Tras los cristales de espejo se oia ruido de cacharros y Merete miro a la compuerta. Pero no entraron los cubos. Su reloj interno tambien le decia que era demasiado temprano.
– Pero mama -respondio a gritos el joven flaco-, necesitamos otro acumulador aqui dentro. No hay corriente en esta bateria. No podemos provocar la explosion si no la cambiamos. Me lo dijo Lasse hace un par de dias.
?Explosion? Una sensacion gelida recorrio el cuerpo de Merete. ?Iba a ser ahora?
Se hinco de rodillas en el suelo y trato de pensar en Uffe mientras frotaba la varilla con forma de cuchillo contra el suelo de hormigon pulido. Tal vez le quedaran solo diez minutos. Si se hacia un corte lo bastante profundo, tal vez se quedara inconsciente al cabo de cinco minutos. De eso se trataba.
Mientras la pieza de plastico cambiaba de forma con excesiva lentitud, ella respiraba pesadamente entre sollozos.
Seguia demasiado roma. Miro de reojo hacia las tenazas, cuyas mordazas habian perdido el filo al rascar su mensaje en el suelo de hormigon.
– Aaah -susurro; un dia mas y lo habria terminado. Despues se seco el sudor de la frente y se llevo la muneca hacia la boca. Tal vez pudiera abrirse las venas con los dientes si agarraba bien. Mordio un poco la carne, pero no hizo presa. Despues giro la muneca y lo intento con los colmillos, pero estaba demasiado delgada y agotada. Sus huesos se interponian y sus dientes no estaban lo bastante afilados.