adultos, que se quedaran en casa durante horas sin alguien que los cuidara. Asi no podemos seguir. Ya es hora de que…

– Ya es hora de que yo me retire.

Inger Johanne se levanto de forma maquinal. Miro directamente a la camara, un ciclope electronico que le devolvia la miraba con un ojo gris y vacio que la dejo helada. Aun tenia el microfono prendido a la solapa.

– Esto pasa de castano oscuro. En algun lugar, ahi fuera -elevo el dedo hacia a la camara-, esta sentado un viudo cuya hija desaparecio hace una semana. Y tambien un matrimonio. Les han robado a su hijo; se lo quitaron en mitad de la noche. Y aqui estas tu… -apunto a Solveig Grimsrud con una mano tremula-, diciendoles que ha pasado lo peor. No tienes ninguna, repito, ninguna base para sostener algo asi. Es desconsiderado, cruel…, irresponsable. Como ya he dicho, solo conozco estos casos por los medios de comunicacion, pero espero… Lo cierto es que estoy segura de que la policia no se ha cerrado en banda como tu. Aqui y ahora soy capaz de imaginar seis o siete explicaciones alternativas de estos secuestros, tan convincentes o tan absurdas como las demas. Pero por lo menos estan mucho mas fundamentadas que tus especulaciones sensacionalistas. Hace solo un dia que desaparecio el pequeno Kim. ?Un dia! No tengo palabras… -No era solo una frase hecha. Se quedo callada. Despues se arranco el microfono de la solapa y se marcho. La camara la siguio hasta la puerta del estudio, con movimientos bruscos y poco usuales.

– Bueno -dijo el presentador. Le sudaba el labio superior y respiraba con la boca abierta-. Ya hemos pasado por esto en otras ocasiones.

En otra parte de Oslo, dos hombres estaban sentados mirando la television. El mayor de ellos sonrio levemente, el mas joven asesto un punetazo a la pared.

– Joder. Que tia. ?La conoces? ?Has oido hablar de ella?

El mayor de ellos, el comisario Yngvar Stubo de la Kripos, asintio con aire ausente.

– He leido la tesis de la que ha hablado. Bastante interesante, la verdad. Ahora esta investigando sobre el seguimiento por parte de los medios de comunicacion de los crimenes mas brutales. Por lo que entendi de un articulo que lei, esta estudiando el modo en que afecto a una serie de condenados el hecho de que su caso tuviese o no mucha repercusion en la prensa. El punto en comun es que todos proclamaban su inocencia. Lleva muchos anos estudiando eso. Desde los anos cincuenta, creo. No se por que.

– Al menos la senora tiene agallas -comento Sigmund Berli con una sonrisa-. Creo que nunca habia visto a nadie levantarse y largarse. ?Es tremendo! ?Sobre todo porque tiene razon!

Yngvar Stubo se encendio un puro enorme, senal de que daba la jornada laboral por terminada.

– Tiene tanta razon que seria muy interesante hablar con ella -respondio poniendose su chaqueta-. Nos vemos manana.

8

Un nino que va a morir no lo sabe. No piensa en absoluto en la muerte. Lucha por un puro instinto de supervivencia, como las lagartijas que estan dispuestas a renunciar a la cola cuando corren peligro de muerte. Toda criatura lleva en sus genes el impulso de sobrevivir, y los ninos no son una excepcion, aunque no sean capaces de representarse la muerte. Los temores de los ninos son muy concretos: temen a la oscuridad, a los extranos quizas, a separarse de su familia, al dolor, a los ruidos misteriosos y a perder objetos preciados. La muerte, en cambio, resulta incomprensible para la mente infantil.

Un nino que va a morir no lo sabe.

Asi pensaba el hombre mientras lo preparaba todo.

Lleno un vaso de Coca-Cola y empezo a preguntarse por que se entregaria a este tipo de reflexiones. Aunque no habia elegido al nino por casualidad, tampoco lo unia a el sentimiento alguno. El nino era para el, desde el punto de vista emotivo, un completo desconocido, un peon en una partida importante. No iba a notar nada. En cierto modo, esto sera lo mejor para el nino. La anoranza de sus padres, ese dolor tan comprensible en un nino de solo cinco anos, debia de ser mas inhumano que una muerte rapida e indolora.

El hombre machaco una pastilla de Valium y la disolvio en el refresco. Se trataba de una dosis pequena, apenas suficiente para dormir al nino. Convenia que estuviese dormido cuando llegase el momento; era lo mas sencillo, lo mas practico. Ponerle una inyeccion a un crio ya resulta lo bastante dificil, como para encima tener que lidiar con sus chillidos y pataleos.

De tanto oir el burbujeo del vaso de Coca-Cola le dio sed. Se humedecio los labios con la lengua. Un escalofrio le recorrio la espalda. En cierta medida estaba ansioso por poner manos a la obra, por llevar a cabo un plan tan meticulosamente preparado.

Le llevaria seis semanas y cuatro dias, si todo salia segun lo previsto.

9

Apenas se notaba que solo faltaba poco mas de un mes para el sol de medianoche. Una niebla gris flotaba sobre el lago de Sogn, y los arboles seguian desnudos. En algun que otro sauce despuntaban unos pocos brotes, y en las laderas que daban al sur las farfaras tenian ya los tallos largos, pero, por lo demas, podria haber sido perfectamente 14 de octubre en vez de 14 de mayo. Una nina de seis anos con un peto rojo y botas de agua amarillas se quito el gorro.

– Ahi no, Kristiane. Al agua no.

– Dejala que chapotee, mujer. Lleva puestas las botas.

– ?Por Dios, Isak! ?El agua es demasiado profunda! ?Kristiane! ?Eso no!

La nina no hacia caso. Tarareaba una melodia monotona, y el agua le cubria ya las botas, que se le estaban llenando con un gorgoteo. La nina mantenia la vista fija al frente mientras repetia las cuatro notas una y otra vez.

– Te has empapado -la rino Inger Johanne Vik cuando la nina regreso a la orilla.

Esta desplego una gran sonrisa sin despegar los ojos de sus propios pies y dejo de cantar. La madre la asio del brazo y la sento en un banco situado a un par de metros de alli. De una mochila saco unos leotardos secos, un par de calcetines gruesos y unas zapatillas de deporte para ponerselos a Kristiane, pero esta no se dejaba. Estaba rigida y apretaba con fuerza una pierna contra la otra, de nuevo con la mirada perdida. En el fondo de su garganta sonaban las mismas notas de siempre, dam-di-rum-ram. Dam-di-rum-ram.

– Te vas a poner mala -le advirtio Inger Johanne-. Te vas a constipar.

– Constipar. -Kristiane sonrio y sus ojos se encontraron con los de la madre en un repentino momento de concentracion.

– Si. Enferma.

Inger Johanne intentaba retener su mirada, aprisionarla.

– Dam-di-rum-ram -tarareo Kristiane antes de volver a quedarse petrificada.

– Vamos. Dejame.

Isak levanto a su hija en volandas y la lanzo por los aires.

– Papa -gritaba Kristiane riendo-. ?Mas!

– Alla va -exclamo Isak, y dejo que la nina arrastrara las botas empapadas por el suelo antes de arrojarla otra vez hacia la niebla-. ?Kristiane es un avion!

– ?Avion! ?Avion viajero! ?Hombre gaviota!

Inger Johanne no sabia de donde sacaba la nina todo aquello. Construia frases que no usaban ni Isak ni ella ni casi nadie, pero que siempre poseian una especie de logica, una profundidad que no se apreciaba al instante, pero que denotaba una sensibilidad hacia la lengua que contrastaba fuertemente con las palabras cortas y sencillas que la nina empleaba normalmente, y solo cuando estaba de humor.

– Dam-di-rum-ram.

El viaje en avion habia terminado, y sonaba de nuevo la cantinela. Pero ahora Kristiane, tranquilamente

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