clara de lo que sabia la Policia. El articulo que aparecio en la tirada dominical del Dagbladet era en si suficientemente aterrador, pero no podia ser cierto. Jorgen Lavik habia jurado y perjurado su inocencia, eso si que rezumaba de los rotativos, con lo cual era imposible que hubiese hablado. Nadie mas sabia quien era, asi que no habia, ni podia haber, peligro alguno.

El miedo no se dejo convencer, se le agarro con sus zarpas ensangrentadas al corazon y le provoco un intenso dolor. Durante un instante respiro de manera entrecortada para intentar recobrar el control de si mismo. Cogio una cajita con pastillas del bolsillo interior de su chaqueta, saco torpemente una pildora y se la coloco bajo la lengua. Le alivio, recupero el ritmo respiratorio y consiguio correr un tupido velo sobre la parte mas agobiada de su persona.

– Por Dios, ?que te pasa? -La secretaria, que iba siempre como un pincel, se habia asomado estupefacta a la puerta y se abalanzo sobre su jefe-. ?Va todo bien? Tienes el rostro completamente gris.

La preocupacion parecia sincera; aquella mujer idolatraba a su jefe. Ademas, sentia un terror obstinado ante la piel gris y humeda desde que su marido habia fallecido en la cama junto a ella cinco anos antes.

– Ya estoy mucho mejor -aseguro el, que se desembarazo de la mano que la mujer habia posado sobre su frente-. Es cierto, muchisimo mejor.

La secretaria salio atolondrada a por un vaso de agua. Cuando regreso, el viejo habia recobrado parte de su color facial natural. Se bebio el agua con avidez y con una sonrisa ajada pidio mas. La mujer se precipito por otro vaso que desaparecio con la misma premura.

Despues de haberse asegurado repetidas veces de que todo iba bien, la secretaria se retiro con reticencias a la antesala. Inquieta, fruncio el ceno y dejo la puerta entreabierta, con la esperanza de que el hombre al menos diera alguna senal antes de morir. El hombre gris se levanto con firmeza y cerro la puerta tras ella.

Tenia que hacer de tripas corazon y recomponerse. Tal vez debiera tomarse unos dias libres. Lo mas importante era mantenerse completamente neutral con todo lo que estaba cayendo. No le podian pillar, lo mas sensato era mantener el tipo mientras se lo pudiera permitir. Pero debia, «tenia» que averiguar lo que sabia la Policia.

– ?Cuanto se puede ganar en realidad con las drogas?

La pregunta resultaba llamativa, puesto que la formulaba una investigadora que llevaba muchas semanas trabajando con un caso de estupefacientes. Pero Hanne Wilhelmsen nunca tenia miedo de plantear preguntas banales y, en los ultimos tiempos, habia empezado a preguntarselo seriamente. Si hombres mas o menos respetados, con unos ingresos muy por encima de lo que ella consideraria altos, estaban dispuestos a arriesgarlo todo para ganar unos cuartos de mas, tenia que tratarse de grandes cantidades de dinero.

Billy T. no se sorprendio en absoluto. Las drogas eran una cosa difusa y poco clara para la mayoria de la gente, incluso dentro de la Policia. Para el, en cambio, el concepto era bastante tangible: dinero, muerte y miseria.

– Este otono, las Policias encargadas de los asuntos de drogas en los paises nordicos han requisado once kilos de heroina a lo largo de seis semanas -dijo-. Hemos arrestado a unos treinta correos en todos estos paises, y ha sido gracias a la investigacion de la Policia noruega. -Parecia orgulloso de lo que contaba, y probablemente tenia razones para estarlo-. Un gramo proporciona un minimo de treinta y cinco dosis. En la calle, cada dosis cuesta unas 250 coronas. Asi que te puedes hacer una idea de las sumas de las que estamos hablando.

Hanne apunto las cifras en una servilleta, pero esta se desgarro.

– ?En torno a ocho mil setecientas coronas por gramo! Eso son… -con los ojos cerrados y la boca moviendose en silencio, renuncio a la servilleta e hizo una serie de calculos mentales, luego abrio los ojos- 8,7 millones por kilo, casi cien millones por los once kilos. ?Once kilos! ?Eso no ocupa mas que un cubo lleno! Pero ?hay mercado para tanto dinero?

– Si no hubiera mercado, no lo importarian -comento Billy T. en tono seco-. Y la introduccion en el pais es desesperantemente sencilla con el tipo de fronteras que tenemos nosotros, ya sabes, incontables entradas de barcos y aterrizajes de aviones, ademas del trafico de los coches que entran por los pasos fronterizos. Es evidente que es imposible llevar a cabo un control demasiado efectivo. Pero, por suerte, la distribucion es mas problematica. La lleva un mundillo completamente podrido, y a eso nosotros le sacamos partido. En las investigaciones sobre drogas dependemos de los chivatazos. Aunque gracias a Dios, chivatazos tenemos un monton.

– Pero ?de donde sale todo?

– ?La heroina? En su mayor parte de Asia. De Pakistan, por ejemplo. El sesenta o setenta por ciento de la heroina noruega viene de alli. Por lo general, el material ha pasado por Africa antes de llegar a Europa.

– ?Africa? Eso es un rodeo, ?no?

– Si, geograficamente tal vez si, pero alli hay muchos correos dispuestos. Pura explotacion de africanos muertos de hambre que no tienen nada que perder. ?En Gambia tienen escuelas para aprender a tragarse la droga! «Gambian swallow school.» Esos chicos son capaces de tragar grandes cantidades de la sustancia. Primero fabrican bolas de unos diez gramos cada una, las envuelven con papel de plata y calientan el plastico para sellar el paquete. Luego llenan un condon de bolas de esas, lo impregnan de alguna sustancia y se lo tragan entero. No te creerias lo que son capaces de tragar. Entre uno y tres dias mas tarde, sale por el otro lado. Entonces hurgan un poco en la mierda y, ?hala!, ?somos ricos!

Billy T. lo contaba con una mezcla de asco y entusiasmo. Casi habia terminado de comer, una enorme cantidad de pan integral con fiambre. Todo lo que habia comprado en la cantina eran dos botellas de medio litro de leche y un cafe. Se lo estaba comiendo todo en un tiempo record.

– Como dijo el maestro Galeno: «Quien quiera comer y lo haga despacio, lo hara con sabiduria».

Billy T. interrumpio por un momento la ingesta y la miro sorprendido.

– El Coran -le explico Hanne.

– Bah, el Coran…

Siguio comiendo al mismo ritmo.

Hanne no habia tenido tiempo de desayunar aquella manana, y mucho menos de prepararse una tartera. Una rebanada de pan seco con gambas descansaba a medio comer sobre su plato. Billy T. comento que no habian sido precisamente muy generosos con las gambas y asintio en direccion al triste bocadillo. La mayonesa tenia mal aspecto; aun asi, la subinspectora habia aplacado lo peor del hambre. El resto no se lo iba a comer.

– La cocaina, en cambio, por lo general, viene de Sudamerica. Por Dios, ahi abajo hay regimenes enteros que se mantienen gracias a que nuestras sociedades generan la necesidad de droga en mucha gente. Solo en este pais se vende por miles de millones al ano. Eso creemos. Con unos siete mil drogadictos que compran material por unas dos mil coronas al dia, te salen unas sumas increibles. ?Que si da mucho dinero? Sin duda. Si no fuera ilegal, creo que yo mismo me meteria en el negocio. De inmediato.

Ella no lo dudo, estaba perfectamente enterada de la costosa politica de contribucion familiar de Billy T. Por otro lado, con el aspecto que tenia seria bastante vulnerable en un control fronterizo. Al menos seria el primero al que pararia ella.

La cantina se estaba empezando a llenar, ya era casi la hora del almuerzo. Cuando varias personas hicieron ademan de quererse sentar en su mesa, Hanne considero que habia llegado el momento de volver al trabajo. Antes de que se retirara, Billy T. le prometio, por lo mas sagrado, que iba a buscar la bota perdida.

– Estamos todos en guardia -sonrio el policia-. He distribuido una foto del alijo entre todas las unidades. ?Ha dado comienzo la gran caza de la bota!

Amplio aun mas la sonrisa y le dedico un saludo de boy scout, llevandose dos dedos a la cabeza rapada.

Hanne le devolvio la sonrisa. Realmente el tipo era todo un policia.

La habitacion ofrecia la garantia de no tener aparatos de escucha, como era natural. Se hallaba al fondo de un pasillo de la tercera planta del numero 16 de la calle Platou. Desde fuera, el edificio parecia completamente aburrido y anonimo, una impresion que se veia reforzada por la gente que conseguia entrar. La casa alojaba el cuartel general de los servicios secretos desde 1965. Era pequena y angosta, pero servia para sus propositos. Era lo bastante discreta.

Tampoco el despacho era muy grande. Estaba vacio por completo, aparte de una mesa cuadrada de un material plastico que ocupaba el centro de la habitacion, con cuatro sillas a cada lado, ademas de un telefono que se encontraba en el suelo, en un rincon. Las paredes estaban desnudas y eran de un color amarillo sucio que reflejaba amablemente la luz hacia los tres hombres sentados a la mesa.

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