– Permiteme que por una sola vez en este dia me sienta como un hombre -le suplico.

Tampoco fue mucho pedir, pago y redondeo el importe con tres coronas de propina. El chico con el pelo aceitoso los acompano hasta la salida sin soltar la sonrisa de su boca, y los invito a volver. No parecio muy sincero.

La fatiga se habia instalado como una capucha prieta y negra alrededor de la migrana. Los ojos se le cerraban cada vez que dejaba de hablar durante unos minutos. Saco un frasco de suero para los ojos del bolsillo de su chaqueta, se echo hacia atras, aparto las gafas y se lleno los ojos de liquido. Le quedaba muy poco suero y eso que habia comprado el botecito esa misma manana.

Hakon movio la cabeza de un lado para otro intentando distender un poco los musculos del cuello, que estaban tensos como las cuerdas de un arpa. Se encogio al forzar demasiado y noto un fuerte calambre alzarse en el lado izquierdo.

– ?Ay, ay, ay! -rugio, frotandose febrilmente la zona dolorida.

Hanne miro el reloj por enesima vez, faltaban cinco minutos para la medianoche. Era imposible predecir si que la decision tardara tanto en llegar era buena o mala senal. El juez seria muy concienzudo en su trabajo si decidia encarcelar a un abogado. Por otro lado, tampoco haria una chapuza si dictaba una sentencia de puesta en libertad. Estaba claro que, en cualquier caso, independientemente del contenido, recurririan la sentencia.

Bostezo con tanto impetu que su mano pequena y estrecha no alcanzo a tapar del todo su boca. La mujer se recosto echando la cabeza hacia atras y Hakon pudo comprobar que carecia de amalgama en las muelas.

– ?Que experiencia has tenido con los empastes de plastico? -pregunto, de un modo muy inoportuno; ella le miro sorprendida.

– ?Empastes de plastico? ?Que quieres decir?

– Pues veo que no tienes amalgama en los dientes. Le he estado dando vueltas a si me cambio los empastes o no. Lei un articulo que echaba pestes sobre la «plata», sobre toda la mierda que contiene, el mercurio y esas cosas. He leido incluso que hay personas casi invalidas debido al uso de amalgama. Pero mi dentista me previene, dice que la amalgama es mucho mas dura.

Se inclino hacia el, la boca abierta de par en par, y el pudo constatar que todo estaba completamente blanco.

– Ninguna caries -dijo ella sonriendo y con cierto orgullo-. Lo cierto es que soy un poco mayor para pertenecer a la «generacion sin caries», pero teniamos un pozo donde creci. Mucho fluor natural, seguramente era peligroso, pero en la vecindad eramos dieciseis ninos y todos crecimos sin tener que acudir al dentista.

Dientes. Incluso los dientes acababan convirtiendose en tema de conversacion.

El fiscal adjunto se acerco de nuevo a comprobar el fax; como la vez anterior y la anterior y la anterior a esa, estaba todo en orden. La lucecita verde lo miraba fijamente con aires de arrogancia, pero, por si acaso, reviso una vez mas si el cajon alimentador tenia papel. Evidentemente estaba lleno. Un bostezo quiso abrirse camino, pero lo retuvo apretando las mandibulas y sus ojos se llenaron de lagrimas. Agarro el mazo de cartas usadas y lanzo una mirada interrogativa hacia la subinspectora; ella se encogio de hombros.

– Por mi si, pero juguemos a otro juego. Al casino, por ejemplo.

Les dio tiempo a jugar dos bazas hasta que la maquina de fax soltara un grunido prometedor. La luz verde habia cambiado a ambar; al cabo de unos segundos, la maquina se trago la primera hoja blanca de la bandeja. El folio permanecio un rato en las entranas de la maquina hasta que saco la cabeza por el otro lado, hermosamente adornado con la caratula del juzgado de instruccion de Oslo.

Los dos policias notaron como les subia el ritmo cardiaco. Una sensacion desagradable de hormigueo empezo a reptar por la espalda de Hakon y este se estremecio.

– ?Empezamos con estas hojas o esperamos a que salgan todas? -pregunto con una sonrisa apagada.

– Vamos a por una taza de cafe y cuando regresemos habran salido todas. Es mejor que quedarnos aqui a esperar la ultima pagina.

Se sintieron tremendamente solos cuando salieron del cuarto al pasillo. Ninguno dijo nada. No quedaba cafe en la salita, asi que debia haber mas gente en la seccion, pues Hanne habia puesto una cafetera hacia menos de una hora. Hakon opto por entrar a su despacho, abrio la ventana y agarro una bolsa de plastico que colgaba de un clavo en el marco. Saco dos botellas de medio litro de naranjada.

– «Garantizado, el unico refresco que no sirve mas que para aplacar la sed» -cito con humor negro.

Hicieron sonar las botellas en un sordido brindis, y Hakon no hizo nada para evitar un potente y sonoro eructo. Hanne regurgito un poco y volvieron muy despacio a la sala de operaciones. Olia a cera. Los suelos relucian como no lo hacian desde hacia mucho tiempo.

Cuando entraron en la habitacion, el asqueroso ojo verde habia vuelto a ocupar el lugar de su colega amarillo. La maquina habia vuelto a su estado de zumbido aletargado.

Un buen monton de hojas descansaba en la bandeja de plastico que hacia pocos minutos estaba vacia. Con la mano temblorosa, mas por el cansancio que por la excitacion, Hakon recogio el fajo de papeles, los junto y paso velozmente las hojas hasta llegar a la ultima pagina. Se hundio en el sillon y leyo en alto:

– «El sospechoso Jorgen Ulf Lavik permanecera en prision preventiva hasta que los tribunales o el Ministerio Fiscal dictaminen otra cosa; aun asi, el encarcelamiento no debera sobrepasar la fecha del lunes 6 de diciembre. Se le impone incomunicacion total durante ese periodo.»

– ???Dos semanas!!! -El cansancio fue ahuyentado por una fuerte dosis de adrenalina-. ?Le han caido dos semanas!

Se levanto bruscamente del sofa, tropezo con la mesita y se echo al cuello de Hanne. Los papeles revoloteaban a su alrededor. -Tranquilo -dijo ella riendose-. Dos semanas constituyen literalmente media victoria, pediste cuatro semanas.

– Dos semanas es poco, es cierto, pero podemos trabajar las veinticuatro horas del dia y juro que… -Dio un punetazo en la mesa antes de proseguir-: ?Me juego el sueldo de un mes a que podremos colgarle mas a este mierda antes de que acaben las dos semanas!

Su entusiasmo y optimismo infantil no contagiaron de inmediato a la subinspectora, que estaba mas preocupada por recoger los papeles y colocarlos en orden.

– Veamos lo que nos cuenta el juez.

Tras una lectura exhaustiva, el auto dificilmente podia considerarse como una medio victoria, como mucho podia estirarse hasta reconocer que era un octavo de victoria.

El abogado del Tribunal Supremo Bloch-Hansen recibia respaldo, al menos en gran medida, en sus valoraciones acerca del testimonio de Karen Borg. El tribunal compartia el juicio del defensor de que la carta de despedida de Van der Kerch no podia considerarse como una dispensa del secreto profesional. Era necesario realizar una evaluacion mas profunda sobre las intenciones que movieron al holandes en su dia, una estimacion que debia hacer enfasis en si se podia presuponer que el chico iba a salir ganando si los detalles salian a la luz. Existian ciertos indicios que indicaban que no era el caso, ya que la declaracion hasta cierto punto lo incriminaba a el mismo; por lo tanto, podia danar su reputacion. En cualquier caso, opinaba el tribunal, la declaracion de la letrada Borg era demasiado escueta con relacion a los planteamientos del asunto. Por consiguiente, el tribunal optaba, en el momento y condiciones actuales, por descartar la explicacion, puesto que podia estar en conflicto con las decisiones procesales.

A continuacion, el tribunal consideraba, con ciertas reservas, que existian razones fundamentadas para presumir la existencia de hechos punibles, aunque solo en relacion con el apartado I de la imputacion de cargos, es decir, con el importe especifico de dinero encontrado en casa de Frostrup. Segun el tribunal no existia un motivo razonable para suponerle al abogado otro delito mientras no se pudiera tener en cuenta la declaracion de Karen. El peligro de destruccion de pruebas era manifiesto, y el juez se habia limitado a refrendarlo en una frase. Tampoco un encarcelamiento de dos semanas podia considerarse una intervencion desproporcionada, a tenor de la importancia y gravedad del caso. Veinticuatro gramos de droga dura representaban una cantidad considerable: su valor en la calle alcanzaba las doscientas mil coronas. El resultado fueron dos semanas a la sombra.

Roger quedaba en libertad.

– Mierda -dijeron a la vez los dos policias.

Roger solo estaba involucrado por la declaracion de Han van der Kerch, mientras esta fuera inservible al tribunal solo le quedaba los numeros de telefono codificados. Aquello no era suficiente para retenerle, asi que fue puesto en libertad.

Sono el telefono y ambos se sobresaltaron como si el leve sonido telefonico fuera una alarma de incendios.

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