– Solo quiso un poco de Coca-Cola. No ha probado bocado desde el viernes -contesto ella en voz baja-. No es culpa nuestra, lo han tratado a cuerpo de rey.

El juez tambien parecio preocuparse por el estado del detenido. Midio varias veces a Lavik con la mirada hasta que ordeno a los dos policias que lo custodiaban quitar la cabina de acusados y poner una silla en su lugar. La estricta mujer del ordenador se libero por un instante de su propia imagen, bajo del estrado y ofrecio a Lavik un vaso de agua y una servilleta de papel.

Una vez que el juez hubo comprobado que Lavik no se encontraba tan cerca de la muerte como aparentaba, pudieron comenzar. Sand tomo la palabra y, en el momento en que se levantaba, Hanne le dio un golpecillo de animo en el muslo. El impacto fue mas fuerte de lo pretendido y con el dolor le entraron ganas de salir corriendo al excusado.

Cuatro horas mas tarde, tanto el fiscal como el abogado defensor habian seguido el ejemplo del juez y se habian quitado la chaqueta. Wilhelmsen tambien se habia despojado de su jersey, mientras Lavik daba la impresion de tener frio. Solo la mujer del ordenador mantuvo el gesto imperterrito. Hacia poco mas de una hora habian hecho un pequeno receso, pero nadie en la sala habia tenido el valor de salir y mostrar la zarpa a los lobos que deambulaban por los pasillos. Cada vez que se hacia el silencio en la sala, era facil comprobar que el exterior seguia repleto de gente.

Lavik acepto hablar, pero lo hizo con una lentitud exasperante; media cada palabra con una balanza de oro. La historia del abogado no aporto nada nuevo, lo nego todo y se cino a la version que en su dia le dio a la Policia. Incluso pudo explicar, de alguna manera, por que habian encontrado sus huellas dactilares en los billetes. Su cliente sencillamente le habia pedido dinero prestado, cosa que Lavik afirmo que no era inusual. A la acida pregunta por parte de Hakon de «si se dedicaba a repartir dinero entre todos sus clientes mas desfavorecidos», el contesto afirmativamente, y anadio que podia aportar testigos y testimonios para corroborarlo. Evidentemente, Lavik no pudo explicar por que un billete de mil coronas, legalmente adquirido, habia acabado junto al dinero sucio del narcotrafico en una bolsa de plastico debajo de un entablado en la calle de Moss, pero no se le podia achacar que su cliente hiciese cosas raras. Sobre su relacion con Roger, relato una historia bastante creible: en alguna ocasion habia echado un cable al hombre ayudandole con cosas como la declaracion de la renta, alguna que otra multa de trafico, etc. El problema de Hakon Sand era que Roger habia contado exactamente la misma historia.

En cualquier caso, la explicacion sobre el billete de mil coronas fue bastante vacua. Aunque era muy dificil leer o captar algo en el rostro del pequeno juez, Hakon se sintio relativamente tranquilo. A este respecto, estaba claro que uno de los pilares de la imputacion iba a aguantar. ?Seria suficiente? Ya se veria al cabo de un par de horas, ahora tenia que jugarse el todo por el todo. Hakon inicio el procedimiento.

El dinero y las huellas dactilares conformaron la parte mas importante de su argumentacion. Luego repaso la relacion misteriosa entre Roger y Lavik y hablo de los numeros de telefono codificados. Hacia el final, derrocho veinticinco minutos en exponer lo que Van der Kerch le habia contado a Karen, antes de culminar con una retahila tenebrosa acerca del peligro de destruccion de pruebas y el de huida.

Eso era todo lo que tenia, punto final. No dijo ni una sola palabra sobre las vias de comunicacion y suministro que manejaba Hans A. Olsen a traves del difunto y desfigurado Ludvig Sandersen, nada sobre las hojas de codigos, absolutamente nada sobre la presencia de Lavik en la carcel los dias en que Van der Kerch entro en psicosis y Frostrup tomo la sobredosis.

El dia antes se habia mostrado muy seguro de si mismo, lo habian estudiado y comentado, lo habian discutido y argumentado. Kaldbakken se habia mostrado favorable a lanzarse con todo lo que tenian, invocando la conviccion que habia abanderado Hakon tan solo unos dias antes. Pero finalmente el inspector habia tenido que rendirse, Hakon estuvo convincente y seguro de si mismo. Ya no lo estaba. Buscaba febrilmente la replica final y contundente que se habia pasado toda la noche ensayando, pero esta se habia desvanecido. En su lugar trago saliva un par de veces, antes de balbucear que la Policia mantenia la demanda. Luego se le olvido sentarse y durante unos segundos se produjo un silencio embarazoso, hasta que el juez carraspeo y le recordo que no necesitaba permanecer de pie. Hanne le obsequio con una leve sonrisa alentadora y otro golpecito en el costado, mas flojo que la primera vez..

– Respetado tribunal -empezo diciendo el abogado defensor ya antes de ponerse totalmente de pie-. No cabe duda de que nos encontramos ante un asunto ciertamente delicado. Nos enfrentamos a un abogado que ha violado lo mas sagrado.

Los dos companeros que ocupaban el banquillo de la acusacion se sobresaltaron. ?Que demonios era esa? ?Pretendia el abogado Bloch-Hansen apunalar por la espalda a su propio cliente? Miraron en direccion a Lavik intentando captar alguna reaccion, pero el rostro triste y cansado del abogado no contrajo ni un musculo.

– Es una buena maxima no utilizar palabras mas fuertes que las que uno mismo pueda respaldar -continuo Bloch-Hansen, que se puso de nuevo la chaqueta como para asumir una actitud formal que hasta entonces no habia resultado perentoria en la enorme sala sobrecalentada. Sand se arrepintio de no haber hecho lo mismo, hacerlo ahora seria absurdo-.

Pero resulta lamentable… -Hizo una pausa retorica, casi pedante, para subrayar sus palabras-. En cualquier caso, resulta lamentable constatar que la abogada Karen Borg, que me consta que tiene una reputacion y un criterio intachables como letrada, no se haya percatado de que ha violado el parrafo 144 del Codigo Penal. -Una nueva pausa, el juez buscaba la mencionada disposicion, mientras que Hakon esperaba paralizado el desarrollo de los acontecimientos-. Karen Borg esta sujeta por la ley de secreto profesional -prosiguio el defensor-. Y la ha quebrantado. Entre los documentos que ha incluido veo algo que se parece a un consentimiento por parte de su difunto cliente, supongo que pretende que sirva de coartada a la terrible infraccion que ha cometido. Pero esto no puede, en modo alguno, ser suficiente. En primer lugar quiero hacer hincapie sobre el hecho de que el cliente en cuestion se encontraba en estado psicotico, lo cual es facilmente demostrable, y que, por lo tanto, no estaba en condiciones de decidir lo que mejor le convenia. Y, en segundo lugar, quiero dirigir la atencion del tribunal sobre la llamada carta de despedida del suicida, documento 17-1. -Paso parsimoniosamente las paginas hasta dar con la copia de aquella carta desesperada-. A tenor del contenido, resulta bastante poco claro, diria incluso muy poco claro, que los terminos utilizados encierren una exencion del secreto profesional. Tal y como yo interpreto este escrito, partiendo de que es una despedida, parece mas bien una patetica declaracion de amor a una abogada que, seguramente, fue muy buena y cercana.

– ?Pero si esta muerto!

Hakon no se pudo contener, se levanto a medias y abrio los brazos en forma de protesta, pero se volvio a espatarrar sobre la silla antes de que el juez pudiera amonestarle. El abogado defensor sonrio.

– Diario juridico, 1983, pagina 430 -dijo, remitiendose al papel que sostenia, y rodeo el estrado para dejar una copia de la sentencia sobre la mesa del juez-. Una para la fiscalia tambien -dijo ofreciendo una copia a Hakon, que tuvo que levantarse e ir a recogerla el mismo-. La mayoria fundamento su decision en que el secreto profesional, bajo ninguna circunstancia, finaliza cuando el cliente fallece -explico-. Lo mismo penso la minoria, en realidad. No puede prevalecer ninguna duda sobre este asunto, con lo cual volvemos a esta carta. -La sostuvo en alto, a una brazada de distancia y a la altura de sus ojos y cito-: «Has sido buena conmigo. Puedes olvidarte de lo que dije sobre lo de cerrar la boca. Escribe una carta a mi madre. Gracias por todo».

Coloco la carta en su sitio, encima de la carpeta. Hanne no sabia que pensar; Hakon tenia la piel de gallina y noto como su escroto se encogia hasta la minima expresion como cuando uno toma un bano helado.

– Esto -continuo el defensor-, esto no constituye una exencion del secreto profesional. La abogada Borg nunca deberia haberse explayado sobre el caso. Una vez que se ha propasado es importante que este tribunal no cometa el mismo error. Hago referencia al Codigo Penal y, mas concretamente, al parrafo 119; afirmo que este tribunal actuaria contra la ley si cimentase este juicio sobre la version de Borg.

Hakon estaba hojeando la separata que tenia delante. Sus manos temblaban tanto que tenia problemas para coordinar los movimientos, aunque finalmente dio con la sentencia. Mierda. Los tribunales debian aceptar las declaraciones de abogados que hubieran obtenido la informacion en el ejercicio de sus funciones.

Estaba muerto de miedo. Ya no le importaba Lavik, no le importaba el camello y presunto asesino Jorgen Ulf Lavik. Solo pensaba en Karen, que tal vez se hubiera metido en un lio serio, y todo por su culpa. Fue el quien insistio en quedarse con su trascripcion y, aunque ella en un principio no protesto, seguro que no la habria agitado como una bandera en el juicio si no le hubiesen obligado a hacerlo. Todo era culpa suya.

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