boxer. Aquello le confirio un aspecto ridiculo, con un jersey rosa de angora que se le fruncia por las patas delanteras y le colgaba del resto de su enclenque cuerpo, pero al menos dejo de temblar.
Habia llegado ya al extremo de los cabos al sur de Ommane y estaba buscando un calido rincon resguardado en el que ya se habia refugiado muchas veces en dias como estos, pero que siempre le resultaba igual de dificil de encontrar. Ahi estaba. Se sento sobre un cojin aislante y saco el termo. La leche con cacao tenia un definido sabor a muchos anos de cafe impregnado, pero no le importo. Permanecio mucho tiempo sentada, ensimismada y rodeada del ruido del mar revuelto y del viento que se cortaba en la gran piedra a sus espaldas. El boxer se habia acurrucado a sus pies y parecia un caniche rosa. Por algun motivo u otro se sentia inquieta. Habia ido alli buscando paz, pero esta habia desaparecido. Era raro, la tranquilidad siempre habia estado dispuesta a citarse con ella alli. Tal vez se hubiera enamorado de otra. Menuda traicion.
Los agentes de Policia no la encontraron. Aquel dia no llego a Oslo y ni siquiera supo que la estaban buscando.
Como era obvio, la cosa tenia que salir mal. Sin un solo asidero nuevo, no habia nada mas que aportar al juez. En esta ocasion, a Bloch-Hansen no le llevo mas de veinte minutos convencer al tribunal de que prolongar la prision preventiva constituia una decision insensata. Como era natural, el trabajo de Lavik se estaba viendo muy afectado por su encarcelamiento. Estaba perdiendo treinta mil coronas a la semana. Ademas, el abogado no era el unico afectado: tenia dos empleados cuyos puestos de trabajo estaban amenazados por su ausencia. Su posicion y su estatus social acentuaban sus padecimientos en este contexto y los enormes titulares de los periodicos no contribuian precisamente a mejorar la situacion. Si el tribunal, contra todo pronostico, aun pensaba que habia motivos para seguir sospechando de el en un caso penal, al menos debia mostrar consideracion por la carga extrema que suponia el encarcelamiento. En una semana, la policia deberia haber conseguido aportar algo mas, y no lo habia hecho. El abogado debia ser puesto en libertad. Su salud corria peligro, no habia mas que verlo para darse cuenta de ello.
Y el juez lo veia. Si en la vista anterior habia tenido mal aspecto, en esta ocasion desde luego no habia mejorado. No hacia falta ser medico para ver que el hombre estaba consumido. La ropa habia empalidecido al ritmo de su propietario; el joven abogado, antes tan boyante, tenia pinta de haber sido detenido despues de una malograda cena de Navidad para indigentes.
El juez se mostro de acuerdo. Su decision fue dictada en ese mismo momento. La profunda depresion de Hakon encontro algun obstaculo cuando llegaron al punto del motivo razonable de sospecha, que seguia vigente. Sin embargo, el alma volvio a caersele a los pies cuando el juez describio en palabras bastante desagradables la incapacidad de la Policia para hacer avanzar el caso e hizo hincapie en lo lamentable que era que las circunstancias en torno a la desaparicion de la declaracion de Ka-ren Borg no se hubieran aclarado.
El peligro de destruccion de pruebas era tambien obvio, pero por desgracia al juez le parecio igualmente obvio que prolongar la preventiva era una actuacion insensata. El hombre iba a ser puesto en libertad, aunque tendria que presentarse en el juzgado todos los viernes.
?Presentarse en el juzgado! Menudo consuelo. Hakon recurrio de inmediato la decision y pidio que se pospusiera la puesta en libertad. Eso al menos les proporcionaria un dia mas. Un dia era un dia. Aunque Roma no se hubiera construido en tan poco tiempo, muchos casos habian visto cambiar su suerte gracias a unas pocas horas extra.
El fiscal adjunto Hakon Sand no podia creer lo que estaba oyendo cuando el juez le dejo claro que tampoco le iba a conceder esa peticion. Intento protestar, pero fue rechazado con firmeza. La Policia habia tenido su oportunidad y la habia desperdiciado. Ahora tendrian que apanarselas sin la ayuda del tribunal. Sand respondio que entonces no tenia sentido recurrir y, en un ataque de enfado, retiro el recurso. El juez no se dejo afectar y antes de levantar la sesion comento secamente: -Si teneis suerte, os librareis de una demanda de indemnizacion. Si teneis suerte de verdad.
Pusieron en libertad a Jorgen Ulf Lavik esa misma noche. En el momento en que salio parecio erguirse dentro de su traje, dio la impresion de crecer algunos centimetros y de recuperar al menos algunos de los kilos que habia perdido. Abandono la comisaria riendose, por primera vez en diez dias.
Ni Hanne Wilhelmsen ni Hakon Sand se rieron, ni tampoco nadie mas en el gran edificio de la calle Gronland 44.
Habia salido bien. Lo cierto es que habia salido todo bien. La pesadilla habia terminado y no habian encontrado nada. Si hubieran encontrado algo, seguiria detenido. Pero ?que podian encontrar? Le dio gracias al destino, porque tan solo unos dias antes de su detencion habia sustraido la llave de debajo del armario y la habia escondido en un sitio mas seguro. Tal vez el viejo estuviera en lo cierto cuando afirmaba que las fuerzas del bien estaban de su parte. Los dioses sabrian por que.
Aun asi habia algo que no acaba de entender. Cuando escogio como defensor al abogado del Tribunal Supremo Christian Bloch-Hansen, lo hizo porque estaba convencido de que era el mejor. El culpable necesita al mejor; el inocente puede apanarse con cualquier cosa. Y Bloch-Hansen habia estado a la altura de sus expectativas, probablemente a el no se le hubiera ocurrido lo de la confidencialidad de la informacion de Karen Borg. El abogado defensor habia hecho un gran trabajo y lo habia tratado con correccion y cortesia, pero en ningun momento se habia mostrado ni calido ni comprensivo ni receptivo. No se habia implicado en el caso. Bloch-Hansen habia hecho su trabajo y lo habia hecho bien, pero en sus agudos ojos habia relumbrado algo que podria parecer odio, tal vez incluso desprecio. ?Creia que era culpable? ?Se negaba a creer sus plausibles historietas, tan plausibles que casi se las creia el mismo?
El abogado Lavik se desembarazo de la idea. Ya no tenia importancia. Era un hombre libre y no le cabia duda de que el caso seria sobreseido en poco tiempo. Le pediria a Bloch-Hansen que se encargara de eso. Lo del billete de mil coronas habia sido un enorme error, pero por lo que sabia se trataba del unico verdadero error que habia cometido. Nunca, nunca, nunca, se volveria a poner a si mismo en una situacion semejante. Solo le quedaba una cosa por hacer y habia tenido tiempo de sobra para planearla, varios dias, aunque ahora tendria que realizar ciertos ajustes en su plan, en ese sentido Sand le habia hecho un regalo al explicar la ausencia de Karen Borg diciendo que estaba de vacaciones. Al juez le habia irritado que la Policia tuviera problemas para contactar con una persona que se encontraba en Vestfold, como si aquello estuviera en la otra punta del mundo. No lo estaba. El abogado sabia exactamente donde se hallaba. Nueve anos antes habian estado alli junto con todos los representantes de los estudiantes que formaban parte del consejo de facultad. Progresistas y conservadores. En aquella ocasion tuvo la sensacion de que la mujer tal vez estuviera enamorada de el, sin embargo, el abismo politico que los separaba habia imposibilitado cualquier acercamiento. Ahora bien, como se estaba hablando de restringir el acceso a los estudios, todos ellos habian dejado a un lado las grandes batallas politicas para reunir sus fuerzas en torno a la lucha contra la exclusion de estudiantes; Karen Borg se habia propuesto como anfitriona de aquella historica reunion, que acabo girando mas en torno al vino que a la politica, aunque por lo que podia recordar habia sido un fin de semana agradable.
Tenia prisa y le iba a resultar dificil deshacerse de los moscones que sabia que le iban a perseguir durante bastante tiempo, pero podria con ello. Tenia que poder. Si se libraba de Karen Borg, nunca conseguirian cogerlo. Ella era el ultimo obstaculo entre su persona y la libertad definitiva.
El Volvo azul oscuro habia llegado al garaje, patino un poco en el resbaladizo acceso, pero aun asi encontro su sitio, como un caballo viejo que retorna a su establo tras una dura jornada de trabajo. Lavik se inclino por encima del volante, hacia su palida mujer, y la beso con ternura mientras le daba las gracias por su apoyo.
– Ahora va a ir todo bien, carino.
Dio la impresion de que ella no le acababa de creer.
?Deberia llamarla o no deberia? ?Deberia ir a buscarla o no? Deambulaba inquieto por su pequeno apartamento, que mostraba claros indicios de no haber sido, en los ultimos dias, mas que un lugar por donde se pasaba para coger la colada y echar una cabezadita. Pero ya no le quedaba mas ropa limpia y tampoco era capaz de conciliar el sueno.
Se mareo y tuvo que agarrarse a la estanteria para no caer al suelo. Por suerte, tenia una botella vieja de vino tinto en el fondo de la nevera. Media hora mas tarde estaba vacia.
Habia perdido el caso, y probablemente tambien a Karen. No tenia sentido contactar con ella. Todo habia terminado.
Se sentia fatal y arremetio contra media botella de aguardiente de patata, que llevaba en el congelador desde las Navidades del ano anterior. Al final el alcohol surtio efecto y se quedo dormido. Durmio mal y tuvo pesadillas