– He ido tan lejos como podia ir -dijo en voz baja, como por respeto al edificio adormilado-. La declaracion de Karen Borg ha desaparecido del caso. Es una putada hacerle algo asi a unos companeros. A partir de ahora tendreis que apanaros sin mi.

No espero a que le respondieran antes de cortar la conversacion. En su lugar, se acerco a la ventana y contemplo Oslo. La ciudad se extendia pesada y fatigada a sus pies, como una vieja ballena dormida cubierta de algas luminiscentes. Suspiro y se echo sobre un sofa pequeno y muy incomodo para esperar el comienzo de la jornada laboral. Antes de dormirse, el mismo pensamiento volvio a asaltarlo: era una putada hacerle algo asi a unos companeros.

Lunes, 30 de noviembre

No me extrana que esta gente haya conseguido funcionar durante tanto tiempo. Nunca he visto un caso en el que tengan a su gente tan controlada, no en el mundillo de la droga. Es asombroso. ?No suelta prenda?

Kaldbakken estaba francamente sorprendido. Estuvo seis anos en el grupo de drogas y sabia de lo que hablaba.

– Bueno, tampoco es que tengamos tantas cosas con las que acusar al tipo -constato Wilhelmsen en tono lugubre-. Las amenazas a la autoridad no te dan derecho mas que a unas breves vacaciones en una celda bonita. En ese sentido le conviene no hablar. No cabe duda de que parece aterrorizado, pero no lo bastante como para perder la cabeza. Es incluso lo bastante astuto como para haber reconocido que fue el quien apunto a Billy T., asi que vamos a tener que soltarlo hoy mismo. Con eso no basta para retenerlo. Si confiesa, no hay peligro de destruccion de pruebas.

Era evidente que podian seguir al tipo, podian vigilarlo durante algunos dias, pero ?durante cuanto tiempo? Gran parte de su capacidad estaba acaparada por el seguimiento, las veinticuatro horas al dia, de Roger de Sagene. Si soltaban ese dia a Lavik, sencillamente iban a tener problemas de falta de personal. A corto plazo se podian resolver, sin duda, pero estos tipos no iban a hacer nada malo en los proximos dias ni semanas. Era probable que pasaran meses antes de que reanudaran algo que pudiera tener interes y, a esas alturas, la Policia no se percataria. No por propia voluntad, sino porque los presupuestos no toleraban semejantes extravagancias, ni siquiera en un caso de dimensiones tan grandes. Pan comido. Como siempre.

Hakon no habia dicho nada. Se habia dejado llevar por la apatia. Estaba asustado, harto y profundamente decepcionado. Sus sienes grises se habian tornado mas grises, su acidez de estomago mas acida y sus manos humedas mas humedas. Ya no le quedaba mas que la declaracion de Karen, y no estaba claro que fuera suficiente. Se levanto resignado y abandono la reunion sin decir una palabra. Dejo tras de si un gran silencio.

La declaracion no estaba donde el la habia dejado. Distraidamente abrio un par de cajones, ?podria haberlo metido alli? No, todo lo que encontro fueron unos casos insignificantes que estaban ya tan caducados que intentaba aplacar su mala conciencia apartandolos de su vista, pero estaba tan agotado que su conciencia no se dejo afectar por el reencuentro.

El interrogatorio no aparecio en ningun sitio del despacho. Era extrano, estaba convencido de haberlo dejado justo ahi, sobre la pila de documentos. Con el ceno fruncido, empezo a repasar el dia anterior. Iba a sacar unas copias, pero luego se le habia olvidado. ?O si habia pasado por la sala de la fotocopiadora? Fue a comprobarlo.

La maquina iba a todo trapo. Una oficinista sesentona, bajita y corpulenta, le aseguro que, al llegar ella, no habia nada alli. Por si acaso echo un vistazo detras y debajo de la fotocopiadora, pero el documento tampoco se habia escondido alli.

Hanne no lo habia cogido y Kaldbakken ya le habia solicitado una copia y se limito a encogerse de hombros con desanimo al jurarle que el nunca habia llegado a verlo.

Hakon empezo a preocuparse en serio. El documento era lo unico que mantenia algo parecido a la esperanza de obtener una ampliacion de la prision preventiva. Antes de irse a casa la noche anterior, lo habia recorrido con sus ojos enrojecidos. Era exactamente lo que necesitaba, minucioso y hecho en profundidad, convincente y bien redactado. Pero ?donde cono estaba?

Era el momento de dar la alarma. Eran las nueve y media de la manana y la solicitud de prolongacion de la prision preventiva tenia que estar lista antes de las doce para llevarsela al juez. En realidad, la vista oral estaba prevista para las nueve de la manana; sin embargo, ya el viernes, Bloch-Hansen habia pedido que se pospusiera algunas horas. El abogado tenia un juicio esa misma manana y preferia no enviar a un ayudante a una cita tan importante. Quedaban dos horas y media. En realidad era el tiempo justo para dictar una solicitud. No quedaba tiempo para una busqueda, y sin ese documento se quedaban sin prision preventiva.

Sobre las diez y media se suspendio la busqueda. El documento habia desaparecido sin dejar rastro. Hanne estaba desconsolada y se echaba toda la culpa. Tendria que haberse asegurado de hacer las copias enseguida. Pero el hecho de que asumiera toda la responsabilidad no ayudaba en absoluto a Hakon. Todo el mundo sabia que el era ultimo que habia tenido en su poder los papeles.

Karen podia venir a declarar. Podria conseguir un aplazamiento de una hora, de manera que tuviera tiempo de acudir desde la cabana. Tendria que darle tiempo a llegar.

Pero no cogia el telefono. Hakon la llamo cinco veces sin resultado alguno. Mierda. El panico acechaba al fiscal adjunto, con sus pequenas pezunas afiladas trepaba ya por su espalda. Era muy desagradable. Sacudio violentamente la cabeza, como si eso le pudiera ayudar.

– Llama a Sandefjord o a Larvik. Que vayan a recogerla. De inmediato.

El tono de comando no consiguio camuflar su angustia. Daba igual, Wilhelmsen estaba igual de asustada. Cuando hubo hablado con la jefatura de Larvik, porque tenia la erronea impresion de que era la mas cercana de las dos, volvio corriendo al despacho de Hakon, pero se lo encontro borde y cortante, y muy ocupado intentando componer un texto que se pareciera a algo solido. No era una tarea nada facil, con el material de tercera con el que se habia quedado.

Maldijo al tipejo ese de la bota. Hakon se sentia tentado de ir corriendo a buscarlo para ofrecerle cien mil coronas por hablar. Si no surtia efecto, siempre podia pegarle una paliza, o tal vez matarlo, de puro enfado y furia. Por otro lado, tanto Frostrup como Van der Kerch habian comprado y pagado su billete al mas alla, asi que tal vez la Policia no tardara en tener otro suicidio sobre sus espaldas. Que Dios no lo quisiera. Ademas, ese mismo dia tenian que soltar al tipo, aunque pensaban retenerlo lo maximo posible.

Al cabo de una hora no habia nada mas que hacer. A la secretaria le llevo doce minutos pasar a limpio lo que le habia dictado. El fiscal lo leyo con un desanimo que iba creciendo por cada linea. La mujer lo miro con compasion, pero no dijo nada. Probablemente fuera lo mejor.

– Karen no esta en la cabana. -Hanne estaba en la puerta-. El coche esta alli y la luz de la cocina sigue encendida, pero no ven al perro ni a ninguna persona. Tiene que haberse ido de excursion.

De excursion: su amada Karen, su clavo ardiendo y su unica esperanza. La mujer que podia salvarlo a el de la humillacion total, salvar a la Policia de los titulares del escandalo y salvar al pais de un asesino y narcotraficante, estaba dando un paseo. Tal vez en esos precisos instantes estuviera paseando por las playas de Ula, arrojando palos al perro e inspirando el aire fresco del mar a anos luz de distancia de su caluroso despacho de la comisaria, cuyas paredes habian empezado a desplazarse, a juntarse hasta amenazar con ahogarlo. Se la estaba imaginando, con su viejo chubasquero amarillo, el pelo mojado y la cara sin maquillar, como iba siempre los dias de lluvia en la cabana. De excursion. Se habia ido de puta excursion un dia que diluviaba.

– ?Pues que los policias tambien se vayan de excursion! ?Esa zona tampoco es tan grande, cono!

Era injusto pagarlo con Hanne y se arrepintio enseguida. Intento paliar su exabrupto con una sonrisa palida y un triste movimiento de cabeza.

Hanne dijo en voz baja que ya les habia pedido que lo hicieran. Aun quedaba tiempo, todavia podian mantener la esperanza. Una apresurada mirada al reloj le obligo a preguntarle si ya habia dado aviso del retraso.

– Les he pedido un aplazamiento hasta las tres, y me lo han concedido hasta las dos. Nos queda una hora. Supongo que me darian mas si les pudiera prometer que Karen va a venir; como no pueda, la vista empezara a las dos.

Lejos, lejos de alli, una figura amarilla caminaba junto a un mar de invierno, alimentandolo con piedras. El boxer se zambullia en las aguas agitadas y frias, pero eso no lo detenia, sus instintos se negaban en redondo a abstenerse de perseguir cualquier objeto que fuera arrojado. Nunca habia estado constipado, pero en aquellos momentos temblaba vigorosamente. Karen se paro y saco un jersey viejo de la mochila, con el que abrigo al

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