– Solo queria comentar el asunto contigo -gimoteo el abogado desde el sillon orejero en el que le habian ordenado que se sentara.

– Tenemos un acuerdo inviolable, Hansa -dijo el otro tipo, con la voz exageradamente controlada-. Aqui no se retira nadie. Y nadie va a dar el chivatazo. Tenemos que ir sobre seguro. Tienes que recordar siempre que no se trata solo de nosotros. Sabes lo que esta en juego y nunca antes has tenido inconvenientes. Lo que me dijiste ayer por telefono, Hansa, eran puras amenazas. No podemos aceptar las amenazas. Si se derrumba uno, se derrumban todos, y no nos lo podemos permitir, Hansa. Tu lo entiendes.

– ?Tengo documentos!

Fue un ultimo intento desesperado de aferrarse a la vida. De pronto se extendio por la habitacion el olor inconfundible de los excrementos y la orina.

– No tienes ningun documento, Hansa. Los dos lo sabemos. En todo caso, tengo que correr el riesgo.

El disparo sono como una tosecilla medio ahogada. La bala alcanzo al abogado en medio de la nariz, que se deformo por completo en el momento en que el proyectil se abrio paso por su cabeza y formo un crater del tamano de una castana en la parte trasera. Rojo y gris salpicaron el pequeno tapete de ganchillo que cubria el respaldo del sillon; grandes manchas llegaron hasta la pared que estaba un metro por detras.

El hombre de la pistola se quito el guante de plastico de la mano derecha, se dirigio hacia la puerta y desaparecio.

Jueves, 1 de octubre

Los periodicos comentaron el asesinato del abogado Hans A. Olsen como correspondia. En vida no llego nunca a los titulares, a pesar de repetidos y furibundos intentos. Su cadaver fue mencionado en un total de seis primeras paginas. Habria estado orgulloso. Las declaraciones de sus colegas iban acompanadas del respeto debido y, aunque la mayoria pensaba que fue un mierda, la prensa dibujo la imagen de un caballero del gremio altamente valorado y respetado. Fueron varios los que encontraron motivos para criticar a la Policia, que una vez mas carecia de pistas en un caso serio de asesinato. La mayoria parecia estar de acuerdo en que el abogado habia sido expedido al mas alla por un cliente descontento; dada la considerable limitacion de su carpeta de clientes, la caza del criminal deberia resultar breve y sencilla.

La subinspectora Hanne Wilhelmsen no creia en esa teoria. Sentia la necesidad de airear unas ideas bastante desordenadas con el adjunto Hakon Sand.

Se habian buscado un sitio al fondo de la cafeteria. La mesa se hallaba junto a una ventana con magnificas vistas sobre las zonas menos opulentas de Oslo. Cada policia se habia pedido una taza de cafe y ambos habian derramado parte del liquido sobre el platillo, de manera que, al beber, las tazas goteaban. Sobre la mesa destacaba un alargado paquete de chocolatinas Smil.

Hanne fue la primera en hablar.

– Para serte franca, Hakon, creo que los dos asesinatos estan relacionados.

Lo miro, no sabia como iba a ser recibido el globo sonda y aguardaba expectante. Sand mojo un trozo de chocolate en el cafe, se lo metio en la boca y se relamio concienzudamente los dedos. Resultaba guarro. Miro de frente a la mujer.

– No hay un solo rasgo en comun entre los dos casos -dijo, algo desanimado-. Las armas son distintas, es distinto el lugar de los hechos, las personas son diferentes y los momentos no coinciden. ?Esa teoria tuya te va a dar problemas!

– Pero, escuchame: no te ciegues con las diferencias. Veamos lo que vincula los dos casos. -Estaba emocionada y usaba los dedos para enumerar los argumentos-. En primer lugar: los asesinatos fueron cometidos con solo cinco dias de diferencia. -No hizo caso de la sonrisa levemente desdenosa de Sand y del modo en que arqueaba las cejas-. En segundo lugar: aun no tenemos explicacion para ninguno de los asesinatos. Es cierto que hemos identificado al hombre del rio Aker, Ludvig Sandersen: un drogadicto de toda la vida con una ficha policial tan larga como mi brazo. Hace seis semanas que salio en libertad tras su ultima temporada en la carcel, pero ?sabes quien era su abogado?

– Ya que lo preguntas en ese tono triunfal, apuesto a que era nuestro difunto amigo Olsen.

– ?Bingo! Ahi, al menos, tenemos algun tipo de vinculacion -continuo en un tono mas bajo-. Y no solo era cliente de Olsen, ?sino que tenia una cita con el el dia en que el abogado fue asesinado! La agenda de Olsen la tiene Heidi, que es la responsable de ese caso. Ludvig Sandersen tenia cita el viernes a las dos, y habian reservado dos horas para el. Una conversacion larga, por tanto. Si es que tuvo lugar. En realidad eso no lo sabemos. Supongo que su secretaria nos lo puede confirmar.

Sand se habia comido la mayor parte del chocolate a toda velocidad, mientras que a la subinspectora no le habia dado tiempo a tomar mas de dos pedazos. Estaba haciendo una pequena ciguena con el papel dorado, mientras esperaba una respuesta.

De pronto empezaron los dos a hablar, y ambos se interrumpieron a si mismos con una sonrisa.

– Tu primero -dijo Sand.

– Hay una cosa mas. -El tono de la voz se habia vuelto llamativamente bajo, a pesar de que la cafeteria estaba casi vacia y de que el cliente mas cercano se encontraba a mas de siete metros de distancia-. No pienso poner esto sobre el papel, ni mencionarselo a nadie. Solo a ti. -Por un momento la subinspectora se metio los dedos en las orejas, y luego coloco los codos sobre la mesa-. Hace algun tiempo estuve interrogando a un tipo en relacion con un caso de violacion. Lo habiamos detenido por pura rutina, tiene un historial que le cuesta una visita nuestra cada vez que tenemos un caso sexual sin resolver. No tardamos en descartar su implicacion en el aquel caso, pero parecia muy nervioso, joder. En aquel momento no le di importancia, siempre estan nerviosos por las cosas que tienen sobre sus espaldas. Pero el tipo estaba asustado de verdad. Antes de que le dijeramos lo que queriamos, nos insinuo bastante a las claras que queria llegar a un acuerdo. Dijo algo, ya no lo recuerdo literalmente, sobre que sabia de un abogado que estaba implicado en el trafico de drogas a gran escala. Ya sabes como es esta gente: mienten mas que delinquen, y tienen pocos reparos si eso los puede sacar de un apuro. Por eso, en aquel momento, no le di ninguna importancia. -Wilhelmsen habia bajado muchisimo el tono de la voz, por lo que el hombre tuvo que inclinarse por encima de la mesa y ladear la cabeza para enterarse de lo que decia, un observador casual podria creer que tenian una cita romantica-. Esta noche me he despertado porque no me podia quitar a este tipo de la cabeza. Lo primero que he hecho esta manana ha sido buscar el caso de violacion y comprobar su nombre. Adivina quien era su abogado.

– Olsen.

– Exacto.

Los dos se quedaron mirando la brumosa imagen de la ciudad. Sand tomo aire un par de veces y se relamio pensativamente los dientes. Sabia que resultaba desagradable y se controlo enseguida.

– ?Que tenemos? -dijo sacando un folio en blanco, en el que hizo una lista numerada-. Tenemos un drogadicto muerto. El autor del asesinato, conocido y apresado, se niega a facilitar sus motivos. -El boligrafo raspaba contra el papel, y el entusiasmo le llevo a desgarrar la hoja-. Lo mataron tan a conciencia que no hubiera sobrevivido ni con siete vidas. Luego tenemos un abogado muerto, al que quitaron de en medio de un modo algo mas sofisticado. Sabemos que las victimas se conocian. Tenian una cita el dia que el primero de ellos se quito las zapatillas para siempre. ?Que mas tenemos? -Continuo sin aguardar respuesta-: Unos rumores sueltos y poco fiables sobre la presunta implicacion en el trafico de drogas de un abogado cuyo nombre desconocemos. El abogado de la fuente del rumor era nuestro Olsen. -La subinspectora Wilhelmsen se dio cuenta de que a Sand le temblaba un lado de la boca, como un espasmo en la zona de la barbilla-. Creo que no andas tan desencaminada, Hanne. Pienso que quizas estemos rozando algo grande. Pero ?que hacemos ahora?

Por primera vez en toda la conversacion, Wilhelmsen se reclino en la silla y tamborileo contra la mesa con los dedos.

– Nos rodeamos de la mayor discrecion -declaro-. Esta va a ser la pista mas debil con la que haya trabajado en mi vida. Te mantendre informado, ?de acuerdo?

La Patrulla Desorden era la oveja negra de la jefatura, y su gran orgullo. Desde que empezaron a trabajar en la patrulla, aquellos policias vestidos con vaqueros, parcialmente melenudos y, por epocas, considerablemente poco aseados, nunca se habian sentido vinculados por los codigos del vestir, cosa que tampoco debian hacer,

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