Jueves, 10 de junio
El tiempo volvia a ser normal. Por fin. Una nubosidad ligera y propia de la epoca cubria parte del cielo de Oslo y la temperatura rondaba los quince grados habituales del mes de junio. Todo estaba en su sitio y la poblacion se alegraba de que los danos provocados por el temporal no fueran tan cuantiosos como habian temido el dia anterior.
Hanne permanecia sentada en el comedor de la jefatura de la calle Gronland. Estaba mas palida que todos los demas. Sentia nauseas. Habia perdido dos noches de sueno en cuatro dias. Pronto regresaria a casa. El jefe de seccion exigio que se mantuviera lejos hasta pasado el fin de semana, como poco. Ademas le pidio que solicitara el puesto de inspectora, algo que, decididamente, no pensaba hacer. Al menos aquel dia. Queria irse a casa.
Hakon, en cambio, se mostro inusualmente satisfecho. Estaba inmerso en sus pensamientos y sonreia, pero salio de su ensimismamiento cuando se percato de que Hanne estaba mas cerca de un desplome fisico de lo que jamas habia visto.
El comedor estaba situado en la septima planta y gozaba de unas vistas increibles. En la parte mas remota del fiordo de Oslo, un transbordador danes se aproximaba al muelle, repleto de pensionistas con el equipaje clandestinamente lleno de embutido danes y jamon cocido barato. El cesped del exterior de la casa arqueada ya no estaba tan atiborrado de gente, solo algun que otro optimista que vigilaba el cielo, esperando a que retornara pronto el sol.
– Un dia tenia que ser el primero -dijo Hanne, frotandose los ojos-. Fallando como lo estamos haciendo, era solo una cuestion de tiempo antes de que alguien se tomara la justicia por su mano. Lo jodido es que… -Sacudio la cabeza-. Lo jodido es que los entiendo.
Hakon la observo con mas detenimiento. El pelo estaba sin lavar, los ojos seguian siendo azules, pero el circulo negro alrededor del iris parecia haber crecido, como si hubiera comido terreno a la pupila. Tenia la cara hinchada y el labio inferior estaba reventado en el centro, donde un hilito de sangre coagulada partia el labio en dos.
Con los ojos entreabiertos para protegerse de la blanca luz de junio, siguio el barco danes. Habia tantas preguntas sin respuestas… Ojala hubiese llegado a la casa de B?rum solo cinco minutos antes. Cinco minutos, nada mas.
– Por ejemplo, ?de donde saco toda esa sangre?
Hakon alzo los hombros desinteresadamente.
– Estoy absorto en otra cosa muy distinta -contesto, clavandole una mirada taimada y expectante, con la esperanza de que la subinspectora le preguntara en que.
Pero Hanne estaba sumida en sus propios pensamientos y el buque danes empezaba a tener problemas con una pequena embarcacion que parecia insistir en que tenia prioridad en el paso. Lo cierto es que no oyo lo que dijo.
– Seguramente saldran libres -solto, elevando el tono y con una pizca de amargura por la falta de interes de Hanne-. ?Es muy probable que no podamos presentar una acusacion contra ninguno de los dos!
Dio resultado. Hanne dejo que el transbordador danes se las arreglara solo y se giro hacia el. La mirada denotaba escepticismo.
– ?Que has dicho? ?Que van a salir libres?
Kristine y su padre estaban bajo arresto, habian asesinado a una persona. Ninguno de los dos habia intentado librarse de su responsabilidad. Incluso insistian en ello. Ademas los habian pillado in fraganti, solo cinco minutos despues del crimen.
Por supuesto que no saldrian de esa. Hanne bostezo. Hakon, que habia dormido bien y profundamente en su propia cama durante ocho horas y, por consiguiente, habia tenido tiempo y fuerzas para repasar el caso, y que, ademas, lo habia discutido con varios colegas esa manana temprano, estaba en plena forma.
– Los dos afirman haberlo hecho solos -dijo, y tomo un trago del agrio cafe del comedor-. Los dos se autoinculpan, cada uno por su lado. Niegan rotundamente haberlo hecho juntos. Por lo que sabemos hasta ahora, parece que esto ultimo es cierto. Llegaron en sendos coches y aparcaron en lugares distintos. Ademas, Kristine intento crear una coartada.
Sonreia pensando en el chaval, llamado a declarar en un estado que Hakon esperaba no experimentar nunca. El estudiante habia vomitado dos veces durante la primera media hora del interrogatorio.
– Pero ?no entiendo donde esta el problema, Hakon! No existe la menor duda de que uno de los dos lo hizo y que al otro se le puede culpar de complicidad, ?no?
– Pues el hecho es que no. Ambos aportan historias que son perfectamente compatibles con los datos de los que disponemos. Ambos afirman haber matado al hombre y que el otro llego justo despues. Segun las declaraciones provisionales, las huellas de los dos apareceran tanto en el cuchillo como en la pistola. Ambos tienen un movil y ambos han tenido la posibilidad de perpetrarlo. Los dos presentan marcas en la mano derecha, como si hubieran apretado el gatillo. ?Quien disparo al techo y quien disparo al hombre? No se ponen de acuerdo. Entonces, mi querida subinspectora…
Sonrio, y ella no tuvo fuerzas para reprenderlo.
– Entonces tenemos un problema bastante clasico. Para poder juzgar y condenar, debe poder probarse, mas alla de una duda razonable, quien fue el que perpetro el crimen. ?El cincuenta por ciento no es suficiente! ?Genial!
Abrio los brazos de par en par y se rio a carcajadas. La gente los miraba, pero le daba igual. En vez de eso, se levanto y coloco la silla junto a la mesa. Se quedo de pie y se inclino, apoyandose en la mesa con las manos en el respaldo de la silla.
– Es demasiado pronto para sacar conclusiones definitivas, quedan todavia muchas pesquisas por realizar. Pero, si no me equivoco, ?la mujer de bronce de mi despacho estara ahora mismo descojonada de risa! -El fiscal adjunto de la Policia dibujo el mismo una sonrisa de oreja a oreja-. Ah, y otra cosa mas. -Miro timidamente a la mesa y Hanne aprecio un ligero rubor en su rostro-. La cena de manana…
Hanne lo habia olvidado por completo.
– Por desgracia, tengo que declinar la invitacion -dijo el.
El dia estaba lleno de sorpresas.
– No importa -le contesto con inesperada rapidez-. Lo dejamos para mas adelante, ?vale?
El asintio, pero no parecia querer irse.
– Voy a ser padre -solto finalmente; tenia las orejas ardiendo-. ?Voy a ser padre estas Navidades! Karen y yo lo vamos a festejar este fin de semana, nos vamos de viaje. Siento que…
– ?Ningun problema, Hakon! ?En absoluto! ?Felicidades!
Lo abrazo y permanecieron asi un buen rato.
?Vaya dia!
Cuando llego a su despacho, descolgo el telefono sin vacilar. Sin pensarselo mucho, marco un numero interno.
– ?Estas ocupado manana, Billy T.?
– Tengo a los chicos conmigo este fin de semana, ire a buscarlos a las cinco. ?Por que me lo preguntas?
– ?Quieres traertelos y venir a comer a mi casa y a la de…?
?Vaya por Dios!, no conseguia pronunciar su nombre. El la saco del apuro.
– Son tres, y tienen tres, cuatro y cinco anos -advirtio.
– Eso no es ningun problema. Ven a las seis.
Llamo a Cecilie a su trabajo y la aviso de que era mejor modificar el menu. Tenian que ser espaguetis y habia que comprar muchos refrescos.
La sensacion que la embargo al colgar el telefono la trastorno casi mas que todo lo acontecido durante los dos ultimos y dramaticos dias.
?Estaba ilusionada!