Apuntaba con el dedo a la cortina gris de suciedad que asomaba de la papelera, la cual se mostraba profundamente ofendida por el comentario.

– ?Muchisimas gracias!

El tomo el monton de telas con entusiasmo y volco de golpe su taza de cafe sobre ellas. Una flor marron se esparcio entre todas las florecitas azules y rosas. Hanne libero un suspiro descorazonado, casi inaudible, y recogio las cortinas.

– Las voy a lavar.

– ?No, ni hablar, ya las lavo yo!

El aroma de un perfume envolvia el despacho, desconocido y algo fuerte. La fragancia procedia de una fina carpeta verde situada encima de la mesa entre ambos.

– Por cierto, este es nuestro caso -dijo, tras evitar que el derramamiento del cafe provocara un dano mayor, y le alcanzo los papeles.

– Violacion. Jodidamente horrible.

– Todas las violaciones son horribles -murmuro el; tras haber leido algunos parrafos, estuvo de acuerdo-. ?Que impresion te dio?

– Una chica estupenda, guapa, correcta en todos los sentidos. Estudiante de Medicina, lista, exitosa y… violada.

Se estremecio.

– Permanecen alli sentadas, hundidas y perdidas, mirando al suelo y entrelazando los pulgares como si tuvieran la culpa. Me siento tan desalentada, a veces hasta mas perdida que ellas, creo.

– Y que crees que siento yo -le dijo Hakon-. Al menos eres mujer, no eres culpable de las violaciones de ciertos hombres.

Golpeo la mesa con los papeles de unos interrogatorios realizados a dos estudiantes de Medicina.

– Bueno, tampoco es exactamente culpa tuya -sonrio la agente.

– No…, pero me siento mas que incomodo cuando debo adoptar una postura respecto a ellas. Pobres chicas. Pero… -Extendio los brazos encima de la cabeza, bostezo y acabo lo que le quedaba de cafe-. Normalmente evito tener que verlas, son los fiscales del Estado quienes se ocupan de estos casos, por suerte. Para mi, son solo nombres escritos en un papel. Por cierto, ?sacaste la dos ruedas?

Hanne dibujo una amplia sonrisa y se levanto.

– Ven aqui -le contesto, moviendo el brazo para que se acercara a la ventana-. ?Alli! ?La rosa!

– ?Tienes una moto rojo palido?

– No es rojo palido -dijo, muy molesta-. Es rosa, o pink. En cualquier caso, no es en absoluto rojo palido.

Hakon se mofo y le propino un empellon en el costado.

– ?Una Harley-Davidson rosa palido! ?Que espanto!

La miro de abajo hacia arriba.

– Por otro lado, eres demasiado guapa para conducir un vehiculo de dos ruedas, sea cual sea. Al menos, tendria que ser rojo palido.

Por primera vez, desde que se habian conocido hacia cuatro anos, vio que Hanne empezaba a ruborizarse. La apunto triunfante a la cara con el dedo.

– ?Rojo palido!

La botella de refresco le alcanzo en pleno pecho. Por fortuna, era de plastico.

Por mucho que lo intentara, no conseguia dar una descripcion precisa del violador. En algun lugar recondito de su cabeza se escondia su imagen con total claridad, pero no era capaz de sacarla.

El dibujante era un hombre paciente. Esbozaba y borraba, trazaba nuevas lineas y proponia un menton diferente. La mujer ladeo la cabeza, observo el retrato manteniendo los ojos entreabiertos y quiso recortar un poco las orejas. No habia nada que hacer, no se parecia en absoluto.

Lo intentaron durante mas de tres horas. El dibujante tuvo que cambiar cuatro veces de hoja; estaba a punto de desistir. Coloco los bocetos inacabados delante de la mujer.

– ?A cual de estos se parece mas?

– A ninguno…

Era hora de dejarlo.

Hanne y el fiscal adjunto Sand no eran los unicos que sentian aversion por los casos de violacion. El inspector Kaldbakken, el superior mas inmediato de Hanne, tambien estaba harto de estos sumarios. Su rostro equino parecia encontrarse ante un saco de avena podrida y decir que preferia rechazar la invitacion.

– La sexta en menos de dos semanas -musito-. Aunque esta tiene un modus operandi diferente. Las otras cinco son imputables a las propias victimas, no esta.

Relaciones consentidas… Aquello era indignante. Sobraba. Chicas que habian acompanado a casa a hombres, mas o menos desconocidos, tras una noche por la ciudad. Las llamadas «violaciones after hours». No salia casi nunca nada en claro de aquellos episodios, era siempre la palabra de uno contra la del otro. No obstante, tenian muy poco que ver con la autoinculpacion, pero opto por no decir nada. No ya porque tuviera miedo de su superior, sino porque, sencillamente, no le apetecia.

– La chica no consigue fijar un retrato robot -prefirio responder-. Y tampoco encuentra al hombre en los archivos. Complicado.

Efectivamente, lo era, y no porque el caso fuera a quedarse sin resolver; por desgracia, no era el unico de la lista. Era por culpa del modus operandi en si, algo muy preocupante.

– Ese tipo de personas no se rinden hasta que las cogen.

Kaldbakken lanzo una mirada al despacho, sin fijar la vista en nada concreto. Ninguno de los dos solto palabra, pero ambos presagiaban algo, en aquel maravilloso dia de mayo, tan tentador al otro lado de la sucia ventana. El hombre flacucho golpeaba la carpeta con su dedo curvo.

– Este nos puede tener entretenidos esta primavera -dijo, francamente preocupado-. Voy a proponer el sobreseimiento en los otros cinco casos y vamos a priorizar este. Dele prioridad a este asunto, Wilhelmsen, ?me ha oido? Prioridad absoluta…

Hacia tanto calor en el cuarto que incluso el fino sueter, con la insignia de los Washington Redskins inscrita en el pecho, le sobraba, asi que se lo quito. El canalillo de la camiseta de tirantes estaba mojado e intento tirar de la tela sin demasiado exito. La ventana estaba abierta de par en par, pero mantenia la puerta cerrada. La corriente no era buena para el escaso orden que habia conseguido sobre su mesa de trabajo.

Poco podia hacer. Ciertamente habian recabado algunos indicios en el lugar de los hechos: un par de cabellos que podian pertenecer al criminal, manchas de sangre que probablemente no era suya y restos de semen que, con toda seguridad, eran suyos. Con un retrato robot poco convincente, habia poco que sacar de los medios de comunicacion, aunque lo iban a intentar. Tampoco habia dado resultado el repaso de los archivos fotograficos.

Llevaria tiempo analizar el poco material del que disponian, asi que, mientras tanto, habia que contentarse con preguntar a los vecinos si habian visto u oido algo. Pero nada, nunca sabian nada.

Marco cuatro cifras en el interfono.

– ?Erik?

– ?Si?

– Soy Hanne. ?Tienes tiempo para dar una vuelta conmigo?

Lo tenia. Era el cachorro de Hanne, un agente de primer ano, pelirrojo y con tantas pecas que con una mas seria indio. Al cabo de medio minuto, esperaba en la puerta moviendo la colita.

– ?Voy a por un coche?

Se levanto, sonrio de oreja a oreja y le tiro un casco de moto negro. El lo atrapo sonriendo mas si cabe.

– ?Guay!

Hanne movio la cabeza.

– Mola, Erik. No guay.

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