ayudarte.

– ?Por que preguntas? -inquirio Anne.

– Un tal Roger Sundstrom me dio una extrana informacion sobre el ministro de Comercio Exterior la noche anterior a su dimision.

– Se de alguien que ya no esta interesada lo mas minimo en el periodismo -dijo Anne Snapphane dulcemente.

Annika guardo el bloc en el bolso y lo coloco en el suelo.

– Yo tambien.

La casa de los padres de Anne Snapphane se encontraba en Oli-Jansgata en Pitholm. Era grande y moderna.

– Vosotras, chicas, podeis coger el piso de arriba -informo el padre-. Yo voy a preparar algo de cenar, Britt- Inger trabaja esta noche.

Annika miro interrogante a Anne.

– Mi madre -repuso-. No era una broma.

El piso de arriba era amplio y luminoso. A la izquierda, junto a la ventana, se veian una mesa, un ordenador, una impresora y un escaner. A la derecha estaban los dos cuartos de invitados, cada una cogio el suyo.

Mientras Hasse calentaba unos restos de comida, ellas echaron un vistazo a los antiguos elepes de Anne que estaban en la mesa del estereo en el salon del piso de abajo.

– ?Joder! ?Tienes este? -pregunto Annika sorprendida y cogio el disco de Jim Steiman en solitario Bad for good.

– Es una rareza -repuso Anne Snapphane.

– No conozco a nadie aparte de mi que conozca este disco -apunto Annika.

– Es increible -dijo Anne-. ?Sabias que volvio a utilizar cosas de este disco tanto para Meat Loaf como para Streets of Fire?

– Si -contesto Annika y estudio la parte trasera de la carpeta-. El estribillo de la cancion que da titulo al disco I’ll be bad for good, en la pelicula ha cambiado por We're going nowhere fast.

– Si -asintio Anne Snapphane-, y Love and death and an American guitar estan en la introduccion de «Pedazo de carne» Back to hell, pero ahi se llama Wasted youth.

– El viejo Jim es genuinamente total -dijo Annika.

– Casi un dios -replico Anne.

Permanecieron sentadas en silencio un momento y reflexionaron sobre la grandeza de Jim Steinman.

– ?Tienes algun disco de Bonnie Tyler? -inquirio Annika.

– Claro. ?Cual quieres? Secret dreams and forbidden fire?

Anne coloco la aguja sobre el vinilo, ambas cantaron con la musica. Hasse entro y bajo el volumen con cuidado.

– Esta es una zona residencial -dijo-. ?Ha comido palt alguna vez?

– No -contesto Annika.

Una vez en la mesa, comprobo que sabia bastante bien y estaba frito como el kroppkakor.

– ?Quieres ir al cine? -pregunto Anne Snapphane despues de que el lavavajillas se pusiera a rugir.

– ?Teneis de eso? -contesto Annika sorprendida.

Anne miro a su padre inquisitivamente.

– ?Todavia queda algun cine?

El padre se encogio de hombros tras el periodico vespertino.

– Lo siento -repuso el-. No lo se.

– ?Me puedes dejar la guia de telefonos? -pidio Annika.

– Arriba junto al ordenador -contesto Hasse Snapphane.

Habia dos Roger Sundstrom, uno cuya mujer se llamaba Britt-Inger. Vivian en Solandergatan.

– Djupviken -dijo Anne Snapphane-. Al otro lado de la ciudad.

– ?Nos damos un paseo? -pregunto Annika.

El sol habia comenzado a ocultarse tras la fabrica de papel. Caminaron por Stromnas y torcieron por la zona de Nolia, detras de la Casa del Pueblo. La casa de la familia Sundstrom constaba de una sola planta y sotano. De ladrillo amarillo, parecia construida en los anos sesenta. Annika oyo voces de ninos cantando.

– Haz lo que quieras -anuncio Anne-. I'm just for the ride.

Annika llamo a la puerta, Roger Sundstrom estaba en casa. El hombre se quedo receloso y sorprendido cuando Annika se presento.

– No he podido dejar de pensar en lo que me contaste -dijo Annika-. He venido a Pitea a visitar a mi buena amiga Anne, y aqui estoy.

Los chicos, un nino y una nina, acudieron al recibidor llenos de curiosidad y se escondieron tras las piernas de su padre.

– Venga, entrad y poneos el pijama -ordeno el hombre e intento dirigir a los ninos hacia una habitacion que habia a la izquierda.

– ?Cantaremos luego?

– Si, si, pero primero lavaos los dientes.

– ?Podemos pasar? -pregunto Annika.

El hombre dudo un instante, pero luego las acompano al salon: sofa de cuero en la esquina, mesa de cristal y figuritas de porcelana en la libreria.

– Mi mujer, Britt-Inger, esta en un cursillo nocturno -informo.

– Que bonito esta todo -dijo Anne Snapphane con un deje de Norrland mas pronunciado que de costumbre.

– ?En realidad que quereis? -pregunto Roger Sundstrom y se dejo caer en un sillon de felpa.

Annika se sento en el borde del sofa.

– Siento mucho que nos presentemos asi -contesto Annika-. Pero me preguntaba si recuerdo bien lo que dijiste. ?Volasteis desde Arlanda con Transwede?

El hombre se rasco ligeramente la barba de dos dias.

– Si -respondio-. Eso es. ?Quereis un cafe?

– No, gracias -manifesto Anne-. Nos iremos enseguida.

– Entonces salisteis de la terminal dos, ?verdad? -dijo Annika-. ?La de la sala pequena?

– ?Cual? -pregunto el hombre.

– No la gran terminal nacional, sino una que esta algo mas alejada.

Roger Sundstrom asintio pensativo.

– Correcto -expreso el-. Tuvimos que tomar un autobus y cargar con el equipaje, porque la aduana se pasaba en Estocolmo.

Annika asintio.

– ?Exacto! ?Y fue ahi, en la salita, donde tu y Britt-Inger visteis al ministro?

Roger Sundstrom recapacito.

– Si -respondio-, tuvo que ser ahi. Porque fue al facturar.

Annika asintio.

– Comprendo que esto suene extrano -dijo-, pero ?recuerdas en que gate?

El hombre arqueo las cejas.

– Gueit? -repitio el.

– Puerta, vamos.

– No tengo ni idea.

Annika suspiro en silencio, bueno, lo habia intentado.

– Pero -apunto el hombre- dejamos que los ninos se sentaran sobre las maletas dentro de la sala, se lo pasaron bien. Creo que Britt-Inger los filmo. Quiza la puerta se vea en el video.

Annika abrio los ojos.

– ?Si? -dijo ella.

– Ya veremos -contesto el hombre y se dirigio a la estanteria.

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