Bajo de nuevo el boligrafo.

– Esta debe ser nuestra Christina.

Annika escribio una «v» delante de la linea y ejecuto la orden. En la pantalla aparecio una informacion de lo mas extrana. Annika comprendio.

– ?Dios mio! -exclamo.

Apreto la tecla «P» y fue a la impresora. Con la hoja impresa en alto fue hacia Ingvar Johansson.

– ?Hemos escrito alguna vez que Christina Furhage tiene guardaespaldas? ?Que ha sido amenazada de muerte o algo por el estilo?

Ingvar Johansson retrocedio un poco y penso.

– No, que yo sepa. ?Por que?

Annika le alargo el papel de la impresora.

– Christina Furhage esta amenazada de muerte, amenazada a fondo. Solamente el jefe de Hacienda de Tyreso sabe donde vive de verdad. En Suecia solo hay un centenar de personas con esta proteccion.

Le dio el papel a Ingvar Johansson. El lo observo sin entenderlo.

– ?Que? Pero los datos personales no estan protegidos. Su nombre esta aqui.

– Si, claro. Mira la direccion: «Jefe-loc. Tyreso».

– ?De que diablos estas hablando? -pregunto Johansson.

Annika se sento.

– Las autoridades utilizan diferentes tipos de proteccion para personas amenazadas -explico-. La mas sencilla se llama bloqueo del registro civil. No es infrecuente, hay unas cinco mil personas en Suecia con datos personales secretos. Sale en la pantalla con estas palabras: «Datos personales protegidos».

– Si, bueno, pero este no es el caso -dijo Ingvar Johansson.

Annika hizo como si no lo oyera.

– Para que los datos personales esten protegidos tiene que existir un tipo de amenaza concreta. La decision de bloquear los datos la toma el jefe local de Hacienda del lugar en que la persona esta empadronada.

Annika golpeo el papel con el boligrafo.

– Este, sin embargo, es muy poco frecuente. Es una proteccion mucho mas fuerte y complicada que salvaguardar los datos y ser invisible en los registros de las autoridades. Furhage simplemente no existe en el registro, solo aqui, con una referencia al jefe local de Hacienda de Tyreso, en las afueras de Estocolmo. El es la unica autoridad de todo el pais que sabe donde vive.

Ingvar Johansson la miro esceptico.

– ?Como sabes todo eso?

– ?Te acuerdas de mi trabajo sobre la Fundacion Paraiso? ?Una serie de articulos que escribi sobre las personas que viven clandestinamente en Suecia?

– Si, claro. ?Y?

– Es la unica vez que he encontrado una imagen asi en la pantalla. Fue cuando buscaba personas que las autoridades se habian esforzado en ocultar.

– Pero Christina Furhage no esta oculta.

– No la hemos encontrado, ?verdad? En realidad, ?que numero tenemos de ella?

Fueron a la guia telefonica electronica del periodico que estaba en todos los ordenadores de la redaccion. Bajo el nombre Christina Furhage, titulo: responsable jefa JJ. OO., habia un numero de un telefono movil GSM. Annika llamo al numero. La voz automatica del contestador de Telia respondio rapidamente.

– El telefono no esta operativo.

Llamo a informacion telefonica para preguntar el nombre del abonado del numero del GSM. Los datos eran secretos. Ingvar Johansson resoplo.

– De cualquier manera, ya es tarde para la foto de Furhage frente al estadio -anuncio-. La sacaremos por la manana.

– Tenemos que hablar con ella -dijo Annika-. Es evidente que tiene que comentar esto.

Se levanto y se dirigio hacia su despacho.

– ?Que vas a hacer? -pregunto Ingvar Johansson.

– Llamar al comite organizador de los Juegos Olimpicos. Tienen que saber que diablos esta pasando -contesto Annika.

Se dejo caer en su silla y apoyo la cabeza contra la mesa. La frente golpeo sobre un bollo de canela seco que estaba en la mesa desde el dia anterior, le dio un bocado y lo mezclo en la boca con los restos de Coca-Cola light. Despues de recoger las migas con los dedos llamo a la centralita del comite de los Juegos. Comunicaban. Llamo otra vez, pero cambio el ultimo cero por un uno, un viejo truco para no pasar por la centralita sino directamente a un despacho. A veces una tenia que llamar cientos de veces, pero casi siempre acababa en el despacho de un pobre oficinista que hacia horas extraordinarias. Este no fue el caso: funciono a la primera y el jefe del comite en persona, Evert Danielsson, contesto.

Annika penso un segundo antes de decidirse por saltarse los preliminares e ir directamente al grano.

– Queremos un comentario de Christina Furhage -comenzo-, y lo queremos ahora mismo.

Danielsson gimio.

– Hoy ya han llamado diez veces. Les hemos dicho que le transmitiremos sus preguntas.

– Queremos hablar con ella en persona. No se puede esconder un dia asi, ?no lo entienden? ?Que impresion causara? ?Son sus Juegos! No suele importarle hablar. ?Por que se oculta? Hagala aparecer ahora mismo.

Danielsson respiro pesadamente durante algunos segundos.

– No sabemos donde esta -dijo luego en voz baja.

Annika advirtio que el puzzle se hacia mas complicado y conecto la grabadora que tenia junto al telefono del despacho.

– ?Tampoco han conseguido hablar con ella? -pregunto lentamente.

Danielsson trago.

– No -respondio-. En todo el dia. Tampoco hemos conseguido hablar con su marido. Pero no escribira esto, ?verdad?

– No lo se -contesto Annika-. ?Donde puede estar?

– Creiamos que estaba en casa.

– ?Y eso donde es? -pregunto Annika y penso en la imagen del ordenador.

– Aqui en la ciudad. Pero no abre nadie.

Annika tomo aliento y pregunto rapidamente:

– ?Que clase de amenazas habia recibido Christina Furhage?

El hombre jadeo.

– ?Que? ?Que quiere decir?

– Venga -dijo Annika-. Si quiere que no escriba sobre esto tiene que contarme como estan las cosas de verdad.

– ?Como…? ?Quien ha dicho…?

– No esta registrada en el padron. Eso significa que hay una amenaza concreta contra ella y que un fiscal puede emitir una orden de alejamiento contra la persona que la ha amenazado. ?Ha ocurrido eso?

– ?Dios mio! -exclamo Danielsson-. ?Quien se lo ha contado?

Annika suspiro en silencio.

– Esta en Dafa Spar. Solo hay que leer entre lineas si se entiende el lenguaje. ?Hay alguna resolucion del fiscal que prohiba acercarse a la persona que ha amenazado a Christina Furhage?

– No puedo decir nada mas -respondio el hombre sofocado y colgo.

Annika escucho un par de segundos el silencio de la linea antes de exhalar un suspiro y colgar el telefono.

Evert Danielsson levanto la mirada hacia la mujer que estaba en el umbral.

– ?Cuanto tiempo llevas ahi?

– ?Que haces aqui? -respondio Helena Starke y cruzo los brazos sobre el pecho.

Вы читаете Dinamita
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату