organizadora. Sabe tomar decisiones y delegar. Ademas, nunca duda en hacer las tareas mas desagradables. Es activa y preparada; por lo menos lo demuestra en el periodico de hoy. ?Que te hace desconfiar de ella?

Nils Langeby se inclino confidencialmente hacia adelante.

– La gente no confia en ella. Es una engreida y una arribista. No sabe tratar a los demas.

– ?En que te ha perjudicado a ti?

El reportero agito las manos.

– Bueno, a mi no me ha perjudicado, pero he oido cosas…

– ?Asi que has venido a defender a tus companeros?

– Si, claro. Ultimamente nos estamos olvidando de los delitos contra el medio ambiente y la criminalidad en los colegios.

– ?Pero no eres tu quien esta a cargo de esas secciones?

– Si, pero…

– ?Ha intentado Annika apartarte de ellas?

– No, en absoluto.

– Asi que si no conseguimos noticias de ellas es responsabilidad tuya, ?no? No tiene nada que ver con Annika Bengtzon, ?verdad?

Una mueca de confusion se materializo en el rostro de Nils Langeby.

– Creo que eres un buen reportero, Nils -continuo el director con calma-. Hombres como tu, con peso y experiencia, es lo que el periodico necesita. Espero que sigas contribuyendo con titulares durante mucho tiempo. Tengo total confianza en ti, como tambien tengo total confianza en Annika Bengtzon como jefa de la redaccion de sucesos. Por eso justamente mi trabajo es cada dia mejor: la gente crece y aprende a trabajar en equipo, en pro del periodico.

Nils Langeby escuchaba atento. Crecia con cada palabra. Esto era lo que queria oir. El director creia en el y continuaria produciendo titulares, seria una fuerza con la que contar. Cuando abandono la habitacion se sentia ligero y libre. Hasta silbo un poco al salir a la redaccion.

– Hola Nisse, ?que tienes hoy? -oyo que alguien le preguntaba a su espalda.

Era Ingvar Johansson, el redactor jefe. Nils Langeby se detuvo y recapacito un momento. Hoy no habia pensado trabajar, y nadie se lo habia pedido. Pero las palabras del redactor jefe hicieron que se sintiera responsable.

– Bueno, unas cuantas cosas -improviso-. El atentado, la hipotesis terrorista. Eso es lo que tengo hoy…

– Bien, seria estupendo que pudieras escribirlo rapidamente para tenerlo a punto cuando lleguen los maquetadores. Los demas estaran hasta el cuello con Furhage.

– ?Furhage? -pregunto Nils Langeby-. ?Que le ha pasado?

Ingvar Johansson miro al reportero.

– ?No te has enterado? La carne picada del estadio era de la jefa de los Juegos Olimpicos.

– Bueno, tengo una fuente que dice que fue un acto terrorista, un acto terrorista puro y duro.

– ?Fuente policial? -inquirio Ingvar Johansson sorprendido.

– Fuente policial de confianza -contesto Nils Langeby y saco pecho.

Se quito la chaqueta de cuero, se arremango la camisa y fue hacia su despacho, que se encontraba en el pasillo que llevaba al aparcamiento.

– Joder, ahora vas a ver, ?puta de mierda!

Anders Schyman apenas llego a coger uno de los papeles apilados en su mesa cuando volvieron a llamar a la puerta. Esta vez era el fotografo sustituto Ulf Olsson quien queria hablar. Acababa de regresar de la rueda de prensa en la jefatura de policia y deseaba contarle de forma confidencial como la jefa de la redaccion de sucesos, Annika Bengtzon, le habia tratado el dia anterior.

– No estoy acostumbrado a que critiquen mi vestuario -anuncio el fotografo, y conto que llevaba un traje de Armani.

– ?Te reganaron, entonces? -se intereso Anders Schyman.

– Si, Annika Bengtzon se disgusto porque llevaba un traje de marca. Creo que no tengo por que tolerar eso. Nunca me ha pasado nada igual en ningun otro lugar de trabajo.

Anders Schyman observo al hombre durante algunos segundos antes de responder.

– No se lo que os dijisteis tu y Annika Bengtzon -dijo-. Tampoco se donde has trabajado antes ni como te sueles vestir. Por mi parte, y se que tambien por la de Annika Bengtzon, puedes vestir Armani, tanto en una mina como en el escenario de un crimen. Tu eres el unico responsable de tu vestimenta. El resto de la direccion del periodico y yo presuponemos ademas que tu y los otros periodistas estais mas o menos informados de lo que ha ocurrido antes de venir a trabajar. Si ha habido una muerte espectacular o un atentado con bomba de gran magnitud debes estar seguro de que lo cubriras. Te sugiero que consigas una bolsa grande y metas calzoncillos largos y quiza un chandal y lo dejes en el coche…

– Ya me han dado una bolsa -dijo el fotografo irritado-. Fue Annika Bengtzon.

Anders Schyman miro indiferente al joven.

– ?Hay algo mas en lo que pueda ayudarte? -pregunto, y el fotografo sustituto se levanto y salio.

El director exhalo un profundo suspiro cuando se cerro la puerta. No soportaba ejercer de juez en estas peleas de guarderia. Echaba de menos su hogar, a su esposa y un buen vaso de whisky.

Annika y Johan Henriksson se detuvieron en el McDonald's de Sveavagen y cada uno se compro su menu Big Mac. Se lo comieron en el coche en el trayecto a la redaccion.

– Me parece horrible -dijo Henriksson cuando se trago las ultimas patatas fritas.

– ?Visitar a los familiares? Si, sin duda es lo mas duro de nuestro trabajo -contesto Annika y se limpio el ketchup de los dedos.

– No puedo remediarlo, pero me siento como una jodida ameba cuando estoy ahi sentado -dijo Henriksson-. Como si solo quisiera aumentar su desgracia. Regodeandome en su infierno, y todo porque es bueno para el periodico.

Annika se limpio la boca y penso un rato.

– Si, es normal sentirse asi. Pero a veces la gente quiere hablar. Uno no puede tildar a las personas de idiotas solo por estar conmocionadas. Claro que debemos tener consideracion. Escuchar y hablar con los familiares no implica que se escriba sobre ellos.

– Pero a veces la gente que acaba de perder a un familiar no es muy consciente de sus actos -respondio Henriksson.

– ?Como lo sabes? -pregunto Annika-. ?Quien eres tu para decidir que alguien no puede hablar? ?Quien eres tu para establecer que es lo mejor para una persona en una situacion determinada? ?Tu, yo o la persona misma? Ha habido un debate tremendo desde hace unos anos en los medios, y a veces este debate ha herido a los familiares mas que las mismas entrevistas.

– De cualquier forma, me parece desagradable -dijo Henriksson irritado.

Annika esbozo una sonrisa.

– Si, claro que lo es. Enfrentarse a una persona que acaba de sufrir la peor perdida posible es dificil. No se aguantan muchas visitas como esta al mes. Aunque una tambien se acostumbra. Piensa en la gente de los hospitales, o de la iglesia, que trabajan a diario con tragedias.

– Pero ellos no necesitan colgarlo en titulares -respondio Henriksson.

– ?Y dale con tus lamentos! -exclamo Annika, enfadada de repente-. ?Caray, no es un castigo ser un titular! Muestra que uno es importante, que cuenta. ?Debemos pasar de todas las victimas de crimenes, dejar de lado a todos los familiares? Piensa en aquel escandalo que montaron los familiares del Estonia. Pensaban que los medios les dedicaban muy poca atencion, que los periodicos solo escribian sobre las compuertas, y tenian toda la razon. Durante un tiempo fue tabu hablar con los familiares del Estonia, y si alguien lo hacia tenia a Striptease, a Norra magasinet y a todos los moralistas de la television encima.

– Oye, no te enfades -dijo Henriksson.

– Me enfadare lo que quiera -replico Annika.

Estuvieron callados el resto del trayecto hasta llegar al periodico. Al salir del ascensor, ya en la redaccion,

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