– Christina era la persona mas extraordinaria que he conocido en mi vida -dijo-. Era formidable en todos los aspectos. No habia nada que no pudiera hacer. Vivir con una mujer asi era…

Cogio de nuevo el panuelo y se volvio a sonar.

– …una aventura diaria. Ella lo organizaba todo aqui, en casa. La comida, la limpieza, las invitaciones, la colada, la economia, se ocupaba de nuestra hija, se encargaba de todo…

El hombre se detuvo y medito sobre lo que habia dicho. Parecia como si de repente se diera cuenta del significado. Desde ahora todo esto dependia de el.

Observo su panuelo.

– ?Quiere contarnos como se conocieron? -pregunto Annika por decir algo. No parecia que el hombre la oyera.

– Estocolmo nunca habria conseguido los Juegos Olimpicos sin ella. Christina cautivo a Samaranch. Ella preparo toda la organizacion de la campana y la llevo a buen puerto. Luego, cuando logro los Juegos, quisieron destituirla y nombrar a otro director general, pero no lo consiguieron. No habia nadie mas capacitado que ella para ese puesto, y se dieron cuenta de eso.

Annika escribia lo que el hombre decia mientras notaba como le aumentaba el desconcierto. Habia encontrado a personas en estado de conmocion tras accidentes de trafico y asesinatos y sabia que podian reaccionar de forma extrana e irracional, pero Bertil Milander no parecia un marido en duelo. Parecia mas bien un empleado en duelo.

– ?Cuantos anos tiene su hija?

– Fue elegida Woman of the Year por ese periodico estadounidense, ?como se llama…? La mujer del ano. Ella fue la mujer del ano. Era la mujer de toda Suecia. La mujer de todo el mundo.

Bertil Milander se sono de nuevo. Annika dejo el boligrafo y miro fijamente el bloc. Las declaraciones no tenian especial interes. Este hombre no sabia con claridad lo que hacia o decia. Parecia no enterarse de lo que ella y el fotografo querian hacer.

– ?Cuando recibio la noticia de la muerte de Christina? -pregunto Annika.

Bertil Furhage la miro.

– No volvio a casa -dijo-. Fue a la fiesta de Navidad del comite y no volvio a casa.

– ?Se impaciento cuando vio que no venia? ?Solia salir mucho? ?Viajaba mucho?

El hombre se acomodo en el sofa y miro a Annika como si ahora, por primera vez, se diera cuenta de su presencia.

– ?Por que pregunta eso? -inquirio-. ?Que quiere decir?

Annika reflexiono un segundo. Eso no estaba bien. El hombre estaba conmocionado. Se comportaba desconcertada e incoherentemente, sin saber lo que hacia. Solo habia una pregunta mas, que se sintio obligada a hacer.

– Pesa una amenaza sobre la familia -dijo-. ?Que clase de amenaza?

El hombre la miro fijamente con la boca abierta. Parecia como si no la hubiese oido.

– La amenaza -repitio Annika-. ?Puede decirme algo sobre la amenaza a la familia?

El hombre la miro con gesto de reproche.

– Christina hizo todo lo que pudo -respondio-. No es una mala persona. No fue culpa suya.

Annika sintio un escalofrio recorrer su espalda. Esto definitivamente no estaba bien. Recogio el bloc y el boligrafo.

– Muchas gracias por recibirnos a pesar de todo -dijo y se levanto-. Haremos…

Un portazo hizo que se sobresaltara y se diese la vuelta. Una joven delgada como un palillo, de semblante hurano y pelo revuelto estaba detras del sofa.

– ?Que hacen aqui? -pregunto la muchacha.

«La hija de Christina», penso Annika y se recompuso. Le respondio que eran del Kvallspressen.

– Hienas -replico desdenosa-. ?Han venido porque huele a sangre? ?A mordisquear los restos del cuerpo? ?Chupar hasta lo ultimo mientras se pueda?

Comenzo a bordear el sofa lentamente y se acerco a Annika. Annika se obligo a permanecer sentada y aparentar calma.

– Siento que su madre haya muerto…

– Yo no lo siento -chillo la hija-. Estoy contenta de que se haya muerto. ?Contenta! -Comenzo a llorar desconsoladamente y salio corriendo de la habitacion. Bertil Milander no reaccionaba en el sofa, miraba al suelo y se pasaba el panuelo entre los dedos.

– ?Le importa que le haga una foto? -pregunto Henriksson. Y Bertil Milander parecio despertar.

– No, en absoluto -contesto y se levanto-. ?Esta bien aqui?

– Quiza en la ventana tengamos mejor luz.

Bertil Milander poso junto a la grande y bonita ventana. Seria una buena foto. La suave luz del dia se filtraba entre los barrotes y las cortinas azules de Svenskt Tenn enmarcaban la foto.

Mientras el fotografo tomaba su carrete Annika salio apresuradamente tras la joven hacia el cuarto contiguo. Era una biblioteca con muebles caros de estilo ingles y millares de libros. La hija de Christina se habia sentado en un sillon de cuero color sangre de buey.

– Quiero pedirte perdon si piensas que somos unos entrometidos -dijo Annika-. No queremos molestaros en absoluto. Mas bien lo contrario. Solo queremos contaros lo que estamos haciendo.

La chica no respondio; parecia no haber notado que Annika estaba alli.

– Tu y tu padre podeis llamarnos si deseais comentar algo o si pensais que es incorrecto lo que escribimos o quereis anadir o contar alguna cosa.

Ninguna reaccion.

– Le dejare mi numero de telefono a tu padre -informo Annika y salio de la habitacion.

Henriksson y Bertil Milander habian salido al vestibulo. Annika fue tras ellos, saco una tarjeta de visita de la cartera y tambien anoto el numero particular del director.

– Llame en cuanto quiera algo -dijo-. Siempre llevo el movil. Gracias por permitirnos visitarle y perdone las molestias.

Bertil Milander cogio la tarjeta sin mirarla. La dejo en una mesita dorada junto a la puerta principal.

– Estoy totalmente desconsolado -dijo el, y Annika supo que ya tenia el titular de las paginas centrales encima de la fotografia.

El director suspiro cuando oyo los golpes en la puerta. Habia pensado acabar con alguno de los montones de papeles que habia en el escritorio, pero desde que llego al periodico, hacia una hora, habia estado sonando el telefono y habian llamado a la puerta continuamente.

– Entre -dijo. Intento relajarse; consideraba un honor estar disponible para los empleados tanto como pudiera.

Era Nils Langeby. Anders Schyman sintio que le invadia el desanimo.

– ?Que te pasa hoy? -pregunto sin levantarse de su silla detras de la mesa.

Nils Langeby se coloco en medio de la habitacion retorciendose las manos.

– Estoy preocupado por la redaccion de sucesos -comenzo-. Es un caos.

Anders Schyman miro al reportero y reprimio un suspiro.

– ?Que quieres decir?

– Vamos a perdernos muchas cosas. No se esta realmente comodo. Todos nos sentimos inseguros con los cambios; ?que sera del seguimiento criminal?

El director le indico una silla al otro lado de la mesa. Nils Langeby se sento.

– Todos los cambios, hasta los que traen mejoras, ocasionan perturbaciones e inquietud -dijo Schyman-. Es perfectamente normal que la redaccion de sucesos este agitada. Habeis estado sin jefe durante mucho tiempo y acaba de llegar uno nuevo.

– Si, en efecto, y es ahi donde yo creo que radica el problema -contesto Nils Langeby-. No creo que Annika Bengtzon de la talla.

Anders Schyman reflexiono un momento.

– ?A ti te lo parece? Yo pienso justo lo contrario. Creo que es una reportera formidable y una buena

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