– Pensad -dijo Annika-. O se esta ocultando o algo ha ido verdaderamente mal. Nadie la localiza, ni siquiera sus colaboradores mas cercanos. No existe ningun lugar en el mundo donde no hayan hablado del atentado. Ella ha tenido que enterarse. O no quiere hablar, por lo tanto se oculta, o no puede, porque esta enferma, muerta o secuestrada.

– Yo tambien he pensado en ello -dijo Berit-. Pregunte a los investigadores sobre eso ayer cuando hable con ellos de lo que habian descubierto en el lugar del crimen, pero lo negaron categoricamente.

– Eso no quiere decir nada -comento Annika pensativa-. Hoy, Furhage tambien es noticia, pase lo que pase. Debemos continuar con la amenaza de muerte, ?que fue en realidad? Si ella es la victima, debemos concentrarnos en su biografia. ?Tenemos un obituario preparado?

– De ella no -respondio Berit-. Christina Furhage no estaba en la lista de posibles candidatos.

– Avisaremos al archivo antes de ir a la jefatura de policia. ?Alguno de vosotros llamo ayer a Eva-Britt?

Tanto Berit como Patrik negaron con la cabeza. Annika fue hacia la mesa y llamo a casa de la secretaria de redaccion. Cuando Eva-Britt Qvist contesto, Annika le relato la situacion en pocas palabras.

– Se que es el ultimo domingo antes de Navidad, pero seria un detalle si pudieras venir -dijo-. Nosotros tenemos que ir a una rueda de prensa en la jefatura de policia, y seria practico que alguien pudiera recopilar todo lo que tenemos de Christina Furhage, tanto fotos como articulos…

– Tengo una masa de bollo fermentando -respondio Eva-Britt Qvist.

– Vaya -contesto Annika-. Es una pena. Pero el caso es que hoy pueden ocurrir grandes cosas y nosotros estamos muy ocupados. Patrik estuvo aqui hasta las cinco de la madrugada, yo trabaje desde las tres de la manana hasta las once de la noche, Berit mas o menos lo mismo. Y necesitamos ayuda con lo que son tus funciones, controlar las bases de datos, recopilar el material y…

– Ya te he dicho que no puedo -replico Eva-Britt Qvist-. Tengo familia.

Annika se trago la primera respuesta que salio de su cerebro. En cambio dijo:

– Si, se lo que es tener que cambiar los planes. Es horrible desilusionar a los ninos y al marido. Por supuesto, tendras compensacion economica o dias libres, lo que quieras, los dias entre Navidad y Fin de Ano o la proxima semana blanca, por ejemplo. Pero seria maravilloso si pudieras recopilar el material mientras nosotros estamos en la jefatura de policia…

– ?Te he dicho que estoy haciendo bollos! No puedo. ?No lo entiendes?

Annika tomo aliento.

– Okey -replico-. Entonces te lo dire asi, si lo prefieres. Te ordeno que hagas horas extraordinarias, empezando ahora. Confio en que estes aqui dentro de un cuarto de hora.

– ?Pero mis bollos…!

– Deja que los haga la familia -respondio Annika y colgo. Se enfado al notar que su mano temblaba.

Odiaba estas situaciones. A ella nunca se le ocurriria comportarse como Eva-Britt Qvist cuando un superior la llamaba para pedirle que hiciera horas extraordinarias. Si alguien trabajaba en un periodico y ocurria algo gordo, tenia que estar preparado para ayudar, asi de sencillo. Si queria un trabajo de nueve a cinco, que se buscara un puesto de administrativo en Telefonica o algo parecido. Por supuesto, habia otros que podian controlar la base de datos, ella misma, Berit o alguno de los reporteros de noticias. Pero en una situacion como esta todos estaban muy ocupados. Todos querian celebrar la Navidad. Por eso era importante repartir las tareas de la forma mas justa posible y dejar que cada uno hiciera su trabajo, aunque fuera domingo. Sabia que no podia darse por vencida y dejar que Eva-Britt se saliera con la suya, pues lo pasaria fatal como jefa. Ser tan irrespetuosa como habia sido la secretaria de redaccion no debia gratificarse con dias libres.

– Eva-Britt viene -les anuncio a los otros y le parecio percibir un esbozo de sonrisa en Berit.

Fueron a la rueda de prensa en dos coches. Annika y Berit se marcharon con Johan Henriksson, el fotografo, y Patrik con Ulf Olsson. La concentracion de medios de comunicacion era aun mas amplia que el dia anterior. Henriksson tuvo que aparcar cerca de la Kungsholmstorg; tanto Bergsgatan como Agnegatan estaban abarrotadas de autocares de equipos moviles y coches Volvo con grandes logotipos de medios de comunicacion. Annika disfruto del pequeno paseo entre las casas. El aire estaba limpio y claro despues de la nevada del dia anterior, el sol hacia que los aticos relucieran. La nieve crujia bajo sus pies.

– Alli vivo yo -anuncio ella y senalo el edificio de 1880 recien restaurado, un poco mas arriba, en Hantverkargatan.

– ?Alquilado o comprado? -pregunto Berit.

– Alquilado -respondio Annika.

– ?Como diablos has conseguido un apartamento aqui? -dijo Henriksson, pensando en su estudio en Brandbergen.

– Tenacidad -contesto Annika-. Consegui un contrato de alquiler temporal por demolicion en esa casa hace ocho anos. Un piso pequeno interior de tres habitaciones sin agua caliente. El edificio iba a ser remozado totalmente y yo podria vivir alli medio ano. Luego vino la crisis de la construccion y el propietario se arruino. Nadie queria comprar este tugurio, pero como yo habia vivido aqui mas de cinco anos, el contrato fue mio. A esas alturas eramos casi cuatro personas en un piso de tres habitaciones, Thomas, Kalle, yo y Ellen en mi barriga. Cuando por fin se remozo el edificio me dieron un piso de cinco habitaciones con vistas a la calle. No esta mal, ?verdad?

– ?Bingo! -exclamo Berit.

– ?Cuanto pagas de alquiler? -pregunto Henriksson.

– Esa es la unica parte de la historia que no es divertida -respondio Annika-. Pregunta cualquier otra cosa, como por ejemplo, lo solidas que son las paredes y lo altos que son los techos.

– Rica, esnob y capitalista -dijo Henriksson y Annika rio en voz alta y feliz.

Los del Kvallspressen llegaron tarde y apenas pudieron entrar en el local donde tenia lugar la rueda de prensa. Annika se quedo en el umbral y casi no vio nada. Se estiro y observo como los periodistas, uno tras otro, se esforzaban por mostrar a sus colegas lo extremadamente importantes y concentrados que estaban en su trabajo. Henriksson y Olsson boxearon hacia el estrado y llegaron al mismo tiempo que entraban los participantes. Evert Danielsson no estaba, ni tampoco ninguno de los inspectores de policia. Por encima de la cabeza de una periodista de uno de los periodicos de la manana vio al responsable de prensa carraspear y tomar la palabra. Recapitulo la situacion y hablo de lo que ya se sabia, que habia una orden de busca y captura contra Tigern y que la investigacion tecnica continuaba. Hablo apenas diez minutos. Posteriormente Kjell Lindstrom se echo hacia adelante y todos los periodistas hicieron lo mismo. Todos presentian lo que iba a llegar.

– El trabajo de identificacion de la victima esta practicamente acabado -anuncio el fiscal general y todos los periodistas estiraron el cuello.

– Se ha informado a la familia, y por eso hemos decidido anunciar los datos, aunque todavia queda algo de trabajo. La victima es Christina Furhage, directora general de los Juegos Olimpicos de Estocolmo.

La reaccion de Annika fue casi fisica: «?Si! ?Ya lo sabia! ?Era lo que pensaba!». Mientras las voces excitadas llegaban hasta el techo de la sala de prensa y ahogaban todo lo demas, ella ya estaba saliendo de la jefatura de policia. Se puso el auricular en el oido y marco el numero del movil que habia memorizado. Silenciosamente su telefono movil llamaba al otro, y por fin se oyeron las senales. Se detuvo en el pequeno vestibulo de entrada a la jefatura de policia, inspiro profundamente, cerro los ojos para concentrarse e intento enviar un mensaje telepatico: «?Por favor, que alguien responda!». Tres senales, cuatro senales y un chasquido. ?Alguien contestaba! Dios mio, ?quien podria ser?

– Buenas tardes. Me llamo Annika Bengtzon y llamo del periodico Kvallspressen. ?Con quien hablo?

– Soy Bertil Milander -susurro alguien.

Bertil Milander. Bertil Milander, claro, era el marido de Christina Furhage, ?no se llamaba asi? Annika se la jugo y pregunto con la misma lentitud que antes.

– ?Es Bertil Milander con quien hablo? ?El marido de Christina Furhage?

El hombre del movil suspiro.

– Si, soy yo -dijo.

A Annika el corazon le dio un vuelco. Mantener una conversacion con una persona que acababa de perder a

Вы читаете Dinamita
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату