un familiar era una de las tareas mas desagradables que un reportero tenia que hacer. Se discutia mucho en el gremio sobre si hacer o no estas llamadas, pero Annika creia que era mejor hacerlo que no hacerlo, por lo menos para informar de las intenciones del periodico.

– Quiero comenzar diciendole que siento mucho la tragedia que ha sufrido su familia. La policia acaba de anunciar que la persona que murio en la explosion del estadio Victoria era Christina, su mujer -dijo.

El hombre no respondio.

– ?No es este el telefono movil de Christina? -se oyo preguntar.

– No, es el de la familia -contesto el hombre sorprendido.

– Bueno, le llamo para decirle que escribiremos sobre su esposa en el periodico de manana…

– Eso ya lo han hecho -dijo el hombre.

– Si, hemos seguido la explosion, los hechos.

– ?No era Kvallspressen el que tenia la foto? Esa foto donde…

Su voz se corto en sollozos. Annika se llevo la mano a la boca y miro fijamente al techo. Dios mio, habia visto la foto de Henriksson en la que los medicos recogian pequenos pedazos de su esposa; ?joder! ?joder! Silenciosamente tomo aliento.

– Si, fuimos nosotros -contesto con calma-. Siento de verdad no haber podido avisarle con antelacion sobre la foto, pero justo ahora hemos sabido que era su esposa quien habia muerto. No pude llamarle antes. Le pido disculpas si esa foto ha herido sus sentimientos. Por eso creo que es importante hablar ahora con usted. Manana continuaremos escribiendo sobre esto.

El hombre lloro en el auricular.

– Si tiene algo que decir le escucharia encantada -aclaro Annika-. Si quiere criticarnos, pedirnos que escribamos algo especial o evitar que escribamos algo determinado, diganoslo. ?Senor Milander?

El se sono.

– Si, aqui estoy -balbuceo.

Annika levanto la mirada y a traves de la entrada de cristal vio salir del edificio al rebano de periodistas. Abrio la puerta rapidamente y se puso a un lado de la escalera. Oyo a traves del auricular las senales indicativas de que alguien intentaba llamar al otro movil.

– Comprendo que esto tiene que ser terrible para usted. No me puedo imaginar lo duro que es. Pero es un acontecimiento mundial, uno de los peores crimenes que se han cometido en nuestro pais. Su mujer era un personaje destacado y un modelo para las mujeres del mundo. Por eso nuestra obligacion es investigar los hechos. Y por eso le pido que hable con nosotros, nos de la posibilidad de mostrar respeto, que nos diga como quiere que lo hagamos. Lo terrible es que nosotros podemos estropear todo con lo que escribamos y herirle a usted sin querer.

Sonaba la «llamada en espera» de nuevo. El hombre dudaba.

– Le puedo dar mi numero directo y el del director y asi podra llamar cuando quiera… -insistio Annika.

– Venga a casa -la interrumpio el hombre-. Quiero contarle algo.

Annika cerro los ojos y sintio verguenza de la alegria que la embargo. ?Tendria una entrevista con el marido de la victima! Apunto la direccion secreta de la familia en un tique de supermercado que encontro en el bolsillo, y antes de pensar si era etico, se apresuro a anadir:

– De ahora en adelante su movil sonara sin parar. Si no lo soporta no dude en apagarlo.

Lo habia conseguido. Lo mejor seria que ningun otro periodista lo hiciera.

Se introdujo de nuevo en la jefatura de policia para buscar a alguno de sus colaboradores. A la primera que se encontro fue a Berit.

– He conseguido hablar con la familia -anuncio-. Voy para alla con Henriksson. Tu puedes encargarte de las ultimas horas de Furhage y Patrik puede encargarse de la caza del asesino, ?que te parece?

– Perfecto -dijo Berit-. Henriksson esta por ahi detras, se fue con Kjell Lindstrom para hacerle unas fotos. Llegaras antes si das la vuelta…

Annika salio disparada y se encontro con Henriksson en Bergsgatan, subido a un contenedor de papel y Lindstrom debajo, con el tunel de hierro de la entrada a la jefatura de fondo. Saludo a Lindstrom y se llevo al joven sustituto.

– Vamos, Henriksson, vas a conseguir otra vez las paginas centrales de manana -le informo.

Helena Starke se seco la boca con el dorso de la mano. Noto que se manchaba pero no sintio el olor a vomito. Todas sus sensaciones estaban bloqueadas, desconectadas, habian desaparecido. Olfato, vista, oido y gusto ya no existian. Gimio y se inclino todavia mas sobre el retrete. ?Estaba realmente oscuro o se habia quedado ciega? El cerebro no le funcionaba, no podia pensar, no habia nada dentro, todo lo que hubo en el hasta entonces estaba asado, frito, quemado y muerto. Noto el agua salada que le corria por la cara, pero no sintio que lloraba. Lo unico que habia en su cuerpo era un eco, su cuerpo era un vacio que se llenaba con un murmullo ensordecedor: Christina esta muerta, Christina esta muerta, Christina esta muerta…

Alguien aporreaba la puerta.

– ?Helena! ?Como estas? ?Necesitas ayuda?

Gimio y se desplomo en el suelo, se encogio bajo el lavabo. Christina esta muerta, Christina esta muerta, Christina esta…

– ?Abre la puerta Helena! ?Estas enferma?

Christina esta muerta, Christina esta muerta…

– ?Tiren la puerta!

Algo la alcanzo, algo que le hizo dano. Era la luz de la bombilla del vestibulo.

– Dios mio, ayudenla a levantarse. ?Que ha pasado?

«Ellos nunca lo entenderian», y se dio cuenta de que aun podia pensar. «Nunca lo entenderian. Nunca jamas».

Sintio que alguien la levantaba. Oyo el sonido de una persona gritando, y comprendio que era ella misma.

El edificio estaba enlucido de ocre quemado y era de estilo modernista. Se encontraba en la parte alta de Ostermalm, en una de esas calles sobrias donde todos los coches relucen y las ancianas tienen perritos blancos con correa. Naturalmente la entrada era magnifica, suelo de marmol, puertas con espejo de cristal tallado, ascensor de haya y bronce, pared de marmol en tonos amarillo calido, cristales de mosaicos ornamentados con flores y hojas en una gran ventana que daba al patio interior. Desde la puerta, el suelo y las escaleras estaban cubiertos por una alfombra gruesa y verde que a Annika le recordo la del Grand Hotel.

El piso de la familia Furhage/Milander se encontraba en lo alto del edificio.

– Ahora debemos tener mucho cuidado -susurro Annika a Henriksson antes de llamar a la puerta. Cinco tonos sonaron en alguna parte del interior.

La puerta se abrio rapidamente, como si el hombre que habia detras de ella les hubiera estado esperando. Annika no le reconocio; nunca lo habia visto, ni siquiera en foto. Christina no solia ir acompanada de el. Bertil Milander tenia el rostro ceniciento y ojeras oscuras. No se habia afeitado.

– Pasen -dijo.

Se dio la vuelta y entro directamente en lo que parecia ser un gran salon. Annika se sorprendio de lo viejo que parecia, con la espalda encorvada bajo la chaqueta marron. Se quitaron los abrigos, el fotografo se colgo una Leica al hombro y dejo la bolsa de la camara en el zapatero. Los pies enfundados en calcetines de Annika se hundieron en la gruesa alfombra; esta era, sin duda, una casa cara de asegurar.

El hombre se habia sentado en el sofa; Annika y el fotografo aterrizaron en otro que estaba enfrente. Annika habia sacado un bloc y un boligrafo.

– Hemos venido sobre todo a escuchar -comenzo Annika con calma-. Si hay algo que quiera contarnos, algo sobre lo que quiera que escribamos, podriamos considerarlo.

Bertil Milander poso la vista en sus manos cruzadas. Entonces comenzo a llorar quedo. Henriksson se humedecio los labios.

– Hablenos de Christina -le animo Annika.

El hombre se sono en un panuelo bordado que saco del bolsillo de su pantalon. Se limpio la nariz meticulosamente antes de volver a guardar el panuelo. Suspiro profundamente.

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