habria podido ahorrarme las lamentaciones. En efecto, la partida de caza no reporto ninguna pieza y hubo que cenar huevos con tocino. Pese a ello, no podia decirse que la jornada hubiera sido mala para Duke, puesto que Barbara habia accedido a ir al espectaculo del dia de Colon si su amiga Sally iba tambien.

Aquel dia termino felizmente para mi, porque Duke me prometio que, cuando volviera otra vez, me ensenaria a manejar el Colt 45. Quiza incluso me permitiria disparar algunos tiros. Dejaba la pistola en el cajon del mueble donde se guardaban las demas armas, porque era seguro que no tardaria en haber otra partida de caza.

Aquella noche, en la cama, pense que podia atribuirme el merito de haber forjado la union de Duke y Barbara. Era yo quien habia emparejado a dos de las personas mas amables de este mundo. De no haber acompanado a Duke a la granja, jamas habrian tenido la oportunidad de conocerse. A veces todavia pienso en ello. Pero la diferencia es que estos pensamientos ya no me sumen en un sueno profundo y reparador, sino que ahora me torturan y me llenan de remordimientos.

La noche de la fiesta, Barbara me trajo de la base una barra de Hershey. Era la medianoche pasada cuando, de puntillas, paso por delante de la puerta de mi habitacion. Yo la llame, ella entro y se sento en mi cama. Me describio todos los detalles del espectaculo, desde la actuacion de un conjunto de jazz, formado por negros, hasta la de un soldado que habia hecho una parodia de Hitler. Y tuvo la sorpresa de su vida cuando Duke subio al escenario, puesto que el numero no figuraba en el programa. Los demas solicitaron su presencia para llenar un espacio con una cancion mientras se hacian ciertos cambios en el escenario. Sus companeros lo aplaudieron a rabiar cuando subio, despues de lo cual le pasaron una guitarra y el, sentado ante el telon bajado, canto tres o cuatro canciones. Tenia muy buena voz y un gran sentido del ritmo, aparte de que el mismo habia escrito todas las canciones. Al publico le encanto. Y a Barbara se le cayo la baba cuando, despues de los aplausos, volvio a ocupar el asiento a su lado.

Me dijo tambien que volveria a salir con Duke. Aparte de su talento musical, habia facetas de su caracter de las que ella no se habia dado cuenta al primer momento: una gran educacion y un gran sentido del humor, inofensivo pero picaro. Ademas, era timido, cosa que jamas se habria podido esperar tratandose de un yanqui.

Yo esperaba que, despues de esto, vendria a menudo a la granja, pero Barbara preferia encontrarse con el en secreto. Seguramente no queria que sus padres supieran cuando salia con el debido a que, en el pueblo, circulaban muchos rumores acerca de lo mal que se portaban los soldados americanos con las chicas. Barbara solia decir que salia con Sally, pero yo supongo que se encontraba con Duke en el prado y que este la llevaba en el jeep a Glastonbury o a Shepton Mallet para tomar unas copas. El hecho es que ella siempre estaba de vuelta antes de las once, porque yo, por si queria entrar en mi cuarto y charlar un momento conmigo, dejaba siempre abierta de par en par la puerta de mi habitacion.

Cierta vez que yo estaba limpiandome los zapatos en la puerta de la cocina, se me acerco la senora Lockwood y me hablo de Barbara. Desde el incidente ocurrido en la huerta con Cliff Morton, habia cierta tension en la familia. Me parece que atribuian en parte a Barbara la culpa de lo ocurrido. La senora Lockwood me pregunto si alguno de los ninos del pueblo habia hecho algun comentario sobre el hecho de que Barbara saliera con americanos. No me fue necesario mentir y le conteste que no, que los chicos de la escuela no me habian hablado nunca de Barbara. Entonces la senora Lockwood me pregunto abiertamente si Barbara se veia con Duke.

Me puso entre la espada y la pared. La educacion que yo habia recibido me imponia decir siempre la verdad. O, por lo menos, la mayoria de las veces. Con los companeros el precepto no regia, si con los mayores. Mentir a los mayores era cosa fuera de programa. Pero me poseyo un arrebato de fidelidad. Barbara tambien era una persona mayor y yo la preferia a ella que a todos los Lockwood juntos. Como no queria traicionar la confianza que me habia demostrado, me negue a contestar.

Lo cual no sirvio de nada, porque la senora Lockwood supo, por mi silencio, lo que queria saber. Y cuando me negue a corroborarlo, me obligo a apoyarme en la tabla de planchar y me dio unos azotes en el trasero con la zapatilla, por insolente y estupido. Era una mujer que no se andaba con chiquitas.

Fue la unica vez durante todo el tiempo que pase en Somerset que recibi una paliza. No voy a hacer el acostumbrado comentario de que la tunda me sorprendio mas que me dolio, porque la verdad es que me sorprendio tanto como me dolio. La zapatilla era de alivio. Hasta aquel momento habia equiparado la manera de ser de la senora Lockwood con su voz. Me habia tolerado en la cocina, me habia alimentado, me habia lavado la ropa y me habia enviado a la escuela como estaba mandado. No me habia dado su afecto, suplido con el afecto de Barbara, pero tampoco me habia demostrado hostilidad. Cuando la juzgo despues del tiempo transcurrido, comprendo que aquella mujer estaba sometida a tension. Se sentia molesta por el hecho de que hubieran metido un refugiado en su casa y estaba preocupada por Barbara, sentimientos que afloraron el dia que empuno la zapatilla.

Tengo un recuerdo que quisiera revivir. Es huidizo y no estoy demasiado seguro de si no es, en parte, mas bien un deseo despues del castigo recibido. Me veo en la cama, aquella misma noche, con la cara mirando a la pared y mi almohada esta humeda; estoy casi dormido cuando noto el suave contacto de unos cabellos en mi cuello.

Es Barbara.

Permanezco inmovil, porque no quiero que se de cuenta de que estoy llorando. Su rostro reposa sobre el mio y permanece unos segundos junto a el. Despues me da un beso en la mejilla. El contacto de sus labios me turba de una manera desconocida para mi hasta entonces. Me acaricia la frente y murmura en mi oido que quiere darme las gracias por lo que he hecho, me dice que soy su heroe. Sabe como ha debido de dolerme la paliza, porque tambien ella y su hermano Bernard las recibieron en su dia, alli mismo, sobre la tabla de planchar, con la zapatilla, exactamente igual que yo. Pero me dice que ellos las merecian siempre, pero yo no, y que se siente avergonzada de lo que su madre ha hecho conmigo. Y me promete que nunca mas volvera a ocurrir, por lo menos nunca mas por su culpa. Antes de irse, me besa por segunda vez. No recuerdo nada mas. No creo que sean imaginaciones mias. Parece que la oigo decir:

– Mi pequeno heroe…

No vaya a burlarse de mi; todos hemos sido ninos alguna vez.

En noviembre se preparo el prensado de las manzanas. Las primeras escarchas habian helado las que estaban amontonadas en la huerta y hubo que cargarlas en carretas para trasladarlas al cobertizo donde se preparaba la sidra. Cuando digo «hubo que cargarlas» me refiero al senor Lockwood, a Bernard y a tres braceros, auxiliados a ratos por mi y por los americanos, avidos de conocer los detalles de la preparacion de la sidra. Por lo menos esto era lo que decian. Con todo, si venian para ver a las chicas, se llevaron un chasco, porque aquel era un trabajo reservado a los hombres.

A los hombres, pero tambien a los ninos. A mi se me encargo una labor especial. El viejo cobertizo donde se preparaba la sidra tenia un desvan y, una vez las manzanas en el, habia que introducir los sacos por una ventana situada en la parte alta de la pared que daba a la era. Mi tarea consistia en estar en el desvan y meter la fruta, ayudandome para ello con la luz de una linterna, en la boca de madera que alimentaba el molino situado debajo. Utilizaba para ello una pala de madera y, cuando el molino se ponia en funcionamiento y el senor Lockwood me daba una voz, yo descargaba una avalancha de manzanas a traves de la abertura cuadrada que tenia en el suelo, las cuales bajaban por el embudo de tela de saco hasta el molino que silbaba y escupia y del que a continuacion salia la sidra. ?Algo tremendo! En los momentos de descanso, me dedicaba a patinar sobre la gran mancha negra y jugosa que se formaba en el suelo.

Debajo de mi, las manzanas eran convertidas en pulpa, primero con ayuda de unos rodillos con dientes de hierro, que las trituraban, y despues con otros rodillos de piedra que las machacaban. En otro tiempo se habia empleado la fuerza de un caballo para hacer girar los rodillos. Ahora, el senor Lockwood se servia simplemente de un motor, que utilizaba para todos los menesteres. La pulpa se recogia en un recipiente de madera colocado en la parte inferior del molino, que despues se retiraba con palas de madera. En esta fase del proceso ya no se dejaba que el metal se pusiera en contacto con la fruta.

Junto al molino habia una enorme prensa de madera. Sobre la misma se ponian capas alternadas de paja de trigo y de pulpa de manzana para formar lo que el senor Lockwood designaba con el nombre de «queso». El permanecia de pie junto a la prensa, colocando las capas de forma que su extension ocupara unos cuatro pies cuadrados y doblando los extremos de la capa de paja a medida que se iban superponiendo. El queso, acabado, era mas alto que yo y, segun decian, pesaba mas de una tonelada.

Terminada la preparacion, todo el mundo se reunio alrededor de la prensa. Se llamo a Barbara y a la senora Lockwood, que estaban en casa, se coloco una cuba debajo de la prensa, se dio vuelta al torno y todos nosotros

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