Teniendo en cuenta todo lo que habia hecho la canalla de la condesa para hacerse con el artefacto, cabia deducir que albergaba informaciones explosivas, la clave de un nuevo misterio. Sarah penso que, en cierto modo, el codicubus era el legado que le habia dejado Polifemo, un obsequio y una mision a la vez…

– ?Nos dirigimos a Venecia? -pregunto la joven.

Hingis asintio.

– Entonces tendremos que instalarnos alli y esperar a que pase el invierno. Haremos acopio de fuerzas y de conocimientos y, cuando llegue la primavera, abriremos la veda. No descansare hasta que haya descubierto los planes de la Hermandad y haya liberado a Kamal de las garras de la condesa.

– Venga esa mano -dijo Hingis. Le tendio la mano derecha y Sarah se la estrecho al instante.

– Antes de morir -reflexiono Sarah-, Polifemo me encargo que liberara a Tammuz. ?No se referiria acaso a Kamal? Y en ese caso, ?por que lo llamo asi?

– Lo averiguaremos -dijo Hingis convencido-. Y muy pronto…

Epilogo

Un lugar desconocido, noviembre de 1884

La misma habitacion apartada del mundo, que no tenia puerta ni ventanas. Las mismas personas, sentadas una frente a la otra.

– El informe -exigio una de ellas, que se habia quitado la chistera y se apoyaba en un baston de madera con un puno dorado en forma de cabeza de dragon.

– A pesar de haber tenido que salir precipitadamente -informo la otra-, podemos estimar que la mision de Grecia ha sido un exito. Si bien el enemigo ha logrado destruir la fuente de la vida con ayuda de un traidor, hemos conseguido hacernos con una cantidad suficiente de elixir.

– ?Que fue del traidor?

– Fue apresado y sometido. El medico que usted me recomendo demostro ser un maestro en el elevado arte de la tortura; sin embargo, no nos dijo nada.

– Entonces, ?el codicubus sigue desaparecido?

– Si, Maestro.

– ?Y el medico esta muerto?

– Desgraciadamente. No dudo de que todavia nos habria sido util durante un tiempo.

– Primero Laydon y ahora Cranston. Nuestras bajas en medicos son alarmantes…

– … y hay que atribuirlo sobre todo a una mujer concreta. Ya sabe de quien le hablo.

– Kincaid. -Las manos del hombre toquetearon inquietas el puno del baston-. ?Y puede usted asegurar que ya no supone ningun peligro para nosotros?

– Absolutamente. En todo este tiempo no ha descubierto ni por asomo nuestros objetivos. De hecho, creia que este asunto solo iba con ella y, por lo tanto, se culpara de todo lo ocurrido. Puede que Sarah Kincaid siga con vida, pero esta destrozada. Le he arrebatado todo lo que significaba algo para ella y se de que hablo, creame.

– Como usted diga. ?Y Tammuz?

– Esta en nuestro poder, tal como habiamos planeado. Y no recuerda nada anterior a estas tres semanas. En cierto sentido, es como un nino, ingenuo y lleno de preguntas, una hoja en blanco.

– Pues escribala en nuestro provecho…

– Lo hare.

– … y no olvide el objetivo que tenia desde el principio este secuestro.

– No se preocupe -replico la mujer, acariciandose el regazo con su mano blanca y llena de anillos-. No lo he olvidado.

– Tammuz tiene que darnos una heredera, y cuanto antes. Ese es nuestro unico objetivo, n'est cepas…?

Agradecimientos

La tercera etapa del arriesgado viaje de Sarah Kincaid es sin duda la mas sombria. En ella, nuestra heroina se enfrenta a las preguntas mas elementales de la existencia humana y ya no se encuentra en la cuerda floja entre mitologia e historia, sino en las profundidades de los infiernos, y, esto, en mas de un sentido. Como autor, he tenido que acompanar forzosamente a Sarah en su peligrosa expedicion, y una vez mas me he alegrado de poder contar con algunas personas que me han sido de gran ayuda y a las que quiero mencionar en este apartado.

En primer lugar, doy las gracias a mi familia -a mi maravillosa esposa, Christine, y a mi hija, Holly- por hacer que todo esto fuera posible, y a mis padres por sus palabras de animo; a mis amigos, que nunca se cansan de oir mis disparatadas ideas, y, por supuesto, a todos los que han participado, directa o indirectamente, en la creacion y en la publicacion de esta novela: a mi editor, Stefan Bauer, con el que siempre es un privilegio y una alegria trabajar; y a mi agente literario, Peter Molden, que siempre tiene tiempo para mi, trabaja incansablemente y me ha aportado muchas cosas.

Evidentemente, tambien quiero dar las gracias a mis lectores: tanto a aquellos que se han dirigido a mi durante las lecturas, por correo o por e-mail, y me han comentado cuanto aprecian las aventuras de Sarah, como a aquellos que prefieren disfrutar de un libro en silencio y recluirse en mundos que solo permite crear la imaginacion; transmitirlos es la parte mas hermosa de mi extrana y extraordinaria profesion, que a veces consume todas mis energias, pero es siempre maravillosa.

Tambien contribuye a ello que los personajes que inventas algun dia empiezan a tener vida propia. Es el caso de Sarah, que, mientras escribo estas lineas, ya me apremia para que anada a sus aventuras y a su gran viaje una ultima etapa que responda a todas las preguntas y descubra no solo el secreto de su origen, sino tambien los misterios de la siniestra conjura victoriana… ?Y quien soy yo para negarle ese favor a una autentica lady…?

Michael Peinkofer

Michael Peinkofer (1969) curso estudios de literatura alemana, historia y ciencias de la comunicacion en Munich. Desde 1995 se dedica a la escritura, el periodismo cinematografico y la traduccion. Actualmente vive en la region de Algovia, en el sur de Alemania. Su novela Trece runas, traducida a siete idiomas, ha sido un rotundo exito de ventas en Alemania y Espana, y le ha dado a conocer como uno de los referentes actuales entre los jovenes autores europeos de novela historica. La maldicion de Thot, La llama de Alejandria y Las puertas del infierno son los primeros titulos de la serie dedicada a la intrepida arqueologa victoriana Sarah

Вы читаете Las puertas del infierno
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату