despertar?

?Habia sido aquello algo mas que un sueno? ?Habia tenido… una vision?

Dos anos antes, Sarah se habria reido de semejante idea y la habria tachado de absurda. Siempre se habia considerado un ser racional, una persona cerebral comprometida con los principios de la ciencia. Sin embargo, los acontecimientos que habia dejado atras y su contacto con Maurice du Gard y Kamal Ben Nara habian sembrado dudas. Porque, por muy diferentes que fueran, los dos compartian la creencia de que el destino estaba predeterminado y de que existia un poder superior que guiaba sus pasos.

Con todo, los metodos de ambos se diferenciaban considerablemente: mientras que du Gard perseguia el dragon del opio y utilizaba las cartas del tarot para ver el futuro, Kamal creia con todo su corazon en la sabiduria y la omnipotencia de Ala.

?Y Sarah?

?En que creia?

A diferencia de Kamal y de du Gard, ella no era capaz de reconocer un significado profundo en sus suenos. Su padre le habia pedido perdon mientras agonizaba, pero no tuvo tiempo de explicarle el fondo de los misteriosos sucesos que lo habian llevado a Alejandria; igual que du Gard, que habia dedicado sus ultimas palabras a Sarah y a su amor hacia ella. Los dos sabian algo sobre su pasado y se lo habian llevado consigo a la tumba. Solo habia quedado el caos.

Pistas que se perdian en la nada.

Insinuaciones que no tenian sentido.

Sucesos que Sarah no conseguia interpretar.

Suenos que la atemorizaban.

Seguia viendo a Kamal yaciendo en aquel feretro, cubierto por la niebla y con una moneda debajo de la lengua para pagar su pasaje por el Estigia.

Empujada por el desasosiego, salto de la cama. El frio parque crujio bajo sus pies. Se deslizo hacia la ventana y corrio un poco las cortinas. Sobre los tejados planos y las chimeneas puntiagudas de Mayfair ya habia empezado a amanecer. Un resplandor rojizo, con pinceladas de violeta claro, que a Sarah le recordo de manera inquietante el sueno, ardia en el cielo por el este. Despuntaba el nuevo dia y Sarah decidio que no podia esperar mas.

Tenia que volver a Newgate.

Con Kamal…

Capitulo 7

Diario personal de Sarah Kincaid, anotacion posterior

Regrese por segunda vez a Newgate en el carruaje Brougham de sir Jeffrey. Las avenidas principales estaban muy transitadas y casi me dio la impresion de que nuestro coche, tirado por dos caballos, tenia que enfrentarse con todas sus fuerzas a la multitud que acudia a la ciudad a esas horas tempranas: jornaleros y obreros, artesanos y comerciantes, senores de postin que preferian pernoctar fuera de la ciudad y partir por la manana hacia Inns of Court o a la Bolsa para ejercer su poder. Algunos iban a caballo, pero la mayoria optaba por hacerse llevar en un Hanson, los coches de caballos mas modernos y ligeros, con los que tambien se causaba buena impresion y que se disputaban las calles con carros macizos cargados hasta los topes. Carruajes abiertos, carromatos cargados de barriles de cerveza, carretas tiradas por bueyes que se dirigian a los mercados de Covent Garden o de Billingsgate, todos parecian impacientes por adentrarse en la gran ciudad.

En consecuencia, avanzabamos despacio, y el trayecto hasta Newgate se me hizo angustiosamente eterno. No dejaba de preguntarme que significaba mi enigmatico sueno, y cuanto mas me acercaba a los adustos muros del presidio, mas crecia mi inquietud. Estaba impaciente por ver a Kamal y asegurarme de que se encontraba bien. Intuia una desgracia inminente, y con razon, como pronto descubriria…

Prision De Newgate, manana del 26 de septiembre de 1884

Los pasos de Sarah Kincaid y su acompanante resonaban sucesivamente en el techo abovedado de baja altura.

Era el mismo guardia que la habia escoltado el dia anterior, de modo que Sarah no tuvo que entretenerse dando largas explicaciones. Al ensenar de nuevo el escrito que Milton Fox habia conseguido para ella en el Ministerio de Justicia, enseguida la autorizaron a acceder a la seccion de las celdas, que esa manana le parecio aun mas adusta y ruinosa que el dia anterior. Sarah intento en vano grabar en su memoria la enmaranada sucesion de escaleras y corredores que iban dejando atras de camino hacia las oscuras entranas del presidio. Le daba la impresion de que el guardia la llevaba de nuevo por un camino distinto, ya fuera para impresionarla o bien para confundirla intencionadamente.

Pasaron por delante de un recinto que estaba separado del corredor por una reja de hierro. Detras habia media docena de hombres alineados, figuras encorvadas, demacradas y desnudas, tal como Dios las trajo al mundo. Les habian rapado la cabeza y tenian la piel blanquecina plagada de incontables cicatrices y heridas, que permitian entrever una vida dura y llena de privaciones. Dos carceleros uniformados cargaban con un recipiente metalico al que habian incorporado una bomba de manivela y un trozo de manguera. Y antes de que los presos entendieran que les sucedia, los dos guardias ya los estaban rociando con un producto quimico de color rojizo que, por la reaccion de los hombres, debia de quemar como el fuego en la piel desnuda.

– Nuevos internos, madam -explico el guardia, impasible-. Cuando llegan, hay que lavarlos y despiojarlos. Hace falta, creame.

Sarah no contesto. No tenia la menor duda de que la habia llevado por alli para hacerle pasar un mal trago y ver como se ruborizaba al ver a los hombres desnudos. Sarah se sonrojo realmente, pero no de verguenza sino de ira, pensando que Kamal tambien habia tenido que pasar por aquella ceremonia humillante…

Por fin llegaron al pasillo al final del cual se hallaba la celda de Kamal. En los ultimos metros, Sarah no pudo reprimirse mas. Acelero el paso, echo a correr y adelanto al guardia, que reacciono soltando un grunido de enfado.

– ?Kamal? Soy yo, Sarah…

La voz le temblo por culpa de la preocupacion, que se esforzaba por contener y que no cedio hasta que su amado empezo a moverse.

– Tu, ?no has oido? -bramo el guardia hacia el interior de la celda-. ?Despierta!

Para enfatizar sus palabras, blandio la porra de madera y aporreo la puerta. El estruendo metalico no solo consiguio que se levantara Kamal, sino todos los internos de las celdas cercanas.

– Sir -protesto Sarah, enojada-, ?le importaria no provocar semejante ruido infernal?

– Queria que se despertara, ?no? -contesto el guardia encogiendose de hombros-. Pues ya esta despierto…

Eso era indiscutible.

Kamal se habia incorporado y se frotaba los ojos para despertarse. Al ver a Sarah, se sobresalto.

– Buenos dias -lo saludo ella con carino.

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