tratado de protegerte y ayudarte, Sarah.
– ?Por eso quisiste borrarme del mapa?
– No albergue ese proposito hasta que se hizo evidente que no te pondrias de nuestra parte, que seguirias la misma senda funesta que habia tomado tu padre… y que lo llevo directo al abismo.
– Tu fuiste ese abismo -dijo Sarah con acritud.
– ?De verdad lo crees? -Laydon esbozo una sonrisa maliciosa que le deformo el semblante arrugado y provoco que la luz del farol proyectara en el sombras grotescas-. ?Es culpable la bala que alcanza el corazon del enemigo?
– ?Que quieres decir?
– Muy sencillo, Sarah -musito Laydon, y se inclino sobre la mesa tanto como le permitieron los grilletes-. Que tanto tu padre como yo no eramos mas que personajes sin importancia en esta obra. Pero en tus manos esta la posibilidad de cambiarlo todo. No la deseches, ?acepta tu destino!
– No me gusta que hables del destino. Siempre que lo haces te refieres unicamente al tuyo.
– Piensas asi porque aun no has comprendido lo que a mi me fue revelado hace mucho tiempo -respondio Laydon con un brillo de locura en la mirada-. Un poder inimaginable que proviene de lo mas profundo de los tiempos. Nada puede resistirsele, y tu formas parte de el…
– Desvarias -constato Sarah-. Mejor dime a que te referias cuando me dijiste que no habia acabado.
– ?Tu que crees? Que la organizacion no ha sido vencida. Puede que tu le infligieras una derrota, pero continua existiendo, igual que ha existido siempre, desde el inicio de los tiempos.
Sarah fruncio los labios. Le habria gustado rechazar todo lo que Laydon decia tomandolo por disparates de un loco, pero no era tan sencillo. Su padre tambien habia afirmado que las raices de aquel poder misterioso se remontaban en la historia de la humanidad hasta los comienzos de la civilizacion…
Laydon solto una carcajada sarcastica.
– Has desafiado a fuerzas que no alcanzas a entender ni de lejos. ?Que esperabas? ?Que te dejarian tranquila? ?Que podrias tener una vida sencilla, banal, ensimismada? ?Que tu destino podria ser encontrar la felicidad en el amor y traer al mundo a unos cuantos mocosos llorones? ?Era eso lo que querias?
– Tal vez -contesto Sarah en voz baja, conmocionada por el hecho de que Laydon hubiera descubierto su punto flaco. Era cierto que, secretamente, habia acariciado la idea de dejar reposar definitivamente el pasado y disfrutar con Kamal de la dicha de una vida sencilla y tranquila…
Laydon se partia de risa. Las carcajadas a las que Sarah se enfrentaba no eran risas de alegria, sino un balido malevolo cargado de odio y burla.
– ?Tan bien estabas con el? ?Cuidaba el hombre del desierto como es debido a la pequena Sarah? ?Lo hacia mejor que Du Gard?
– Eres repulsivo.
– ?Lo soy? Entonces, ?por que no te levantas y te vas de esta sala? Como puedes ver, yo no puedo hacerlo, pero tu eres libre de irte. ?Por que no le das la espalda al viejo Mortimer y le demuestras que opinion te merecen sus palabras?
– Te lo dire -musito la joven, atravesandolo con la mirada-. Me quedo porque mi amor por Kamal lo supera.
– ?Que supera? ?Tu orgullo?
– Tu odio -replico, y lo hizo enmudecer por un momento.
– Asi pues, yo tenia razon -murmuro Laydon finalmente, y de nuevo solto Una risita ronca-. Amas con toda tu alma a tu principe del desierto y realmente esperabas acabar tus dias feliz a su lado. ?Que conmovedor! Y ahora que tu esperanza parece haberse truncado, vienes a verme y a suplicarme ayuda.
– Yo no suplico nada -dejo bien claro Sarah.
– ?No? -Laydon entorno los ojos-. Entonces, ?de que se trata? ?Que le han hecho a tu amado para que tu superes el recelo y te reunas con el asesino de tu padre? ?Lo han matado? - Meneo la cabeza-. No, eso seria demasiado simple… y, ademas, ?por que estarias aqui? Asi pues, ?que es? Kamal sigue con nosotros, eso es incuestionable, pero su vida corre peligro. Por eso has venido a verme, solo ese motivo seria lo bastante fuerte. Quieres que te diga como puedes salvar a tu amado, ?verdad?
A Sarah le temblaban los labios. Asi debian de sentirse los guerreros que cabalgaban hacia la batalla sin armadura, penso. Los habian despojado del escudo y del arnes, y su espada no tenia filo y estaba oxidada. El valor que les daba la desesperacion era la unica arma que les quedaba…
– Efectivamente -admitio-. Asi es.
– Bien -asintio Laydon mientras una sonrisa indescifrable se dibujaba en sus labios. En ese preciso instante, se apago el brillo inquieto de sus ojos y, por un momento, dio la impresion de que se le aclaraba la cordura-. Por fin somos sinceros.
– ?Tu vas a ser sincero conmigo? -resoplo Sarah con menosprecio^-. Entonces, dime como puedo ayudar a Kamal. ?Que significan los caracteres que le dibujaron en la frente?
– No. -Laydon meneo la cabeza con determinacion-. Este juego no se juega asi.
– ?Que juego?
– El juego por el poder. A vida o muerte. A todo o nada -contesto Laydon.
– No me interesan los juegos.
– Pues te has metido en uno -senalo el con una sonrisa picara-; de lo contrario, no estarias aqui. ?O pensabas que iba a ayudarte sin obtener una contrapartida?
– No -reconocio con decepcion-, probablemente no. Pero yo no puedo darte lo que deseas.
– Buena pregunta: ?que deseo?
– La libertad -conjeturo Sarah-. Y yo no puedo ayudarte a conseguirla, aunque quisiera. Lo que les hiciste a aquellas mujeres y a mi padre te mantendra encadenado para siempre a tus grilletes.
– ?Y tu crees que se trata de despojarme de estas cadenas? -Laydon meneo su cabeza rasurada y se echo a reir de nuevo-. Que poco me conoces. Nunca me ha importado la libertad, Sarah, sino algo infinitamente mas valioso y raro.
– ?Y de que se trata?
– De la verdad -contesto-. Es lo unico que espero de ti como contrapartida.
– ?La verdad sobre que?
– Sobre ti -dijo Laydon simplemente-. Contestame una sola pregunta muy sencilla con sinceridad, y te doy mi palabra de que te ayudare con todos mis conocimientos.
– ?Tu me das tu palabra? -Sarah remarco la primera y la ultima palabra, ya que en su mente no encajaban. Por su experiencia, la palabra de honor de Mortimer Laydon tenia el mismo valor que el estiercol de caballo que por la noche la gente rascaba por las calles para encender las chimeneas.
– Vaya, ?no te fias de mi? -pregunto Laydon, y la carcajada que salio de su garganta sono como la risa de un idiota-. ?Por que sera?
Sarah se mordio los labios.
Laydon sabia que ella no se fiaba de el, y precisamente eso era lo que lo estimulaba. Queria que ella cruzara los limites invisibles que el habia trazado y conseguir que hiciera cosas que la joven no queria hacer. Esa era su tactica.