Sarah se levanto lentamente, como si estuviera en trance, dirigiendo la mirada hacia la oscuridad impenetrable que se extendia mas alla de la luz de la lampara, y de repente creyo ver el contorno de una figura siniestra. Tenia la altura de un gigante, llevaba un baston largo en el que se apoyaba al andar y avanzaba envuelto en una capa ancha con capucha que acompanaba sus pasos entre crujidos terrorificos.

Sarah contuvo el aliento y se tapo la boca con la mano, como si se diera cuenta de que se trataba del mismo espectro que la habia perseguido en los pantanos de Yorkshire…

– ?Qui… quien es? -se oyo preguntar a si misma mientras empezaba a albergar una terrible sospecha-. ?Que quiere de mi?

La figura envuelta en una capa seguia sin responder, pero continuaba acercandose, y Sarah noto que el miedo le atenazaba el corazon. Se le ocurrio la idea de huir, pero ?hacia donde? La oscuridad imperaba por doquier; si se quedaba donde estaba, al menos podria ver al siniestro visitante…

– Sarah -dijo este entonces, con una voz que no sono desagradable ni amenazadora, sino mas bien familiar-. ?Sarah…!

La joven contuvo el aliento cuando el desconocido se le puso delante y alargo la mano para tocarle el hombro. Sarah intento en vano distinguir el rostro que se ocultaba bajo las sombras de la capucha.

– Sarah -repitio, y la sacudio ligeramente por el hombro. Entonces se echo atras la capucha y la luz del farol ilumino los rasgos de aquella silueta gigantesca.

– ?Caronte…?

Sarah jadeo al ver un rostro desfigurado, desde el cual un solo ojo le devolvia la mirada. Profirio un grito y se levanto… Y entonces descubrio perpleja que seguia sentada a la mesa, rodeada de montanas de libros abiertos, apilados y amontonados…

– Sarah, ?que le ocurre? -pregunto la voz, y Sarah se dio cuenta entonces de que aquella voz no pertenecia a un ciclope descomunal, sino ni mas ni menos que a sir Jeffrey. El consejero real se habia inclinado hacia ella con el rostro tenso y la miraba con preocupacion-. ?Va todo bien? - pregunto.

– Su… supongo -contesto Sarah, mirando asombrada a su alrededor. Poco a poco iba comprendiendo lo ocurrido, y una ojeada al reloj de bolsillo disipo sus ultimas dudas.

Las once y media.

Realmente se habia dormido, aunque no solo unos instantes, como le habia hecho creer el breve pero vivido sueno que habia tenido, sino durante casi media hora. Si sir Jeffrey no se hubiera presentado, aquella cabezadita probablemente habria durado toda la noche. Y aquella silueta siniestra no habia sido mas que una quimera que habia invadido su sueno, aunque daba la sensacion de ser tan real que Sarah aun se estremecia.

– Parece que haya visto un fantasma, mi querida amiga -dijo sir Jeffrey con cierto tono de reproche.

– A mi tambien me da un poco esa impresion -admitio Sarah.

– Lo cual confirma mi convencimiento de que se esta exigiendo usted demasiado. Apenas ha dormido en dos dias y no ha comido nada. Kamal no sacara ningun provecho de que usted se consuma.

– Lo se, sir Jeffrey, lo se.

– ?Ha encontrado lo que buscaba? -se oyo decir a una segunda voz.

Hasta ese momento, Sarah no se habia dado cuenta de que Jeffrey Hull no habia ido solo. Un hombre, vestido tambien con levita y sombrero de copa, habia esperado en silencio en un segundo plano. Entonces se acerco a la luz de la lampara con una sonrisa indescifrable en el semblante.

– Tally-ho -dijo.

– Doctor Cranston -senalo asombrada Sarah-. ?Que le trae por aqui a estas horas?

– Si he de serle sincero, la curiosidad -contesto el medico con franqueza.

– Me he encontrado al doctor Cranston delante del museo -anadio sir Jeffrey a modo de explicacion-. Me ha preguntado por el estado de Kamal y le he hablado de la entrevista que usted mantuvo con Laydon y de sus suposiciones sobre el remedio.

– Interesante, sumamente interesante -comento Cranston.

– ?A que se refiere? -pregunto Sarah, que volvia a estar totalmente despierta. La somnolencia habia desaparecido de sus ojos.

– Me refiero a que pase usted media noche en vela investigando las pistas que le ha dado un enfermo mental. ?Por que no acudio a mi? Podria haberla ayudado.

– ?En que?

– En la busqueda de la verdad.

– ?La verdad? -Sarah rio amargamente.

– ?No ha pensado en ningun momento que el asunto del articulo del periodico podia ser una simple coincidencia? ?Algo eme solo adquiere sentido en su mente?

– Por supuesto -admitio Sarah-. Pero quiza sir Jeffrey ha olvidado mencionarle que Mortimer Laydon ya curo una vez a un paciente de esa fiebre misteriosa.

– ?Ah, si? ?Cuando?

– Hace muchos anos.

– ?Esta usted realmente segura?

– Tan segura como se puede estar -replico Sarah dedicandole una mirada elocuente: no pensaba decir nada mas al respecto y le estaba agradecida a sir Jeffrey por no haber revelado su secreto.

– Bueno -comento Cranston-, eso cambia algunas cosas. Pero sigo sin entender que tiene que ver con eso el articulo sobre aquella criatura.

– Es otra de las pistas de Laydon que sigo -explico Sarah-. Dijo algo de los judios. Y que el remedio se encuentra donde surge vida de lo inanimado. Al principio supuse que se referia a la Biblia, al libro del Genesis. Pero ahora creo que se referia a un lugar que realmente existe.

– ?Que la ha llevado a formarse esa opinion?

– ?Conoce bien Praga? -pregunto a su vez Sarah-. ?Ha estado alguna vez alli?

– Lamentablemente, no.

– En el articulo del periodico que me enseno sir Jeffrey se habla del Golem. ?Le suena ese nombre?

– Por desgracia, tengo que responder de nuevo que no -contesto Cranston con una timida sonrisa-, Esos temas no pertenecen al ambito de mis competencias.

– Para serle sincera, hasta hace unas horas me ocurria lo mismo que a usted -reconocio Sarah-. Solamente sabia que el Golem era un personaje de leyendas judias de la Edad Media.

– Pero eso ha cambiado, ?verdad?-conjeturo Cranston a la vista de los muchos libros que habia sobre la mesa.

– Cierto -confirmo Sarah-. Las insinuaciones de Laydon y el articulo de sir Jeffrey me han movido a realizar investigaciones precisas en relacion con el Golem y su origen.

– ?Y a que conclusion ha llegado?

– ?Le interesa realmente? -pregunto Sarah-. ?O solo intenta convencerme de que se trata de una quimera?

– Hagamos un trato -propuso Cranston-. Escuchare todo lo que tenga que decirme. Si consigue disipar mis dudas, hare todo lo posible por ayudarles, a usted y a Kamal.

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