condesa rio con amargura-. Por desgracia, esa es una de las lecciones que tuve que aprender muy pronto en la vida.
– Igual que yo -coincidio Sarah-. Pero en este caso no hacia falta intervenir.
– ?Que quiere decir? Ese monstruo de un solo ojo la estaba amenazando, ?no?
– En absoluto -nego Sarah-. Me ha salvado la vida cuando un congenere suyo me ha asaltado y me ha agredido.
– ?Como es posible?
– No lo se. -Sarah, que tenia la ropa y el rostro tiznados de hollin, meneo la cabeza-. Supongo que los dos han subido a bordo del tren esta tarde, durante la parada obligatoria. Probablemente se han escondido en el furgon de los equipajes.
– Probablemente -ratifico la condesa, que bajo el Derringer, aunque con titubeos-. ?Y que queria de usted el ciclope?
– El codicubus -contesto Sarah sin rodeos.
– ?Y lo ha conseguido?
– No.
– Claro -dijo la condesa-. Un objeto que estuvo en manos de Alejandro Magno no se entrega asi como asi, ?verdad?
– Exacto -coincidio Sarah, y se impuso un momento de silencio glacial en el que las dos mujeres se escrutaron mutuamente, intentando ver mas alla de las fachadas que ambas habian levantado a su alrededor.
– Que lastima -dijo Sarah.
– ?Lastima de que?
– Despues de todo lo que se de usted, esperaba que realmente pudieramos ser amigas, que realmente seriamos algo asi como hermanas de espiritu…
– ?Y?
– Probablemente todo quedara en nada -constato Sarah, desilusionada-, porque, si de algo estoy segura, es de que nunca he mencionado en su presencia quien habia poseido el codicubus.
– ?Y eso significa…?
– Que se ha delatado -asevero Sarah, sin pestanear-. Ni mas ni menos.
– Sorprendente -replico Ludmilla de Czerny mientras volvia a empunar la pistola con un movimiento que parecio casual. Uno de los canones habia escupido su bala pero el otro seguramente aun estaba cargado…
– ?Que es sorprendente? -pregunto Sarah-. ?Que haya descubierto la verdad?
– No -contesto la condesa, en cuyo semblante palido se perfilo una sonrisa triunfal-, que haya tardado tanto en hacerlo. Me habian dicho que era usted muy inteligente, pero la idea que yo tengo de un intelecto destacado es otra.
– Alla usted -gruno Sarah.
– Ahora que hemos aclarado nuestras posiciones y podemos jugar ensenando las cartas, me gustaria precisar mejor mi pregunta, y le aconsejo que conteste con sinceridad: ?Donde esta el codicubus?
– No lo se -afirmo Sarah.
– ?Que quiere decir con eso?
– Yo no lo tengo y, por lo tanto, no se donde esta.
– Es usted una mentirosa. Usted misma dijo que el renegado le habia dado el artefacto…
La palabra «renegado» resono en la cabeza de Sarah. Asi pues, el ciclope habia dicho la verdad…
– Asi es -admitio- pero no he conseguido abrir el cubo y se lo he devuelto.
– ?Devuelto? ?A quien?
Entonces fue Sarah la que esbozo una sonrisa burlona y, a diferencia de la condesa, la aderezo con una buena racion de insolencia.
– A aquel a quien usted ha ahuyentado con plomo -contesto friamente.
– ?Eso es mentira!
– Registre mi compartimiento si no me cree -replico Sarah-. Pero - anadio al ver la puerta abierta- seguramente ya lo ha hecho, ?verdad?
Una mirada al semblante rojo de ira de su interlocutora basto para confirmar la suposicion de Sarah. Mientras ella temia por su vida en el techo del vagon, la condesa habia revuelto su compartimiento, aunque no habia encontrado lo que buscaba…
– ?Ha estado de su parte desde el principio? -inquirio Sarah-. ?O en algun momento decidio cambiar de bando?
– ?Tu no sabes nada! ?Nada! -mascullo la condesa, pasando bruscamente a tutearla-. Ni conoces tus fuerzas ni sospechas con quien te has involucrado.
– Algo parecido me dijeron una vez -contesto Sarah secamente-. Pero, haciendo honor a la verdad, me da lo mismo. Por eso me he involucrado en su mascarada.
– ?Tu te has involucrado? -La condesa solto una carcajada sarcastica-. Es conmovedor ver como se tergiversan las cosas. ?Eres una presuntuosa! Todos tus pasos han estado determinados de antemano desde el momento en que regresaste a Yorkshire. ?Pensabas en serio que podias esconderte de nosotros? ?Que existia un lugar en el mundo donde el Uniojo no te viera?
– No -reconocio Sarah, estremecida-, lo tuve claro cuando me tropece con aquella figura siniestra en medio de la niebla. Al principio pense que se trataba de una ilusion, de una simple quimera, pero poco despues comprendi que significaba.
– Todo lo que ocurrio a continuacion -desvelo la condesa, deleitandose en hablar con lentitud como si quisiera que el veneno que ponia en cada una de sus palabras surtiera efecto- fue planeado cuidadosamente y con mucha antelacion. El arresto de Kamal, su internamiento en Newgate…
– ?Como conocian su pasado?
– El Uniojo lo ve y lo sabe todo. Nuestra red de informadores forma un tejido compacto y llega hasta circulos de iniciados. Todo formaba parte de nuestros planes: desde la fiebre enigmatica que contrajo tu amado hasta la busqueda de un remedio.
– ?Y Laydon? -pregunto Sarah.
– ?Laydon? -La condesa se encogio de hombros-. Era mi predecesor, un hombre cuyas facultades difieren ampliamente de su autoestima, y probablemente por eso ha perdido la razon. Sin embargo, nos era util, puesto que yo tenia muy claro que seria el primero al que pedirias consejo.
– ?Estaba enterado de todo?
– Por supuesto que no. Le dijimos lo justo para que te pusiera sobre la pista correcta. El objetivo final escapaba a su conocimiento. Y dudo que hubiera estado en condiciones de comprenderlo. Laydon no era mas que una pieza en nuestro juego, igual que tu.
– No se engane -dijo simplemente Sarah.
– ?Vas a afirmar que habias descubierto el complot? -La condesa meneo la cabeza-. Puede que intuyeras alguna cosa, pero te falta vision para abarcar la gran totalidad, igual que al viejo Gardiner Kincaid. Has seguido solicitamente nuestras indicaciones y fuiste a Praga en busca de un fantasma. En aquel momento habrias estado dispuesta a creer cualquier cosa que te dijeramos; al fin y al cabo, se trata de la vida de tu querido Kamal, ?no?