El suizo meneo la cabeza.

– Entonces, lo haremos asi -murmuro Sarah mientras se deslizaba agazapada hasta la siguiente ventana-. Yo intentare abatir al cabecilla. Tal vez luego los demas emprenderan la huida.

– ?Y si no?

– Entonces nuestra expedicion acabara aqui -vaticino lugubremente Sarah.

Empunaron los fusiles y ocuparon sus puestos, esperando no ser descubiertos antes de tiempo.

– A la de tres -ordeno Sarah mientras ponia en el punto de mira a la figura vestida de blanco que montaba erguida en su caballo.

Sarah se sentia miserable por disparar sin aviso a una persona, pero si era necesario para salvar a Kamal, lo haria…

– Uno.

Amartillaron las armas.

– Dos.

Sus companeros contuvieron el aliento y apuntaron a los guerrilleros, que no se imaginaban la emboscada. Decidida a arriesgarlo todo, Sarah se dispuso a pronunciar el ultimo numero, pero entonces se armo un gran alboroto fuera.

Uno de los kleftes que hacian guardia junto al camino lanzo un grito ronco y se desato una actividad frenetica entre los hombres. Los dos exploradores que el cabecilla habia mandado a la casa dieron media vuelta y regresaron corriendo, en tanto que sus camaradas se apresuraban hacia el bosque cercano. El caballo del cabecilla se encabrito entre relinchos y salio disparado camino abajo, hacia el valle. Al cabo de un instante, Sarah descubrio el motivo: subitamente se oyo un ruido apagado de cascos de caballo y un escuadron de jinetes con uniformes azules comenzo a bajar a galope tendido por el camino del puerto de montana, blandiendo sables corvos por encima de sus cabezas.

?La caballeria otomana!

Los jinetes se abrieron enseguida en abanico, cruzaron el claro y emprendieron la persecucion de los rebeldes. Los caballos hacian saltar la nieve con sus cascos y echaban vaho caliente por los ollares. Dos guerrilleros que no habian conseguido llegar a tiempo al bosque cayeron decapitados cuando los jinetes les dieron alcance al galope trazando circulos con sus sables. Se oyeron disparos procedentes del bosque y un soldado de la caballeria fue derribado de la silla. Luego, los perseguidores llegaron a la espesura nevada y siguieron a los rebeldes. El ruido de disparos y el griterio de los hombres resonaban en el viento gelido.

Casi podria pensarse que todo lo que habia ocurrido en el claro habia sido una pesadilla si no fuera por los cinco cuerpos sin vida que yacian en la nieve y prestaban testimonio de los espeluznantes acontecimientos que acababan de suceder…

– Por poco -comento Hingis, y Sarah fue consciente entonces de que habian escapado de la delicada situacion.

Permanecieron quietos durante unos instantes mas para asegurarse de que ninguno de los dos bandos volvia. Cuando vieron que todo seguia tranquilo, recogieron a toda prisa sus cosas, ensillaron los caballos y se pusieron en marcha.

Les esperaba un largo camino y todos ardian en deseos de dejar atras la region fronteriza.

Capitulo 3

Diario de viaje de Sarah Kincaid, 31 de octubre de 1884

Tras los dramaticos sucesos de esta manana, hemos dejado el camino del puerto y hemos tomado el que conduce a Ioannina, la capital de aires otomanos del Epiro. Cuanto mas nos alejamos de la region fronteriza, mas me da la impresion de que lo ocurrido ha sido una terrible pesadilla. Al mismo tiempo, se que lo que nos ha sorprendido era la cruda realidad, a la que deberemos enfrentarnos de nuevo cuando crucemos el puerto de regreso.

Aunque me siento muy aliviada porque no se produjo un enfrentamiento con los kleftes, hay cuestiones que no dejan de atosigarme: ?habria apretado realmente el gatillo? ?Habria cometido un asesinato alevoso para garantizar que la mision continuara? ?Que mas estoy dispuesta a hacer? ?Que sacrificaria por Kamal?

Valoro muchisimo a Friedrich Hingis por no haberme planteado esas cuestiones, pero se que el piensa lo mismo. Si al principio intente posponer todos mis reparos morales, el incidente de las montanas ha procurado que estos alcen ahora su voz.

?Hasta donde debo llegar para salvar a mi querido Kamal? ?Debo sacrificar la vida de otros por el? ?Puedo arriesgar el bienestar de otros por el? ?Debo traicionar los valores con que me eduque y que hasta ahora consideraba inamovibles? ?Debo permitir que una banda de viles criminales se apodere del que quiza sea el secreto mas valioso de la humanidad?

Cuanto mas cavilo en esas preguntas, menos me gusta la respuesta, pues es tan breve como aplastante:

No…

2 de noviembre de 1884

En Ioannina hemos cambiado de caballos y nos hemos abastecido con nuevas provisiones. Los turcos han elevado a esta ciudad a la categoria de capital no sin razon: situada a orillas del lago Pamvotis, dispone de una estrecha lengua de tierra que se adentra en el agua y en la que se construyo una fortaleza ya en epoca medieval. Rodeada de agua por tres partes, es facil defenderla y aun sirve de base militar actualmente.

Por una buena razon…

Pericles, que es el unico de nosotros que ha estado en la ciudad, nos ha informado de la inquietud generalizada que reina alli. La guarnicion entera esta movilizada, lo cual podria deberse a los disturbios en las montanas. Me alivia que nos alejemos de la insegura region fronteriza y sigamos el valle del rio Louros, que transcurre hacia el sur en paralelo a la frontera y bordea el Tomaros, aquella montana en cuyas laderas escarpadas nace el Aqueronte…

3 de noviembre de 1884

Casi me parece un milagro que hayamos podido cruzar el valle del Louros sin incidentes. Solo nos hemos topado en dos ocasiones con patrullas turcas, que han reconocido nuestro salvoconducto y nos han permitido pasar sin molestarnos.

Hacia mediodia hemos llegado al Tomaros y lo hemos bordeado por un angosto camino de montana. Afortunadamente no nieva, pero el viento que sopla desde las laderas blancas es gelido. La estribaciones al oeste de la montana estan densamente pobladas de arboles; en los valles que se extienden entre las cordilleras sobresalen penascos escabrosos, reunidos en formaciones estrafalarias. En medio de ese paisaje silvestre nace el rio que desde hace milenios ha despertado la fantasia de los hombres y por el cual nosotros hemos iniciado este largo y peligroso viaje.

El Aqueronte…

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