Efira, ?realmente no existia mas que aquella sala subterranea? ?Habia buscado y habia mantenido la esperanza para nada? ?No guardaba ningun secreto que hubiera que descifrar?
Cada vez mas desesperada, penso si quiza no deberia haber llevado una ofrenda, igual que hacian en la Antiguedad…
Haciendo caso de una intuicion, se saco la cantimplora del cinto, la abrio y vertio el contenido en la pila de los sacrificios, que estaba plagada de grietas. Como era de esperar, el agua se escurrio al momento, pero no cayo debajo de la pila. Al contrario, se oyo un ligero murmullo que sugeria que el agua chorreaba por debajo de la taza de piedra hasta una profundidad insospechada…
Sarah no vacilo un momento. Con una piedra que arranco de la pared, golpeo la pila. Las grietas se agrandaron y la pieza se partio en dos con un fuerte chasquido. Las dos mitades se desprendieron hacia los lados y dejaron ver otro pozo que descendia en vertical hacia las profundidades.
Sarah tuvo que reprimir un grito triunfal. ?Seguro que aquello era la verdadera entrada a los infiernos!
Se metio sin vacilar en el pozo, que tambien disponia de peldanos labrados en la pared, y comenzo el descenso. Calculo que aquel pozo era unas dos veces mas profundo que el primero. Desembocaba en un pasadizo que bajaba en diagonal. La mano del hombre habia colaborado solo en parte en arrancarlo de la roca; basicamente parecia de origen natural.
Sujetando la antorcha con cuidado para que la luz no la cegara, Sarah recorrio la galeria, que solo en algunos puntos era lo bastante alta para caminar de pie. Incluso agachada debia tener cuidado para no chocar con la cabeza contra las numerosas irregularidades del techo.
Al entrar en aquella construccion subterranea, Sarah se habia desorientado y no sabia que direccion seguia la galeria. Se metio la mano en el bolsillo, saco la brujula que habia recogido en el campamento y espero a que la aguja se estabilizara. Si el indicador era fiable y la roca circundante no contenia vetas de hierro, la galeria conducia hacia el norte, lo cual significaba que pasaba por debajo de la laguna que se nutria del Aqueronte. Sarah no sabia si aquello significaba algo, pero ardia en deseos de averiguar el misterio que en aquellos momentos estaba mas cerca de ella que nunca.
Continuo adentrandose en la galeria, que describia una ligera curva hacia la izquierda y cuyo final seguia sin verse a la luz tremula de la antorcha. Prosiguio valerosa la marcha hasta que, de repente, oyo un ruido. Sarah no alcanzo a distinguir de que se trataba, pero sonaba a chirridos y rozaduras, acompanados por ligeros chasquidos.
Siguio avanzando con cautela y de pronto tuvo la sensacion de que las paredes de la galeria se movian. La luz de la antorcha alumbro algo tornasolado que pululaba por alli a miles y no solo cubria las paredes, sino tambien el techo y el suelo.
Eran bichos de unos cinco centimetros de largo, que se movian sobre ocho patas, tenian unas pinzas de aspecto amenazador y una cola encorvada en cuyo extremo destacaba un peligroso aguijon.
Escorpiones.
No unos cuantos, sino cientos.
Sarah reprimio el asco que la embargo. Cuanto mas se acercaba, mas claramente podia ver los pequenos cuerpos de coraza negra que se arrastraban a diestro y siniestro y parecian salir de una hendidura que habia en la roca y las escupia a centenares. No paraban de caer bichos del techo, que luego se disolvian en el nutrido ejercito que pululaba por el suelo y volvian a trepar por las paredes a modo extravagante telon que subia y bajaba sin cesar: un cortinaje macabro…
Pericles avanzaba lentamente a causa de la corriente. Cerca del lugar donde el Aqueronte confluia en la laguna, puso rumbo hacia la orilla y salto a tierra. Escondio el bote debajo de unas ramas que colgaban bajas, subio por el terraplen y se dirigio hacia el noroeste a traves del bosque. Si seguia el curso del rio, regresaria a la zona donde se habia perdido el rastro del suizo.
Estaba pensando de nuevo en su casa cuando los chillidos y el aleteo de algunos pajaros lo arrancaron subitamente de sus pensamientos. Pericles se detuvo en seco y vio que los animales levantaban el vuelo nerviosos por encima de los arboles. Algo los habia espantado…
El macedonio permanecio inmovil y aguzo el oido un momento. Al no oir ningun ruido sospechoso, continuo avanzando lentamente y mirando atento a su alrededor.
De repente, una rotura de ramas por encima de el, un grunido y una sombra fugaz. Pericles se volvio rapidamente y se vio frente a un personaje con uniforme azul que lo apuntaba con un fusil. Con una maldicion en los labios, el macedonio se dispuso a dar media vuelta para huir, pero no consumo el movimiento porque de pronto salieron mas hombres uniformados de la espesura, que lo amenazaban con sus armas cargadas y hacian que cualquier tentativa de huida fuera absurda. Levanto las manos para indicar que no ofreceria resistencia.
La maleza volvio a abrirse y aparecio un hombre alto vestido con el uniforme lleno de adornos de un coronel turco. Con el ceno fruncido, examino a Pericles de la cabeza a los pies.
– ?Donde esta? -pregunto en mal turco.
– ?Quien? -pregunto a su vez Pericles.
– Sarah Kincaid -contesto el oficial, y el macedonio supo que nunca mas volveria a ver a su esposa y a sus hijos.
Sarah se pregunto estremecida si tambien habia habido escorpiones alli en la epoca clasica.
Probablemente los habian llevado para espantar a cualquiera que se hubiera adentrado en la galeria sin mucho entusiasmo. La joven tenia muy claro que debia superar aquella barrera si queria descubrir el misterio y se consolo pensando en las botas resistentes y en la pelliza de piel de equino con que iba equipada. No quiso ni imaginarse lo que aquello habia significado para los habitantes de la antigua Grecia, que raras veces llevaban algo mas que una tunica y sandalias. Por el momento, procuro no pensar en el veneno de los escorpiones.
Intento apartar los escorpiones sosteniendo la antorcha muy cerca del suelo, pero los bichos ni se inmutaron. Asi pues, no le quedaba mas remedio que hacer de tripas corazon, encoger la cabeza entre los hombros y correr.
Le costo horrores. Se obligo a pensar en Kamal y en los errores que habia cometido y que no queria repetir de ningun modo, y echo a correr.
Fue terrible.
Durante unos instantes no vio mas que bichos arrastrandose y oyo como algunos acababan aplastados por las suelas de sus botas. Un escorpion cayo del techo y fue a parar al cuello de su pelliza; Sarah lo agarro con un rapido movimiento de mano y lo arrojo lejos.
Un instante despues, todo habia pasado.
Estremecida por el miedo y el asco, Sarah corrio unos pasos mas mientras daba manotazos a su alrededor. Se descubrio dos escorpiones en la pernera derecha, se los sacudio y los piso. Cuando estuvo segura de que no tenia mas bichos encima, se tranquilizo y su respiracion entrecortada volvio a normalizarse.
Echando una ultima ojeada a aquella barrera, que Sarah se vio obligada a reconocer que habia sido mas mental que fisica, siguio su camino a traves de la galeria. Mientras se preguntaba con temor que seria lo proximo que la esperaba, sus pies toparon con un obstaculo. Se detuvo y sujeto la antorcha de modo que iluminara el suelo.
Sarah tuvo que controlarse para no proferir un grito. Ya habia visto restos mortales humanos en muchas ocasiones, pero aquellos presentaban un estado terrorifico. El esqueleto, que Sarah identifico como el de un hombre por el tamano y la corpulencia, se habia conservado entero y yacia boca abajo en el suelo, con la cabeza mirando hacia la salida: teniendo en cuenta la postura de las extremidades, se habria podido conjeturar que aquel hombre habia intentado salir de la galeria arrastrandose a gatas. ?Que le habria ocurrido? Sarah penso que tal vez se habia herido. O tal vez habia encontrado al final de la galeria algo