Por mucho terror que pudiera inspirar, Cerbero era simplemente una aparicion, una alucinacion provocada por los propios miedos. Por eso la criatura tenia el aspecto que Hingis le habia descrito: ?porque se alimentaba de sus recuerdos!

– Desaparece -grito Sarah-. No existes, o sea que haz el favor de esfumarte, ?me oyes…?

La aparicion le hizo el favor.

Cerbero intento luchar contra su destino una vez mas y se levanto sobre sus patas traseras ensenando los dientes como si pensara abalanzarse de inmediato sobre Sarah. Pero, puesto que la joven no cedio al miedo y se aferro al raciocinio, la vision se desvanecio y se esfumo ante sus ojos. Atras solo quedo el hedor del azufre y Sarah comprendio que Cerbero no era el origen del penetrante olor que se condensaba en unos vapores amarillentos. Mas bien ocurria al reves…

Entonces noto que le dolian las sienes. Estaba mareada y sentia debilidad en las piernas: sintomas incontestables de envenenamiento. Cogio a toda prisa el panuelo que llevaba atado al cuello, lo humedecio con los ultimos restos de agua de la cantimplora y se lo froto varias veces en la boca y la nariz con la esperanza de poder filtrar un poco el aire. Todavia no habia averiguado el secreto de la cueva subterranea.

Tenia que continuar.

A cualquier precio…

Con la antorcha en la mano, retomo el camino que la conducia hacia el fondo de la boveda subterranea. Del techo colgaban enormes estalactitas que se debian de haber formado a lo largo de milenios. En el suelo de piedra, a menudo crecian estalagmitas que se habian unido con aquellas en algunos puntos y habian formado columnas del grosor de un arbol que parecian soportar el techo de la cueva. La roca era de color amarillento, verde y violeta: minerales que contenia la piedra y habian sido erosionados por el agua que se filtraba.

A pesar de taparse la cara con el panuelo, Sarah empezo a notar los efectos de los vapores. La invadia un profundo cansancio y le costaba concentrarse. No obstante, siguio avanzando a duras penas, tambaleandose de columna en columna y apoyandose en ellas. Finalmente, cuando ya no contaba con ello y empezaba a sucumbir a una indiferencia letal, ?llego al destino de su viaje!

Desde que partio de Londres, Sarah no se habia hecho una imagen clara de lo que realmente buscaba. Un remedio para Kamal, un agua milagrosa, un elixir de la vida, todas esas denominaciones eran acertadas. Sin embargo, no sabia en que tenia que fijarse exactamente. Siempre habia albergado la esperanza de que la sorprenderia una chispa de lucidez en el instante en que llegara al objetivo de su busqueda, y ese momento habia llegado.

Con una exclamacion de sorpresa, Sarah salio del laberinto de estalactitas y estalagmitas y se encontro a orillas de un lago subterraneo. La luz de la antorcha solo alumbraba unos pocos metros en el aire prenado de vapores, con lo cual no se podian avistar las dimensiones del lago. No obstante, el origen de los vapores toxicos estaba claro, lo cual permitia deducir que se trataba de fuentes termales. Los minerales que contenia el agua y que le prestaban una consistencia turbia, casi lechosa, parecian proceder de las estalactitas que saturaban el techo de la cueva.

Mientras se le nublaban cada vez mas los sentidos, Sarah penso que todo guardaba relacion. El agua del Aqueronte nutria la laguna de Aquerusia, cuyas aguas se filtraban a traves de varias capas de roca y formaban una cantidad impresionante de estalactitas en las profundidades. Por un capricho de la naturaleza (?o se escondia algo mas detras?), estas se encontraban sobre una fuente termal que absorbia los minerales y originaba lo que antiguamente llamaban hydor biou, el agua de la vida. Un cumulo de circunstancias unicas que solo se daban alli.

– Solo aqui -susurro Sarah haciendose eco de sus pensamientos-, la fuente de la vida…

Con una disciplina de hierro, se obligo a mantenerse en pie. Sus movimientos se tornaban cada vez mas vagos e imprecisos, debia apresurarse. Empleando toda la capacidad de concentracion que le quedaba, consiguio sacar la cantimplora que llevaba en el cinto y desenroscar el tapon. Con la antorcha en una mano y la cantimplora en la otra, Sarah se tambaleo hasta la orilla y se arrodillo torpemente. Luego estiro la mano y sumergio la cantimplora. El agua estaba caliente, pero no quemaba; la temperatura era agradable. Sarah observo con la mirada perdida como aparecian las burbujas y la cantimplora se llenaba.

– Vraiment, no pensaba que volveria a verte tan pronto, cherie…

Espantada, la joven contuvo el aliento y levanto la vista: ya no estaba sola. A su lado habia aparecido una figura sin volumen, tan solo con contorno, una sombra viviente sin rostro. Sin embargo, Sarah habia reconocido su voz…

– Vete -mascullo mientras sacaba la cantimplora del agua e intentaba cerrarla con mano temblorosa-. No eres real…

– Au contraire, ma chere! Soy tan real como se puede ser… Tu, en cambio, pronto dejaras de existir, n'est ce pas?

– ?Por que dices eso, Maurice?

– Pourquoi pas? Porque es verdad. Te has acercado demasiadas veces a la frontera entre la vida y la muerte y has echado una mirada al otro lado… Ahora la cruzaras.

– ?Pero no debo morir! Kamal necesita mi ayuda…

– ?Kamal? -La sombra de Du Gard se echo a reir-. ?Aun no lo has comprendido? Tu principe del desierto ya no te necesita. Ha encontrado otros brazos donde consolarse. Otro corazon que lo conforta…

La silueta senalo hacia el lago, donde empezo a formarse una imagen.

– Kamal -murmuro Sarah al ver a su amado tendido inmovil sobre una litera.

Un instante despues aparecio otra figura que se inclino sobre el y lo beso en la frente y en los ojos, igual que siempre hacia ella. Acto seguido, aquel personaje levanto la vista y miro directamente a Sarah mientras una sonrisa malvada se dibujaba en su semblante palido… Y Sarah reconocio con un grito de espanto a la condesa de Czerny…

– ?No! -rugio, y la imagen se desvanecio. En cambio, la sombra continuaba a su lado.

– Si eres sincera contigo misma, admitiras que siempre has sabido que eso ocurriria -dijo la sombra, aunque con otra voz, en la que Sarah reconocio para mayor espanto la de Gardiner Kincaid-. Sois demasiado parecidas para no sentir lo mismo por Kamal.

– Padre -dijo la joven intentando levantarse, pero las piernas le fallaron y sintio un malestar que superaba con creces lo que habia soportado hasta entonces.

– ?Soy yo tu padre? -replico el viejo Gardiner-. ?O no lo soy? Las palabras de Laydon te hacen dudar, ?no es cierto?

– S… si -respondio Sarah entre arcadas.

– Vuelves a enganarte. No albergas esa duda en tu corazon desde hace poco, sino desde mucho tiempo atras. Su origen esta alli donde tus recuerdos no alcanzan, Sarah. En aquel periodo de tu vida que permanece tras el velo del olvido…

– La… epoca oscura -balbuceo Sarah, y vomito.

El frugal desayuno que habia tomado, consistente en bayas silvestres que Pericles habia recolectado para ella, salio por su boca mientras el estomago se le contraia una y otra vez. Apoyada sobre los codos, se doblaba en el suelo en medio del vomito.

Se obligo con todas sus fuerzas a levantar la vista, pero la sombra del viejo Gardiner, que habia abandonado el reino de los muertos para hablar con ella, habia desaparecido. A cambio, Sarah tuvo otra vision y, por primera vez en la vida, le dio la impresion de que el velo negro del olvido que se habia extendido sobre su pasado se levantaba.

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