El aparecio en el umbral, sacudiendose las manos.

– ?Que hay?

– Cuadernos escritos. Un monton, todos distintos. -Gemma abrio uno y le mostro las paginas cubiertas con la misma letra pulcra, minuscula, que habia visto en el dorso de la foto. De pronto, fue consciente de la proximidad de el en el cuartito, de su respiracion apresurada, del olor de locion para despues del afeitado y de la calidez de su piel. Dio un paso atras y dijo, mas alto de lo que queria:

– Por lo visto, Jasmine escribia un diario.

Ordenaron las cajas, controlando la fecha en la primera pagina de cada una.

– 1952 es la fecha mas antigua que he encontrado -dijo Gemma, frotandose la nariz que le picaba por el polvo. Tenia los dedos secos y apergaminados.

Kincaid calculo por un instante.

– Tendria diez anos.

Prosiguieron en silencio, hasta que Kincaid levanto la vista y fruncio el ceno.

– Lo ultimo parece de hace una semana.

– ?Has encontrado algo en el salon?

El sacudio la cabeza.

– No.

– ?Crees que ha dejado de escribir porque sabia que iba a morir? -aventuro Gemma.

– ?Alguien que ha tenido toda su vida la costumbre de escribir sus pensamientos? Me parece improbable.

– ?O acaso -prosiguio Gemma, despacio- han desaparecido?

***

Se sentaron en el jardin de Freemason's Arms, a comer pan moreno con queso y encurtidos y beber cerveza. Tuvieron que esperar para sentarse en una de las mesitas de plastico blanco, pero creyeron que valdria la pena, tanto por el sol como por la vista, a traves de Willow Road, del parque.

Toby habia destrozado un panecillo de queso blando y casi todas las patatas chips de su racion, y se habia sentado en la hierba, a sus pies. Sacaba cosas del bolso de Gemma, murmurando para si el inventario: «llaves, palo, caballo de Toby», y saco un maltratado caballo de peluche para inspeccionarlo. Kincaid penso tristemente en la lista de los efectos de un muerto, luego aparto la idea de su mente. Cogio una patata del cestito de Toby y se la tendio.

– Toma, Toby, para los pajaros.

Toby miro a Kincaid y a los gorriones que picoteaban en la hierba.

– ?Pajaritos? -dijo, interesado, y se lanzo hacia los gorriones, con la patata extendida delante de el como un estoque. Los pajaros levantaron el vuelo.

– Mira lo que has conseguido -dijo Gemma, riendo-. Se va a frustrar.

– Es bueno para su desarrollo emocional -replico Kincaid con sorna, luego le sonrio-. Lo siento.

Le gustaba ver a Gemma de esa forma, relajada y desenfadada. En el trabajo estaba a la defensiva, y mas de una vez la habia acusado de hablar antes de pensar las cosas.

Tambien sabe llevar bien a Toby, penso, esta atenta pero no lo mima. Observo como devolvia al nino al redil y lo sentaba en la hierba a sus pies. Puso un trozo de pan en la hierba a unos pasos de Toby.

– Toma, mi vida. Si no te mueves, a lo mejor vienen.

El sol le habia enrojecido el puente de la nariz y oscurecido las pecas sobre la piel clara. Ella se dio cuenta de la mirada escrutadora de Kincaid, levanto la vista y se sonrojo.

– Deberias llevar una pamela, como las muchachas victorianas.

– Vaya, hablas como mi madre: «Te van a salir ampollas, Gem. Hazme caso o cuando tengas treinta anos pareceras un obrero» -la imito y levanto la cara al cielo azul-. De todas formas, no durara este tiempo.

– No.

No, pero el podria quedarse alli mientras durase, sin pensar, escuchando a los gorriones y el rumor del trafico de East Heath Road, observando como el sol arrancaba destellos dorados del cabello de Gemma.

– Duncan -el tono de Gemma era mas cauto de lo normal y Kincaid se incorporo y la miro de reojo mientras daba un sorbo a su cerveza-. Duncan, dime por que no crees que Jasmine se suicidara.

El aparto la vista, cogio un pedazo de pan del plato y se puso a desmigarlo.

– Crees que me lo estoy inventando todo para salvar mi vanidad herida. Tal vez sea asi. -Se inclino hacia delante y volvio a buscar sus ojos-. Pero es que no puedo creer que no haya dejado nada, ni un mensaje, ni un indicio.

– ?Para ti?

– Para mi. O para su amiga Margaret. O para su hermano. -La duda que percibio en los ojos de Gemma lo pusieron a la defensiva-. La conocia, ?maldita sea!

– Estaba enferma, se moria. La gente a veces no es racional. Quizas queria que pensarais que habia sido natural.

Kincaid se irguio, vehemente.

– Sabia que Margaret no podia creerlo. Al menos despues de lo ocurrido entre ellas.

– Segun Margaret.

– Punto a tu favor. -Se paso la mano por el revoltoso cabello-. Pero aun asi…

– A ver -atajo Gemma, sonrojandose entusiasmada ante la idea de hacer de abogado del diablo-, dices que no crees que muriera mientras dormia porque habria pasado el cerrojo, pero ?y si se sintio mal y se echo pensando que descansaria un momento…?

– No, era demasiado… compuesta. Todo era demasiado perfecto.

– ?Y no pudo apagarse durante la tarde, perder la conciencia antes de darse cuenta de lo que ocurria?

Kincaid sacudio la cabeza.

– Ni la luz, ni la tele, ni un libro abierto sobre el pecho, ni las gafas de leer. Gemma -se encogio de hombros con brusquedad, incomodo-, creo que ha sido eso lo que me ha preocupado desde el principio, incluso antes de que llegara Margaret y me echara el jarro de agua fria con el pacto del suicidio. Era casi como si la hubieran preparado. -Hizo esta ultima observacion con cierta timidez, mirandola de reojo para sopesar su reaccion. Al ver que ella no tenia intencion de ridiculizarlo, anadio-: la ropa de cama no estaba arrugada en absoluto.

– Todo eso concuerda con el suicidio -dijo Gemma, y su tono suave hizo sospechar a Kincaid que le tomaba el pelo.

– Supongo. -Estiro las piernas por debajo de la mesa y la miro por encima de su cerveza casi vacia-. Ya se que piensas que estoy loco.

Gemma se limito a arquear las cejas. Recogio a Toby, que se empezaba a agitar, y lo hizo saltar sobre sus rodillas hasta que se echo a reir.

– ?Y si los resultados de la autopsia son positivos? -dijo entre botes-. El juez de instruccion estara seguro de haberselas con un suicidio. No hay pruebas para abrir una investigacion.

– ?Ausencia de notificacion de intencionalidad escrita o verbal?

Gemma se encogio de hombros.

– Muy cogido por los pelos. Y la historia de Margaret se usara para avalar el suicidio, no viceversa.

Kincaid observo una cometa que volaba sobre el parque y no respondio. Margaret. Una cosa si habia. ?Por que deberia tomarse la version de Margaret tan al pie de la letra? El dia antes estaba demasiado conmocionado y exhausto para cuestionar nada, pero se le ocurrio que Margaret no podia haber inventado una historia mejor para que se pensara que Jasmine se habia suicidado, y que ademas la absolvia de toda culpa por no haber intervenido.

– Ya estas poniendo esa cara -lo acuso Gemma-. ?Que estas tramando?

– Bueno. -Kincaid apuro su cerveza y se irguio-. Me gustaria charlar un poco con el abogado de Jasmine, pero no tengo esperanzas de verle antes del lunes.

– ?Que mas? -dijo Gemma, y Kincaid penso que estaba, inexplicablemente, muy satisfecha de si misma.

– Hablar con Margaret. Tal vez volver a hablar con Theo.

– ?Y los cuadernos?

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