Deborah Crombie
Un pasado oculto
Kincaid & James 03
© 1995 by Deborah Darden Crombie
Traduccion: Rebeca Bouvier
PROLOGO
– Vigila. No resbales. -Julia se aparto los mechones de pelo oscuro que se le habian soltado de la cola de caballo. Fruncio el ceno con preocupacion. El aire era denso y tan espeso y sustancial como el algodon. Pequenas perlas de humedad resbalaban por su piel; gotas mas grandes caian intermitentemente de los arboles sobre la empapada alfombra de hojas que habia bajo sus pies-. Llegaremos tarde a tomar el te, Matty. Y ya sabes lo que dice papa cuando no terminas los deberes a tiempo para practicar.
– No seas tan sosa, Julia -dijo Matthew. Era un ano menor que su hermana y tan rubio y corpulento como ella delgada y morena. Habia crecido mas que ella durante el ano anterior y por esa razon se habia vuelto un engreido insufrible-. Pesada. «Matty no resbales. Matty no te caigas». -La imito con crueldad-. Actuas como si no supiera ni limpiarme los mocos. -Mantenia el equilibrio, con los brazos extendidos a la altura de los hombros, mientras caminaba sobre el tronco de un arbol caido, junto a la orilla de la corriente crecida. Su mochila yacia en el barro, donde la habia soltado con despreocupacion.
Julia, con los libros apretados contra su pecho, se mecio sobre las puntas de los pies.
Los labios de Julia temblaron al pensar en lo que Plummy diria al ver su mochila y sus zapatos llenos de barro. Pero no importaba. Todo le seria perdonado. Porque Matthew poseia el atributo que sus padres valoraban por encima de todo. Sabia cantar.
Su clara voz de soprano se elevaba sin esfuerzo y surgia de sus labios suave como un susurro. Y cantar lo transformaba. Al concentrarse desaparecia el torpe y desdentado chiquillo de doce anos y su cara se mostraba seria y llena de gracia. Solian reunirse en el salon despues del te. Su padre corregia a Matthew la cantata de Bach que habia cantado con el coro por Navidad. Su madre los interrumpia a menudo y ofrecia tanto criticas como elogios. A Julia le parecia que los tres formaban un atractivo circulo al cual ella, debido a un accidente de nacimiento o un capricho inexplicable de Dios, le fue denegada la entrada para siempre.
Los ninos habian perdido el autobus aquella tarde. Julia, que queria hablar en privado con la profesora de dibujo, se habia retrasado demasiado y el autobus habia pasado con gran estruendo por delante de ellos, salpicandoles las pantorrillas de barro. Tuvieron que caminar hasta casa. Al coger un atajo a traves de los campos, la arcilla cubrio sus zapatos y tuvieron que levantar los pesados pies a proposito, como si fueran visitantes de un planeta mas ligero. Cuando llegaron al bosque, Matthew cogio la mano de Julia y tiro de ella. Resbalando y deslizandose entre los arboles, bajaron la colina hasta el riachuelo cercano a su casa.
Julia tuvo un escalofrio y miro hacia arriba. Habia oscurecido notablemente y, a pesar de que las tardes de noviembre se hacian mas cortas, penso que la falta de visibilidad significaba mas lluvia. Durante semanas habia llovido con fuerza a diario. Los chistes sobre «el diluvio universal» ya olian a rancio. Ahora, las miradas hacia el cielo plomizo iban seguidas de un gesto silencioso de resignacion. Aqui, en las colinas de caliza al norte del Tamesis, el agua se filtraba a un ritmo constante, brotando del suelo saturado y fluyendo hacia los afluentes ya sobrecargados.
Matty, que habia dejado de hacer equilibrios sobre el tronco y se habia agachado junto al borde del agua, jugueteaba con una rama larga. El arroyo, que cuando hacia buen tiempo era un cauce seco, circulaba lleno hasta las orillas. El agua bajaba opaca como un te con leche.
Julia, cada vez mas enojada, dijo:
– Ven, Matty, por favor. -Su estomago rugio-. Tengo hambre. Y frio. -Apreto los brazos con fuerza-. Si no vienes me ire sin ti.
– ?Mira, Julia! -Indiferente a sus quejas, Matty apunto con la rama a un punto en el agua-. Hay algo atrapado bajo la superficie, justo alli. A lo mejor es un gato muerto. -Se volvio hacia ella y sonrio.
– No seas asqueroso, Matty. -Sabia que su tono remilgado y mandon no haria mas que avivar sus burlas, pero ya no le importaba-. De verdad, me voy a ir sin ti. -Mientras se daba la vuelta con resolucion sintio unos desagradables calambres en su abdomen-. De verdad, Matty, no me encuentro…
La salpicadura le llego a las piernas cuando se dio la vuelta.
– ?Matty! No seas…
Se habia caido al agua de espaldas con los brazos y piernas separados torpemente.
– Esta fria, -dijo con cara de sorpresa. Buscaba donde apoyar el pie en la orilla, riendo, sacudiendose el agua de los ojos.
Julia vio como la expresion de alegria de su hermano se desvanecia. Sus ojos se abrieron y la boca formo una gran O.
– Matty…
La corriente lo habia atrapado, arrastrandolo rio abajo.
– Julia, no puedo… -El agua le cubrio la cara, llenandole la boca.
Ella camino a tropezones por la orilla, llamandolo por su nombre. La lluvia empezo a caer en serio. Grandes gotas salpicaban su cara, cegandola. Su dedo gordo quedo atrapado en una piedra que sobresalia y cayo. Se levanto y siguio corriendo, vagamente consciente del dolor que sentia en la espinilla.
– Matty. Matty, por favor. -Repetia las palabras una y otra vez, como recitando inconscientemente un conjuro. A traves del agua fangosa podia ver el azul de la chaqueta del uniforme y el despliegue palido de su cabello.
El terreno descendia bruscamente a medida que el arroyo se ensanchaba y apartaba. Julia se deslizo por la pendiente y paro. En la otra orilla un viejo roble se tambaleaba peligrosamente. Un amasijo de raices sobresalia alla donde el arroyo habia erosionado la orilla. Alli era donde el cuerpo de Matthew se habia quedado atrapado, inmovilizado bajo las raices, como si una mano gigantesca lo hubiera asido.
– Matty, -grito, con voz mas energica ahora, como un lamento de desesperacion. Entro en el agua. Noto un gusto salado que llenaba su boca tras morderse el labio inferior. El frio la impresiono y entumecio sus piernas. Se forzo a seguir adelante. El agua se arremolinaba entre sus rodillas, tiraba del dobladillo de su falda. Le llego a la cintura, luego al pecho. Respiro entrecortadamente al notar como el frio calaba en sus costillas. Noto los pulmones como paralizados por el frio, incapaces de ensancharse.
La corriente la arrastro, tirando de su falda, cambiando su punto de apoyo en las rocas cubiertas de musgo. Con los brazos extendidos para guardar el equilibrio, Julia avanzo su pie derecho. Nada. Se movio un poco a un lado, luego al otro, palpando el terreno. Aun nada.
El frio y el cansancio la estaban dejando sin fuerzas. Respiraba entrecortadamente y la fuerza de la corriente parecia mas insistente. Miro arroyo arriba y arroyo abajo sin