inclinada sobre algo que el no podia ver. Cuando Kincaid dijo «eh, hola», se volvio subitamente hacia el. Vio que sostenia un pincel en la mano.

Julia Swann no es bella. Incluso mientras formulaba este pensamiento, deliberadamente y con naturalidad, penso que no podia dejar de mirarla. Era mas alta, mas delgada y mas angulosa que su madre. Vestia una camisa blanca con los faldones por fuera de unos tejanos negros estrechos. Ni su figura ni sus maneras mostraban las suaves y redondeadas curvas de su madre. Su media melena negra oscilaba bruscamente cuando movia la cabeza, y acentuaba sus gestos.

Comprendio la intromision cometida por su postura, como de sobresalto. Lo noto por el inmediatamente reconocible aire de privacidad de la habitacion.

– Siento molestarla. Soy Duncan Kincaid, de Scotland Yard. Llame a la puerta.

– No lo oi. Es decir, supongo que lo oi, pero no preste atencion. A menudo no lo hago cuando estoy trabajando. -Incluso su voz no poseia la resonancia aterciopelada de la voz de Caroline. Bajo del taburete secandose las manos en un trozo de trapo-. Soy Julia Swann. Pero usted ya lo sabe, ?no?

La mano que le ofrecia estaba ligeramente humeda por el contacto con el trapo, pero la apreto con rapidez y firmeza. El miro a su alrededor buscando un lugar donde sentarse y solo vio un sillon mas bien raido y con demasiado relleno, el cual lo colocaria varios centimetros por debajo del nivel del taburete. En su lugar eligio apoyarse contra una abarrotada mesa de trabajo.

A pesar de que la habitacion era bastante grande -probablemente, penso, sea el resultado de convertir dos de las habitaciones originales de la casa en una- el desorden se extendia por dondequiera que mirara. Las ventanas, cubiertas con sencillos estores de papel de arroz, eran islas de calma en medio del embrollo, al igual que la mesa alta frente a la que estaba Julia Swann cuando el entro. Su superficie estaba desnuda, excepto por una pieza de plastico blanca salpicada de brillantes manchas de pintura y un tablero de masonita ligeramente incorporado. Antes de que ella volviera a subirse al taburete y le bloqueara la vista, Kincaid alcanzo a ver una hoja de papel blanco sujeto con cinta adhesiva al tablero.

Tras mirar el pincel que todavia tenia en la mano, lo coloco en la mesa situada detras y saco un paquete de cigarrillos del bolsillo de la camisa. Le ofrecio uno a Kincaid, y cuando el nego con la cabeza y dijo:

– No, gracias -ella se encendio uno y lo estudio mientras expulsaba el humo.

– Bien, comisario Kincaid. ?Es comisario, no? Mama parecia bastante impresionada por el titulo, pero, bueno, eso no es raro. ?Que puedo hacer por usted?

– Siento lo de su marido, senora Swann. -Comenzo con una tactica tipica para entablar una conversacion, aunque sospechaba que su respuesta no iba a ser convencional.

Ella se encogio de hombros y Kincaid pudo ver su movimiento bajo la holgada tela de la camisa. Esta estaba almidonada con esmero y se cerraba hacia el lado izquierdo. Kincaid se pregunto si seria de su marido.

– Llameme Julia. Nunca me he acostumbrado a lo de «senora Swann». Siempre me ha hecho pensar en la madre de Con. -Se inclino hacia el y cogio un cenicero de porcelana barata en el que se leia Visite el desfiladero de Cheddar-. Murio el ano pasado. Otro drama del cual no tendremos que ocuparnos.

– ?No le gustaba su suegra? -pregunto Kincaid.

– Era una irlandesa amateur. Pretendia ser mas irlandesa que Michael Collins *. -Luego anadio, con afecto-: Yo solia decir que su acento aumentaba segun lo lejos que se hallara del condado de Cork. -Julia sonrio por primera vez. Era la sonrisa de su padre, inconfundible como una marca, y transformo su cara-. Maggie adoraba a Con. Se habria quedado deshecha. El padre de Con se largo cuando el era un bebe. -Y anadio, levantando de una manera peculiar las comisuras de sus labios, como riendo un chiste privado-: Es decir, si es que alguna vez tuvo padre.

– Por sus padres he tenido la impresion de que usted y su marido ya no vivian juntos.

– Desde… -Abrio los dedos de la mano derecha y toco sus puntas con el dedo indice izquierdo, al tiempo que movia los labios. Sus dedos eran largos y finos y no llevaba anillos-. Bueno, mas de un ano.

Kincaid la miro mientras ella apagaba el cigarrillo en el cenicero.

– Un arreglo bastante extrano, si no le importa que se lo diga.

– ?Usted cree, senor Kincaid? A nosotros nos funcionaba.

– ?No tenia planes de divorcio?

Julia encogio los hombros de nuevo, cruzo las esbeltas piernas y comenzo a balancear bruscamente una de ellas.

– No.

La estudio mientras se preguntaba hasta que punto podria presionarla. Si estaba llorando la muerte de su marido no habia duda de que era muy experta en esconderlo. Mientras el la escudrinaba, Julia Swann cambio de posicion y se dio una palmadita en el bolsillo de la camisa, como asegurandose de que los cigarrillos no hubieran desaparecido. El penso que quizas su armadura no era tan impenetrable.

– ?Siempre fuma tanto? -dijo como si tuviera todo el derecho a preguntar tal cosa.

Ella sonrio y saco el paquete, agitandolo para sacar un cigarrillo.

El se dio cuenta de que la camisa blanca no estaba tan inmaculada como habia pensado. Una mancha de pintura violeta le cruzaba el pecho.

– ?Se llevaba bien con Connor? ?Lo veia a menudo?

– Si se refiere a si nos hablabamos, pues si, lo haciamos. Pero no eramos lo que se dice los mejores amigos.

– ?Lo vio ayer cuando vino aqui a comer?

– No. Normalmente no hago una pausa para comer cuando estoy trabajando. Echa por tierra mi concentracion. -Julia apago su recien encendido cigarrillo y bajo del taburete-. Lo que usted ha logrado ahora. Mas vale que lo deje por hoy. -Recogio un punado de pinceles y cruzo la habitacion hasta un anticuado lavabo con lavamanos y aguamanil-. Esta es la unica desventaja aqui arriba -dijo, por encima del hombro-. No hay agua corriente.

Su cuerpo ya no le bloqueaba la vista y Kincaid se estiro para examinar el papel pegado al tablero de dibujo. Era aproximadamente del tamano de una pagina de libro, de textura suave, y presentaba un leve boceto a lapiz de una flor espinosa que no reconocio. Ella habia empezado a aplicar puntos de color lavanda y verde, claros, vivos.

– Algarroba con penacho -dijo cuando se dio la vuelta y lo vio mirando su boceto-. Una planta trepadora. Crece en setos. Florece en…

– Julia. -El interrumpio el torrente de palabras y ella paro, sorprendida por el tono autoritario de su voz-. Su marido murio ayer noche. Su cuerpo fue descubierto esta manana. ?Acaso no ha sido eso suficiente para interrumpir su concentracion? ?O su agenda de trabajo?

Julia aparto la mirada. Su cabello negro oscilo, tapando su cara. Cuando volvio a girar la cabeza hacia el, sus ojos estaban secos.

– Sera mejor que lo entienda, senor Kincaid. Pronto lo sabra por los demas. Puede que el termino «bastardo» fuera inventado para describir a Connor Swann. Y yo lo despreciaba.

2

– Una cerveza con lima, por favor. -Gemma James sonrio al barman. Si Kincaid estuviera alli como minimo arquearia una ceja, mofandose de su eleccion. Estaba tan acostumbrada a sus burlas que en el fondo las echaba en falta.

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