en aumentar nuestra felicidad ganando la partida. Pero al cabo de dieciseis jugadas nos dabamos otro festin, esta vez para celebrar nuestra buena suerte, y entonces hablabamos hasta el amanecer, contando historias sobre los buenos tiempos pasados y los que aun estaban por llegar.

»?Ah, que buenos eran aquellos relatos que se sucedian interrupcion! Nos desternillabamos de risa. ?Un gallo que entro despavorido en la casa y se puso a chillar sobre los cuencos de la comida, los mismos cuencos que al dia siguiente lo contendrian silencioso y troceado! Y aquella historia de la muchacha que escribia cartas de amor para dos amigas que amaban al mismo hombre, y la tonta senora extranjera que se desmayo en un lavabo cuando estallaron unos petardos cerca de ella.

»La gente pensaba que haciamos mal al celebrar banquetes todas las semanas, cuando tanta gente en la ciudad se moria de hambre, comia ratas y, mas adelante, la basura con que se alimentaban las ratas mas miseras. Otros creian que estabamos poseidas por los demonios… Solo asi se explicaba que tuvieramos ganas de fiestas cuando habiamos perdido miembros de nuestras familias, hogares y fortunas, cuando estabamos separados, el marido de la esposa, el hermano de la hermana, la hija de su madre. La gente torcia el gesto y se preguntaba como eramos capaces de reir.

»No es que fueramos unas desalmadas insensibles al dolor. Todas estabamos atemorizadas, todas teniamos que sobrellevar nuestras desgracias, pero desesperar era tanto como desear algo que ya estaba perdido o prolongar lo que era ya de por si insoportable. ?Con que fuerza puedes desear tu calido abrigo preferido que colgaba en el armario de una casa que se quemo con tus padres dentro? ?Hasta cuando pueden imponerse en tu mente las imagenes de brazos y piernas pendientes de cables telefonicos, de perros hambrientos que corren por las calles con manos medio devoradas colgando de sus bocas? ?Que era peor, nos preguntabamos entre nosotras, sentamos y esperar la muerte con el rostro apropiadamente sombrio, o buscar una manera de ser felices a pesar de todo?

»Asi pues, decidimos celebrar las fiestas, como si cada semana llegara el ano nuevo. Cada semana podriamos olvidar el dano que nos causaron en el pasado. No nos permitiamos albergar un solo pensamiento negativo. Comiamos, reiamos, jugabamos, perdiamos y ganabamos, contabamos las mejores historias. Y cada semana podiamos confiar en que nos sonriera nuestra buena estrella. Esa esperanza era nuestra unica alegria. Y por eso dimos a nuestras reuniones el nombre de 'Club de la Buena Estrella'.

Mi madre solia concluir su relato con una nota alegre, jactandose de su habilidad en el juego:

– Ganaba muchas veces y era tan afortunada que las demas me decian en broma que un ladron muy listo me habia ensenado los trucos. Gane decenas de millares de yuan, pero no me hice rica. No, por entonces el papel moneda no valia nada. Incluso el papel higienico tenia mas valor, yeso nos hacia reir aun mas, al pensar que un billete de mil yuan no era lo bastante bueno ni siquiera para limpiamos el trasero.

Siempre crei que el relato de Kweilin que me contaba mi madre no era mas que un cuento de hadas chino. Los finales siempre variaban. A veces decia que uso ese billete de mil yuan sin valor para comprar media taza de arroz, que cambio por un cazo de gachas, y estas por dos pies de cerdo. Esos pies le valieron seis huevos, los cuales se convirtieron en seis pollos. Era una historia en constante crecimiento.

Entonces, una noche, despues de haberle suplicado que me comprara una radio de transistores, noto que su negativa me habia sumido en un silencio malhumorado y me dijo:

– ?Por que crees que echas de menos algo que nunca has tenido? -Y a continuacion me conto un final totalmente distinto de la historia-: Una manana, a primera hora, se presento en mi casa un oficial del ejercito y me dijo que me apresurara a reunirme con mi marido en Chungking. Enseguida comprendi lo que ocurria: me estaba diciendo que huyera de Kweilin. Yo sabia lo que les sucedia a los oficiales y sus familias cuando llegaban los japoneses. Pero, ?como podia irme si no salia ningun tren de Kweilin? Mi amiga de Nanking se porto muy bien conmigo. Soborno a un hombre para que robara una carretilla utilizada para transportar carbon y me prometio que avisaria a las demas amigas.

»Cuatro dias antes de que los japoneses entraran en Kweilin, puse a mis dos bebes y mis cosas en aquella carretilla y marche empujandola hacia Chungking. Por el camino me adelantaron personas que huian, mas ligeras que yo, y por ellas tuve noticias de la terrible matanza. Hasta el ultimo dia, el Kuomintang insistio en que Kweilin estaba a salvo, protegida por el ejercito chino, pero al atardecer de ese mismo dia las calles de Kweilin estaban sembradas de hojas de periodico que anunciaban la gran victoria del Kuomintang y sobre esas hojas, como pescado fresco recien despachado, yacian filas de personas, hombres, mujeres y ninos que nunca perdieron la esperanza pero, en cambio, habian perdido la vida. Al oir esta noticia avance mas y mas rapido, preguntandome a cada paso si habian sido necios o valientes.

»Empuje la carretilla hacia Chungking, hasta que se rompio la rueda. Me vi obligada a abandonar mi hermosa mesa de mah jong, hecha de hong mu, pero mi sensibilidad ya estaba demasiado embotada para llorar. Hice unos cabestrillos con bufandas y me colgue a un bebe de cada hombro. Llevaba una bolsa en cada mano, una con ropa y la otra con comida, y cargue con ellas hasta que me salieron unos surcos profundos en las manos. Finalmente, cuando las manos me empezaron a sangrar y se volvieron demasiado resbaladizas para sujetar nada, prescindi de las bolsas.

»A lo largo del camino me encontre con otras personas que habian hecho lo mismo, abandonando gradualmente la esperanza. Era como un sendero incrustado de tesoros cuyo valor era superior a medida que avanzaba. Rollos de finas telas y libros, pinturas de antepasados y herramientas de carpintero… hasta que veias jaulas con patitos, ahora silenciosos y sedientos y, mas tarde, inmoviles, urnas de plata tiradas en el suelo, abandonadas por gentes demasiado fatigadas para seguir acarreandolas, ya sin ninguna esperanza en el futuro. Cuando llegue a Chungking lo habia perdido casi todo excepto tres vistosos vestidos de seda, que me puse uno encima del otro.

– ?Que quieres decir con eso de que lo perdiste todo? -le pregunte con voz entrecortada-. ?Que les ocurrio a los bebes?

Ella ni siquiera hizo una pausa para pensar. En un tono que no permitia dudar de que la historia habia terminado, replico:

– Tu padre no es mi primer marido. Tu no eres uno de aquellos bebes.

***

Cuando llego a casa de los Hsu, donde se celebra esta noche la reunion del club, la primera persona a la que veo es mi padre.

– ?Por fin estas aqui! -exclama- ?Nunca llegas puntual!

Y tiene razon. Todos los demas ya estan presentes, siete amigos de la familia, de sesenta anos en adelante. Todos me miran y se rien. ?Ah, esta chiquilla siempre se retrasa! Para ellos sigo siendo una nina a los treinta y seis anos.

Tiemblo mientras procuro contener mi emocion. La ultima vez que les vi, en el funeral, rompi a llorar con grandes sollozos sofocados. Ahora debe intrigarles que, con un animo como el mio, pueda ocupar el lugar de mi madre. Cierta vez me dijo un amigo que mi madre y yo eramos iguales, haciamos los mismos gestos tenues con las manos y compartiamos la risa infantil y la mirada de soslayo. Cuando se lo conte a ella, timidamente, parecio ultrajada y replico:

– ?Pero si casi no sabes nada de mi! ?Como podemos ser iguales?

Y tenia razon. ?Como puedo sustituir a mi madre en el club?

Saludo a cada uno de los presentes con una inclinacion de cabeza, llamandoles «tia» o «tio», Siempre he llamado asi a estos viejos amigos de la familia. Luego me acerco a mi padre y me quedo a su lado.

Esta mirando las fotos que hicieron los Jong durante su reciente viaje a China.

– Mira eso -me dice cortesmente, senalando una foto del grupo turistico de los Jong, de pie sobre unos grandes escalones enlosados.

Nada en esa foto revela que ha sido tomada en China y no en San Francisco o en cualquier otro lugar. Pero mi padre tampoco la mira con detenimiento. Es como si todo le diera lo mismo, nada destaca para el. Siempre ha sido educadamente indiferente. Pero, ?cual es la palabra china que significa indiferente porque uno es incapaz de ver ninguna diferencia? Creo que asi es como se siente con respecto a la muerte de mi madre.

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