Aiyi y su familia curiosean en las tiendas mientras nosotros nos aseamos. El viaje en tren ha sido caluroso y estoy deseosa de ducharme y ponerme ropa limpia.
El champu proporcionado por el hotel tiene la consistencia y el color de la salsa hoisin, y pienso que esto es mas apropiado: esto si que es China. Me froto con la extrana sustancia el cabello humedo.
De pie bajo la ducha, me doy cuenta de que esta es la primera vez que estoy sola desde hace muchas horas, e incluso tengo la sensacion de que han transcurrido dias. Pero en vez de sentirme aliviada, la soledad me pesa. Pienso en lo que dijo mi madre, lo de que mis genes se activarian y me volveria china. Y me pregunto que quiso decir exactamente.
Cuando murio mi madre, me plantee muchas cosas a las que no podia dar respuesta, forzandome asi a aumentar mi afliccion. Era como si quisiera mantener mi pena, asegurarme de que mis sentimientos habian sido lo bastante profundos. Pero ahora me planteo las preguntas sobre todo porque quiero conocer las respuestas. ?Como era aquel relleno a base de carne de cerdo que ella hacia y que tenia la textura del serrin? ?Como se llamaban los tios que murieron en Shanghai? ?Que habia sonado durante tantos anos acerca de sus otras hijas? Cada vez que se enfadaba conmigo, ?pensaba realmente en ellas? ?Deseaba que yo fuese una de ellas? ?Lamentaba que no lo fuera?
A la una de la madrugada me despiertan unos golpes ligeros en la ventana. Me quede dormida sin darme cuenta y ahora noto que mi cuerpo se despereza. Estoy sentada en el suelo, apoyada en una de las camas gemelas. Lili esta tendida a mi lado. Los demas tambien duermen, tendidos en las camas y el suelo. Aiyi esta sentada ante una mesita y parece muy somnolienta. Mi padre mira a traves de la ventana y sus dedos tamborilean en el cristal. Antes de que me durmiera, mi padre le hablaba a Aiyi de su vida desde la ultima vez que la vio, le decia que habia ido a la Universidad de Yenching, que luego se coloco en un periodico de Chungking, donde conocio a mi madre, una viuda joven, que luego fueron juntos a Shanghai con el proposito de encontrar la casa de la familia de mi madre, pero que alli no habia nada. Finalmente viajaron a Canton y desde alli a Hong Kong y Haiphong, donde embarcaron hacia San Francisco…
– Suyuan no me dijo que durante todos esos anos intentaba encontrar a sus hijas -dice ahora en voz baja-. Naturalmente, no hablabamos nunca de las ninas. Yo suponia que se avergonzaba de haberlas dejado atras.
– ?Donde las dejo? -pregunta Aiyi-. ?Como las encontraron?
Ahora estoy despierta del todo, aunque conozco algunos fragmentos de esta historia que me contaron los amigos de mi madre.
– Ocurrio cuando los japoneses ocuparon Kweilin -dice mi padre.
– ?Los japoneses en Kweilin? -replica Aiyi-. Eso debe de ser un error. No es posible. Los japoneses nunca ocuparon Kweilin.
– Si, eso es lo que dijeron los periodicos. Lo se porque en aquel entonces yo trabajaba para la agencia de noticias, y el Kuomintang nos indicaba a menudo lo que podiamos decir y lo que no. Pero sabiamos que los japoneses habian llegado a la provincia de Kwangsi. Segun nuestras fuentes, habian tomado la linea ferrea entre Wuchang y Canton, y avanzaban tierra adentro, con mucha rapidez, hacia la capital provincial.
Aiyi parece asombrada.
– Si la gente no sabia eso, ?como sabia Suyuan que los japoneses se acercaban?
– Se lo advirtio en secreto un oficial del Kuomintang -explica mi padre-. El marido de Suyuan tambien era oficial y todo el mundo sabia que los oficiales y sus familias serian los primeros ejecutados. Asi pues, reunio algunas posesiones y, en plena noche, cogio a sus hijas y huyo a pie. Los bebes aun no tenian un ano de edad.
– ?Como pudo abandonar a los bebes! -suspira Aiyi-. Nuestra familia nunca habia conocido la fortuna de tener unas gemelas. -Bosteza de nuevo y pregunta-: ?Como se llamaban?
Aguzo el oido. Tenia la intencion de dirigirme a ellas llamandolas sencillamente «hermana», pero ahora quiero saber como se pronuncian sus nombres.
– Tienen el apellido de su padre, Wang -dice mi padre-, y sus nombres son Chwun Yu y Chwun Hwa.
– ?Que significan esos nombres? -le pregunto.
– Oh, si… -Mi padre traza unos caracteres imaginarios en el cristal de la ventana-. Uno significa «Lluvia de primavera» y el otro «Flor de primavera» -me explica en ingles-, porque nacieron en primavera y, naturalmente, la lluvia viene antes que la flor, en el mismo orden en que nacieron las ninas. Tu madre era muy poetica, ?no crees?
Hago un gesto de asentimiento y veo que Aiyi tambien mueve la cabeza, pero le cae y se queda en esa posicion. Respira profunda y ruidosamente, dormida.
– ?Y que significa el nombre de mama? -susurro.
Mi padre escribe mas caracteres invisibles en el cristal.
– Suyuan… Tal como ella lo usaba significa «Deseo largamente acariciado». Es un nombre muy elegante, no tan ordinario como un nombre de flor. Mira este primer ideograma, que significa algo asi como «Eternamente nunca olvidada». Pero hay otra manera de escribir «Suyuan», que suena exactamente igual, pero su significado es el contrario. -Su dedo traza otro ideograma-. La primera parte es igual, «nunca olvidada», pero la otra parte que completa la palabra significa «rencor largamente matenido». Tu madre se enfadaba conmigo cuando le decia que deberia llamarse Rencor. -Mi padre me mira con los ojos humedecidos-. Ya ves que tambien yo soy bastante listo, ?eh?
Asiento, lamentando no encontrar la manera de consolarlo.
– ?Y mi nombre? -le pregunto-. ?Que significa Jing-mei?
– Tambien tu nombre es especial -responde, y me asalta la duda de que exista en chino algun nombre que no sea especial-. Ese
Pienso en lo que acaba de decirme. El deseo largamente acariciado de mi madre. Yo, la hermana menor a la que mi madre suponia la esencia de las otras. Me nutro de la antigua afliccion, pensando en lo decepcionada que debio de sentirse mi madre. La menuda Aiyi se mueve de repente, levanta la cabeza y la echa atras, abriendo la boca como para responder a mi pregunta. Grune en suenos y se acurruca en la silla.
– Entonces, ?por que abandono a los bebes en la carretera? -Necesito saberlo, porque ahora tambien yo me siento abandonada.
– Eso mismo me he preguntado yo durante mucho tiempo -responde mi padre-, pero luego lei esa carta de sus hijas que ahora viven en Shanghai, y hable con tia Lindo y las demas. Y por fin lo supe. No hubo verguenza alguna en lo que hizo, en absoluto.
– ?Que sucedio?
– Cuando tu madre huyo… -empieza a contarme.
– No, dimelo en chino -le interrumpo-. Puedo entenderlo, de veras.
Y el me habla, todavia de pie ante la ventana, contemplando la noche.
– Cuando tu madre huyo de Kweilin, camino durante varios dias, tratando de encontrar una carretera principal. Esperaba que la recogiera algun camion o una carreta, para llegar de esa manera a Chungking, donde estaba tu padre en su puesto de servicio.
»Habia cosido dinero y joyas en el forro de su vestido, y suponia que seria suficiente para pagar a quienes aceptaran llevarla. Creia que, con suerte, no tendria que desprenderse del pesado brazalete de oro y el anillo de jade, joyas heredadas de su madre, tu abuela.
»Al tercer dia de camino, no habia hecho ningun trueque. Las carreteras estaban llenas de gente que huia y suplicaba a los camioneros que la llevara. Los camiones pasaban de largo, pues sus conductores temian detenerse.
Tu madre no encontro a nadie que la llevara, y empezo a sufrir dolores de estomago causados por la