disenteria.

»En dos cabestrillos que habia hecho con panuelos llevaba a los bebes, cuyo peso le lastimaba los hombros. Le salieron ampollas en las palmas, debidas al roce con las asas de cuero de las maletas, y luego las ampollas reventaron y empezaron a sangrar. Al cabo de algun tiempo abandono las maletas, quedandose solo con la comida y alguna ropa. Mas tarde prescindio tambien de las bolsas de harina de trigo y arroz y siguio caminando asi a lo largo de muchos kilometros, cantando canciones a las pequenas, hasta que el dolor y la fiebre la hicieron delirar.

»Finalmente, no pudo dar ni un solo paso mas. No tenia fuerzas para seguir acarreando a los bebes, y se dejo caer al suelo. Sabia que moriria a causa de su enfermedad, o quiza de sed o hambre, o a manos de los japoneses, a los que creia muy cerca.

»Saco a sus hijitas de los cabestrillos y las sento en el borde de la carretera. Se tendio a su lado y les dijo que eran muy buenas y tranquilas. Ellas le sonreian, tendiendo sus rollizas manitas, deseosas de que volviera a cogerlas. Entonces comprendio que no soportaria verlas morir con ella.

»Vio a una familia con tres ninos pequenos que avanzaban por la carretera en un carromato.

»'Llevaos a mis pequenas, por favor', les imploro. Pero ellos la miraron inexpresivos y siguieron su camino sin detenerse.

»Vio pasar a otra persona y la llamo. Esta vez el hombre se volvio, y tenia una expresion tan terrible, que tu madre se estremecio y desvio la vista. Dijo que parecia la encarnacion de la muerte.

»Cuando la carretera volvio a quedar desierta, tu madre desgarro el forro de su vestido y puso las joyas bajo la camisita de un bebe y el dinero bajo la del otro. Saco del bolsillo las fotos de su familia, la de sus padres, la de ella y su marido el dia de la boda, y escribio en el dorso de cada una los nombres de los bebes y el mismo mensaje: 'Por favor, cuide de estas ninas con el dinero y las joyas adjuntas. Cuando se pueda viajar sin peligro, si las lleva a Shanghai, 9 Weichang Lu, la agradecida familia le dara una generosa recompensa. Li Suyuan y Wang Fuchi'.

»Entonces acaricio las mejillas de sus hijas, diciendoles que no llorasen: iba a caminar un trecho por la carretera en busca de comida y volveria en seguida. Y, sin mirar atras, echo a andar, tambaleandose y llorando, solo pensando en esta ultima esperanza: que alguien de buen corazon encontrara a sus hijas y cuidara de ellas. No se permitia imaginar otra cosa.

»No recordaba cuanto camino, que direccion siguio, cuando perdio el sentido ni como la encontraron. Cuando desperto, estaba en la caja de un camion traqueteante, entre otros enfermos, todos los cuales gemian. Y ella se echo a gritar, creyendo que ahora viajaba hacia un infierno budista, pero el rostro de una misionera americana se inclino sobre ella y le sonrio, hablandole carinosamente en una lengua que ella no comprendia. No obstante, algo pudo entender: la habian salvado, sencillamente, y ahora era demasiado tarde para regresar y salvar a sus bebes.

»Cuando llego a Chungking, se entero de que su marido habia muerto dos dias antes. Mas adelante me dijo que se echo a reir cuando los oficiales le dieron la noticia, pues su extravio y su enfermedad la hacian delirar. Llegar tan lejos, perder tanto y no encontrar nada…

»Yo la conoci en el hospital. Estaba tendida en un camastro, apenas capaz de moverse, delgadisima a causa de la disenteria. Yo habia ido alli para tratarme un pie, del que habia perdido un dedo, seccionado por un cascote desprendido. Vi que estaba hablando consigo misma en voz alta.

»'Mira esta ropa', murmuraba, y vi que llevaba puesto un vestido nada habitual en tiempos de guerra, de saten sedoso. Estaba muy sucio, pero no habia duda de que era un vestido precioso.

»'Mira que cara', musito a continuacion, y vi su rostro tiznado, las mejillas hundidas, los ojos brillantes. '?No ves que estupida era tu esperanza? Creia haberlo perdido todo, excepto estas dos cosas', murmuro, 'y me preguntaba que perderia a continuacion. ?Las ropas o la esperanza? ?La esperanza o las ropas? Pero mira que ocurre ahora', dijo riendo, como si todas sus oraciones hubieran sido atendidas. Y empezo a arrancarse hebras de cabello tan facilmente como se arranca el trigo nuevo del suelo humedo.

– Las encontro una vieja campesina. '?Como podria haberme resistido?', les pregunto mas adelante, cuando fueron mayores. Seguian sentadas obedientemente cerca de donde tu madre las habia dejado, como pequenas hadas que aguardaran la llegada de su carroza.

»La mujer, Mei Ching, y su marido, Mei Han, vivian en una cueva. Habia centenares de cuevas como aquella ocultas en Kweilin y sus alrededores, tan secretas que la gente siguio escondida en ellas incluso despues del final de la guerra. Los Mei salian de su cueva de vez en cuando en busca de alimentos abandonados en la carretera, y a veces encontraban cosas que era una pena desperdiciar. Asi, un dia llevaban a su cueva un juego de cuencas de arroz delicadamente pintados, otro dia un pequeno taburete con el asiento de terciopelo y dos mantas de matrimonio nuevas. Y una vez encontraron a tus hermanas.

»Eran piadosos musulmanes, creian que los bebes gemelos eran un senal de doble suerte, y se cercioraron de ello cuando, aquella noche, descubrieron lo valiosas que eran las pequenas. Ella y su marido nunca habian visto unos brazaletes semejantes, y aunque admiraron las fotos y comprendieron que los bebes procedian de una buena familia, no sabian leer ni escribir. Pasaron muchos meses antes de que Mei Chung encontrara a alguien capaz de leer el mensaje escrito en el dorso de las fotografias, y por entonces queria a las pequenas como si fuesen sus propias hijas.

»El marido, Mei Han, murio en 1952. Las gemelas ya tenian ocho anos, y Mei Ching decidio que era hora de encontrar a su verdadera familia. Mostro a las ninas la foto de su madre y les dijo que habian nacido en el seno de una familia importante y que las llevaria a ver a su madre y sus abuelos autenticos. Les hablo de la recompensa, pero juro que la rechazaria. Queria tanto a las pequenas que su unico deseo era conseguirles aquello a lo que tenian derecho, una vida mejor, una buena casa y educacion adecuada. Tal vez la familia le permitiria quedarse como ama de las ninas. Si, estaba segura de que insistirian en ello.

»Por supuesto, cuando se presento en el numero 9 de Weichang Lu, en la antigua Concesion Francesa, encontro algo muy distinto a lo que esperaba. Alli se levantaba una fabrica recien construida y ninguno de los trabajadores sabia que habia sido de la familia cuya casa ardio en aquel lugar.

»Desde luego, Mei Ching no podia saber que tu madre y yo, su nuevo marido, ya habiamos ido al mismo lugar en 1945, con la esperanza de encontrar a la familia y las hijas.

»Tu madre y yo permanecimos en China hasta 1947. Fuimos a muchas ciudades, regresamos a Kweilin, pasamos por Changsha y nos adentramos en el sur, llegando hasta Kunming. Ella siempre miraba por el rabillo del ojo, primero buscando bebes y mas adelante ninas pequenas. Luego fuimos a Hong Kong, y cuando por fin partimos hacia Estados Unidos, en 1949, me parecio que incluso buscaba a sus hijas en el barco. Pero tras nuestra llegada no volvio a hablar de ellas, y pense que por fin habian muerto en su corazon.

»Cuando fue posible el intercambio postal entre China y Estados Unidos, escribio en seguida a unos viejos amigos de Shanghai y Kweilin. No me informo que lo habia hecho, y lo supe por tia Lindo. Sin embargo, por aquel entonces habian cambiado los nombres de todas las calles, algunas de aquellas personas estaban muertas y otras se habian mudado, por lo que pasaron muchos anos hasta que logro encontrar un contacto, y cuando por fin obtuvo la direccion de una companera de escuela y le escribio pidiendole que buscara a sus hijas, la amiga le respondio diciendole que era tan imposible como buscar una aguja en el fondo del oceano. ?Como sabia que sus hijas estaban en Shanghai y no en algun otro lugar de China? Naturalmente, la amiga no le pregunto como sabia que sus hijas estaban vivas.

»Asi pues, su companera de escuela no busco a tus hermanas. Habia que tener una imaginacion enfermiza para buscar criaturas perdidas durante la guerra, y ella no tenia tiempo para eso.

»Pero cada ano tu madre escribia a distintas personas, y el ultimo ano creo que concibio la gran idea de ir a China y buscar ella misma a tus hermanas. Recuerdo que me dijo: 'Deberiamos ir antes de que sea demasiado tarde, Canning, antes de que nos hagamos demasiado viejos'. Y yo le replique que ya eramos demasiado viejos y era demasiado tarde.

»?Pense que queria ir de turismo! Desconocia su intencion de ir en busca de sus hijas. Por eso cuando dije que era demasiado tarde, debi de hacerle concebir la idea terrible de que las chicas podrian haber muerto. Y creo que esa posibilidad fue creciendo mas y mas en su cabeza, hasta que acabo con ella.

»Tal vez fue el espiritu de tu madre muerta lo que guio a su companera de escuela de Shanghai a encontrar a sus hijas, porque despues de su muerte, la antigua amiga vio a tus hermanas por casualidad, cuando compraba

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