zapatos en el Almacen Numero Uno de la calle Nanjing Dong. Dijo que fue como un sueno ver a aquellas dos mujeres tan iguales, que subian juntas las escaleras. Habia algo en la expresion de sus caras que evoco en aquella senora a tu madre.
»Se acerco a ellas y las llamo por sus nombres, que ellas, claro esta, no reconocieron al principio, porque Mei Ching se los habia cambiado. Pero la amiga de tu madre estaba tan segura que insistio. '?No sois Wang Chwun Yu y Wang Chwun Hwa?', les pregunto.
»Y entonces las gemelas se excitaron mucho, pues recordaron los nombres escritos en el dorso de una vieja foto, la de un hombre y una mujer jovenes a los que todavia honraban como sus primeros padres queridos, que murieron y se transformaron en espiritus que vagaban por la tierra buscandolas.
En el aeropuerto estoy agotada. Anoche no pude dormir. Aiyi me siguio a mi dormitorio a las tres de la madrugada y se quedo dormida al instante en una de las camas gemelas, roncando como un lenador. Permaneci despierta pensando en mi madre, consciente de lo poco que he sabido de ella, apesadumbrada porque mis hermanas y yo la hemos perdido.
Y ahora, en el aeropuerto, tras estrecharle la mano a todos y despedirme de ellos, pienso en las diferentes formas en que nos separamos de la gente en este mundo. Saludando alegremente a unos en las terminales, sabedores de que nunca volveremos a vemos. Dejando a otros en la cuneta de la carretera con la confianza de un futuro reencuentro. Descubriendo a mi madre en el relato de mi padre y despidiendome de ella sin tener la oportunidad de conocerla mejor.
Aiyi me sonrie mientras esperamos que nos avisen para embarcar. ?Que anciana es! Deslizo un brazo sobre sus hombros mientras rodeo a Lili con el otro. Casi parecen las dos del mismo tamano. Llega la hora de partir. Cuando nos decimos adios una vez mas, tengo la sensacion de que voy de un funeral a otro. De mi mano penden dos billetes para Shanghai. En un par de horas estaremos alli.
El avion despega. Cierro los ojos.
– Despierta, hemos llegado -me dice mi padre.
Al despertarme siento el pulso desbocado en mi garganta. Miro a traves de la ventanilla y veo que el avion ya rueda por la pista de aterrizaje. El ambiente exterior es gris.
Y ahora bajo por la escalerilla de la terminal, recorro un trecho alquitranado y entro en la terminal. Ojala, me digo, ojala ella hubiera vivido lo suficiente para ser quien va al encuentro de mis hermanas. Estoy tan nerviosa que ni siquiera siento mis pies. Me muevo sin saber como.
– ?Ahi esta! -grita alguien.
Y entonces la veo. El cabello corto, el cuerpo menudo y esa misma expresion en el rostro. Se aprieta la boca con el dorso de la mano. Esta llorando, como si hubiera vivido una terrible experiencia cuyo final la hiciera feliz.
No, no es como mi madre, pero tiene la misma expresion que ella cuando yo contaba cinco anos y una tarde desapareci durante tanto tiempo que se convencio de que habia muerto. Cuando apareci milagrosamente, con los ojos somnolientos, saliendo de debajo de mi cama, lloro y rio y se mordio el dorso de la mano para asegurarse de que era cierto.
Ahora la veo de nuevo, las veo a las dos agitando las manos y mostrando una foto, la Polaroid que les envie. En cuanto entro en la terminal, corro a su encuentro, ellas vienen hacia mi y nos abrazamos, los titubeos y las expectativas olvidados por completo.
– Mama, mama -murmuramos, como si ella estuviera entre nosotras.
Mis hermanas me miran con orgullo.
Vuelvo a mirarles el rostro y no distingo ningun rasgo de mi madre. Sin embargo, siguen pareciendome familiares. Y me doy cuenta de cual es mi parte china. Es algo tan evidente… algo que esta en la familia, en la sangre, algo que por fin puedo liberar.
Mis hermanas y yo estamos abrazadas, riendonos y enjugandonos mutuamente las lagrimas. Mi padre dispara la Polaroid y nos ofrece la instantanea. Mis hermanas y yo contemplamos el papel en silencio, ansiosas por ver lo que aparece.
La superficie gris verdosa se troca en los brillantes colores de nuestras tres imagenes, nitidos e intensos, tras unos pocos segundos. Y aunque no hablamos, se lo que vemos las tres: juntas nos parecemos a nuestra madre. Sus mismos ojos, su misma boca, abierta por la sorpresa de ver al fin hecho realidad su sueno largamente acariciado.
[1] Medida lineal china, equivalente a unos 540 metros.
[2] En ingles:
[3] En ingles:
[4] En ingles: «
[5] En ingles
[6] In ingles
[7] Confusion debida a las distintas acepciones de
[8] En ingles, «gana toneladas».
[9] En ingles, «gana cientos».