– Un nino peligroso. Un joven maleante. Un cachorro de chacal.

Petrus pasa por alto los insultos.

– Si, es demasiado joven. Demasiado. Puede que un dia pueda casar, pero ahora no. Yo me casare.

– ?Que tu casaras con quien?

– Yo me casare con Lucy.

No da credito a sus oidos. Asi pues, esto es lo que hay: esta es la razon de todo el boxeo con la sombra. Esta propuesta, este golpe. Y frente a el se encuentra Petrus, recio e imponente, a la espera de su contestacion.

– Que te casaras con Lucy -dice despacio-. Explicame que quieres decir. No, espera: mejor, no me lo expliques. Esto es algo que no me apetece nada oir. No es asi como nosotros hacemos las cosas.

Nosotros: a punto esta de decir nosotros, los occidentales.

– Claro, ya me doy cuenta, me doy cuenta -dice Petrus. No cabe duda de que se rie para sus adentros-. Pero yo se lo digo a usted y usted se lo dice a Lucy. Y asi habra terminado toda esta maldad.

– Lucy no quiere casarse. No quiere casarse con nadie. Es una opcion que ella no ha de considerar siquiera. No creo que pueda decirtelo con mayor claridad. Ella quiere vivir su propia vida.

– Si, lo se -dice Petrus. Y puede ser que en efecto lo sepa. Seria una rematada idiotez subestimar a Petrus-. Pero es que aqui -dice Petrus- eso es peligroso, demasiado peligroso. Una mujer ha de casar.

– Trate de tomarmelo a la ligera -dira a Lucy mas tarde-. Y eso que me costo trabajo dar credito a lo que estaba oyendo. Fue un chantaje puro y duro.

– No fue un chantaje. En eso te equivocas. Espero que no perdieras los estribos.

– No, no perdi los estribos. Le dije que te haria llegar su oferta, eso fue todo. Le dije que dudaba mucho que pudiera interesarte.

– ?Te sentiste ofendido?

– ?Ofendido ante la perspectiva de convertirme en el suegro de Petrus? No. Me quede pasmado, asombrado, atonito. Pero no, ofendido no, puedo asegurartelo.

– Te lo digo porque no es la primera vez, y es importante que lo sepas. Petrus lleva un tiempo insinuandose. Mejor dicho, dando a entender que yo me encontraria mas a salvo si pasara a ser parte de su hacienda. No es una broma, no es una amenaza. A ciertos niveles, habla muy en serio.

– No me cabe duda de que a ciertos niveles habla muy en serio. Lo preocupante es averiguar a que niveles, en que sentido. ?Esta al corriente de que tu estas…?

– ?Que si esta al corriente de mi estado? Yo no se lo he dicho, pero estoy segura de que su mujer y el sabran sumar dos y dos.

– ?Y eso no lo llevara a cambiar de opinion?

– ?Por que iba a cambiar de opinion? Asi yo seria parte de su familia, mas a su favor. En cualquier caso, no soy yo lo que el va buscando: va buscando la granja. La granja es mi dote.

– ?Pero esto es una ridiculez, Lucy! ?Si ya esta casado! De hecho, tu me dijiste que tiene dos mujeres. ?Como es posible que siquiera contemples esta posibilidad?

– Creo que no has terminado de entender todo esto, David. Petrus no me propone una boda en una iglesia y una luna de miel en la costa. Me ofrece una alianza, un trato. Yo aporto la tierra, a cambio de lo cual se me permite refugiarme bajo su ala. De lo contrario, lo que desea recordarme es que carezco de proteccion, que estoy al alcance de cualquier cazador.

– ?Y eso no es chantaje? ?Que me dices del aspecto personal de todo esto? ?No tiene esa oferta un aspecto personal?

– ?Quieres decir que si Petrus cuenta con que yo me acueste con el? No creo que Petrus desee siquiera acostarse conmigo, a no ser que asi consiguiera dejarme bien claro cual es su mensaje. Pero si quieres que te lo diga con toda sinceridad, no: no quiero acostarme con Petrus. Definitivamente no quiero.

– En tal caso no tenemos por que seguir dandole vueltas a este asunto. ?Quieres que transmita tu decision a Petrus? ?Quieres que le diga que su oferta es inaceptable, sin que le indique el porque?

– No. Espera. Antes de ponerte a pontificar con Petrus tomate un instante para considerar objetivamente mi situacion. Objetivamente, soy mujer y estoy sola. No tengo hermanos. Tengo un padre, pero vive lejos de aqui y ademas carece de poder en las cuestiones que aqui importan. ?A quien puedo acudir en busca de proteccion, de patrocinio? ?A Ettinger? Solo es cuestion de tiempo que a Ettinger lo encuentren con un balazo en la espalda. En terminos practicos solo queda Petrus. Puede que no sea un hombre grande, pero es lo suficientemente grande para una persona tan pequena como yo. Y al menos conozco a Petrus. No me he hecho ilusiones respecto a el. Se muy bien que me esperaria si accediese.

– Lucy, tengo previsto vender la casa de Ciudad del Cabo. Estoy dispuesto a enviarte a Holanda. En caso de que no quieras, estoy dispuesto a darte todo lo que necesites para instalarte de nuevo en algun lugar mas seguro. Piensalo.

Es como si no lo hubiera oido.

– Vuelve con Petrus -dice-. Proponle lo siguiente: di que acepto su proteccion. Di que puede contar por ahi todo lo que le de la gana acerca de nuestra relacion, que yo no lo contradecire. Si quiere que a mi se me conozca en calidad de tercera esposa suya, asi ha de ser. Si quiere que pase por ser su concubina, otro tanto de lo mismo. Pero acto seguido el nino pasa a ser tambien hijo suyo. El nino pasa a ser parte de su familia. En cuanto a la tierra, dile que estoy dispuesta a firmar un contrato de venta y cederle la tierra con tal que la casa sea de mi propiedad. Me convertire en la arrendataria de una pequena parte de su tierra.

– Una pobre bywoner.

– Una pobre bywoner, asi es. Pero la casa seguira siendo mia, repito. Sin mi permiso nadie entra en la casa, incluido el. Y me quedo con las perreras.

– Lucy, eso es inviable. Legalmente es inviable, y tu lo sabes.

– Entonces, ?que propones?

Ella sigue sentada y se abriga con la bata de estar por casa, con las zapatillas puestas y el periodico del dia anterior sobre el regazo. Tiene lacio el cabello; ha engordado de manera torpona, contraria a su buena salud de siempre. Cada dia que pasa se parece mas y mas a una de esas mujeres que arrastran los pies por los pasillos de un asilo hablando a solas consigo mismas. ?Por que se tomara Petrus la molestia de negociar? Es imposible que ella aguante: basta con dejarla sola, que a su debido tiempo caera como la fruta podrida.

– He hecho mi propuesta. Dos, para ser exactos.

– No, ni hablar. No me marcho. Ve a ver a Petrus y dile lo que he dicho. Dile que le cedo la tierra. Dile que se la quede, con el titulo de propiedad incluido. Le encantara.

Se hace el silencio entre ambos.

– Que humillante -dice el por fin-. Con tan altas esperanzas, mira que terminar asi…

– Estoy de acuerdo: es humillante, pero tal vez ese sea un buen punto de partida. Tal vez sea eso lo que debo aprender a aceptar. Empezar de cero, sin nada de nada. No con nada de nada, sino sin nada. Sin nada. Sin tarjetas, sin armas, sin tierra, sin derechos, sin dignidad.

– Como un perro.

– Pues si, como un perro.

23

A media manana ya lleva un buen rato de paseo con Katy, la bulldog. Es sorprendente que Katy se haya mantenido a su paso, tanto si es porque el camina mas despacio que antes como si es porque ella anda mejor. Jadea y resopla tanto como siempre, pero esto es algo que a el ya no parece fastidiarle.

Segun se acercan a la casa se fija en el chico, el chico del que Petrus dijo que era de mi pueblo. Esta de pie, cara a la pared de la parte trasera. Al principio piensa que esta orinando; luego comprende que esta mirando por el ventanuco del cuarto de bano, que esta espiando a Lucy.

Katy ha comenzado a grunir, pero el chico esta tan absorto que no presta atencion. Cuando se da la vuelta ya se hallan junto a el. Con toda la palma de la mano alcanza al chico en la mejilla.

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