– ?Cerdo! -le grita, y le atiza otra bofetada que hace que se tambalee-. ?Cerdo asqueroso!

Mas sobresaltado que dolido, el chico trata de echar a correr, pero tropieza y cae. La perra se planta sobre el en el acto. Cierra las fauces en torno a su codo; aprieta las patas delanteras y da tirones sin dejar de grunir. Con un grito de dolor, el trata de zafarse. Le lanza algun punetazo, pero son golpes que carecen de fuerza, y que la perra apenas encaja.

La palabra sigue zumbando en el aire: ?Cerdo! Nunca habia sentido una rabia tan elemental. Le gustaria dar su merecido al chico: una buena tunda. Algunas frases que ha evitado a lo largo de toda su vida parecen de pronto justas, exactas:

Darle una leccion, ensenarle cual es su sitio en el mundo. ?Entonces, asi es todo esto!, piensa. ?Asi es como actua un salvaje! Propina al chico un buen puntapie, de modo que rueda de costado. ?Pollux! ?Vaya nombre!

La perra cambia de postura y monta sobre el cuerpo del chico sin dejar de tironearle del brazo, desgarrandole la camisa. El chico intenta apartarla, pero el animal no cede. -?Ay, ay, ay, ay, ay! -exclama dolorido-. ?Voy a matarte! Aparece Lucy en la escena. -?Katy! -llama con voz de mando. La perra la mira de lado, pero no la obedece.

Arrodillandose, Lucy sujeta a la perra por el collar, y le habla con voz queda, pero apremiante. A reganadientes, la perra suelta su presa.

– ?Estas bien? -dice ella.

El chico gimotea de dolor. Se le han caido los mocos. -?Voy a matarte! -solloza. Esta a punto de echarse a llorar sin poder contenerse.

Lucy le retira la manga de la piel. Se ven las huellas de los colmillos del perro; mientras las estudian, sobre la piel oscura se forman perlas de sangre.

– Venga, vamos a lavarte esa herida -dice ella. El chico se sorbe los mocos y las lagrimas, niega con la cabeza.

Lucy solo lleva una toalla enrollada en torno al cuerpo. Al incorporarse, la toalla resbala y sus pechos quedan expuestos a la luz del dia.

La ultima vez que vio los pechos de su hija eran los recatados capullos de rosa de una chiquilla de seis anos de edad. Ahora son pechos redondos, grandes, casi lechosos. Se hace la quietud. El la mira fijamente; el chico tambien la mira con toda su desverguenza. La rabia de nuevo se hincha en su interior y le nubla la mirada.

Lucy se aparta de los dos hombres, se cubre. Con un solo, rapido movimiento, el chico se pone en pie y corre hasta quedar fuera del alcance de los otros.

– ?Vamos a mataros a todos! -vocifera. Se vuelve; pisoteando adrede el patatal, se cuela por debajo de la verja de alambre y se retira hacia la casa de Petrus. Vuelve a caminar con aire chulesco, aunque va sujetandose el brazo.

Lucy tiene razon. Le pasa algo raro; no esta bien de la cabeza. Es un nino violento en el cuerpo de un joven. Pero hay algo mas, hay en todo el asunto algun detalle que el no entiende. ?Que se propone Lucy protegiendo al chico?

– Esto no puede seguir asi, David -dice Lucy-. Puedo apanarmelas con Petrus y sus aanhangers; puedo apanarmelas contigo, pero es imposible que me las apane con todos vosotros a la vez.

– Estaba mirandote por el ventanuco. ?Lo sabias?

– Es un perturbado. Un chiquillo perturbado.

– ?Y eso es una excusa? ?Una excusa por lo que te hizo?

Lucy mueve los labios, pero el no acierta a descifrar lo que le dice.

– Yo no me f o de el -sigue diciendo el-. Es artero. Es como un chacal que anda al acecho, buscando pendencia. En los viejos tiempos habia una palabra para designar a los que son como el. Es deficiente. Es un deficiente mental. Un deficiente moral. Deberia estar internado en un sanatorio.

– Decir eso es una temeridad, David. Si prefieres pensar de ese modo, te ruego que no me lo digas. En cualquier caso, lo de menos es lo que tu puedas pensar acerca de el. Esta aqui y seguira aqui, no va a desaparecer envuelto en una humareda. Forma parte de la vida misma. -Ella lo mira imperterrita, entornando los ojos para protegerse del sol. Katy esta tumbada a sus pies y jadea levemente, contenta consigo misma, con sus hazanas-. David, no podemos seguir asi. Estaba ya todo apaciguado, estaba todo en paz hasta que tu volviste. Debo gozar de paz a mi alrededor. Estoy dispuesta a lo que sea, a cualquier sacrificio, con tal de conseguir la paz.

– ?Y yo formo parte de lo que estas dispuesta a sacrificar?

Ella se encoge de hombros.

– Yo no he dicho eso. Lo has dicho tu. -Entonces voy a hacer las maletas.

Horas despues del suceso, la mano todavia le cosquillea debido a las dos bofetadas. Cuando piensa en el chico y en sus amenazas se revuelve de ira. Al mismo tiempo, esta avergonzado. Condena su actuacion sin paliativos. A nadie ha dado una leccion; desde luego, no al chico. Todo lo que ha logrado es alejarse mas aun de Lucy. Se ha mostrado ante ella en un momento de pasion incontrolable, y esta claro que a ella no le gusta lo que ha visto.

Deberia pedir disculpas, pero no puede. Da la impresion de que sigue sin haber recuperado el dominio de si. Hay algo en Pollux que le inspira esa rabia: sus ojillos feos y opacos, su insolencia, pero tambien la idea de que, como una mala hierba, ha tenido ocasion de enmaranar sus raices con Lucy y con la existencia misma de Lucy.

Si Pollux vuelve a insultar a su hija, hara lo mismo que ha hecho. Du musst dein Leben dundern!: debes cambiar de vida. En fin: es demasiado viejo para hacer caso, demasiado viejo para cambiar. Lucy tal vez sea capaz de plegarse ante el temporal. El no puede, o no puede hacerlo con honor.

Por eso ha de prestar atencion a Teresa. Teresa puede ser la ultima que lo salve. Teresa esta mas alla del honor. Expone sus pechos al sol; toca el banjo delante de los criados, le importa un comino que se rian de ella. Tiene anhelos de inmortalidad y los canta. No ha de morir.

Llega a la clinica cuando Bev Shaw esta a punto de marcharse. Se abrazan con cierta prevencion, como dos desconocidos. Cuesta creer que yacieron desnudos, el uno en brazos del otro.

– ?Se trata de una visita o vas a quedarte una temporada? -pregunta ella.

– Me quedare todo el tiempo que sea necesario, pero no con Lucy. Esta claro que no nos llevamos bien. Voy a buscarme una habitacion en la ciudad.

– Cuanto lo siento. ?Cual es el problema?

– ?Entre Lucy y yo? Espero que ninguno, o ninguno que no tenga remedio. El problema esta en las personas junto a las cuales vive. Si me anado yo al conjunto somos demasiados. Demasiados para un espacio tan reducido. Como las aranas en el fondo de una botella.

Le viene a la cabeza una imagen tomada del Inferno: el gran marjal de la laguna Estigia, dentro del cual brotan las almas como setas. Ved? ?'anime di color cui viese ?'ira. Almas sobrepasadas por la ira, almas que se roen las unas a las otras. Un castigo adecuado al delito.

– Veo que hablas de ese chico que se ha ido a vivir con Petrus. Debo decir que no me agrada su aspecto, pero al menos mientras Petrus este presente se con seguridad que a Lucy no le pasara nada malo. Tal vez haya llegado la hora, David, de que te alejes un poco y dejes que Lucy encuentre ella sola las soluciones. Las mujeres tienen una gran capacidad de adaptacion. Lucy la tiene. Ademas, es joven. En comparacion contigo o conmigo, ella anda mas con los pies sobre la tierra.

?Que Lucy tiene capacidad de adaptacion? Desde luego que no, al menos segun su experiencia.

– A todas horas me aconsejas que no me meta -dice-. Si no me hubiera metido desde el primer momento, ?donde estaria Lucy ahora?

Bev Shaw permanece en silencio. ?Habra en el algo que Bev Shaw sabe como ver y que a el se le escapa? Por el hecho de que los animales confien en ella, ?tambien debe el confiarse a sus consejos, aprender una leccion de ella? Los animales confian en ella, pero ella emplea esa confianza para liquidarlos. ?Que leccion cabe aprender de

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