– ?Te acuerdas de los suenos que tenias cuando eras nino? -pregunto ella.

– Me basta con recordar los que tuve anoche -respondio Thomas.

– No. Me refiero a lo que sonabas con llegar a ser cuando fueses mayor.

– Si, me acuerdo. Queria ser medico, y me he convertido en administrador de un dispensario. ?Di en el blanco, pero no en la diana!

– Yo queria ser pintora, para pintar el mundo de colores. Y Philip queria ser bombero para salvar a la gente. Ahora el es creativo en una agencia de publicidad y yo trabajo en el ambito de la ayuda humanitaria. En algun punto ambos nos equivocamos.

– No es el unico terreno en el que ambos os habeis equivocado.

– ?Que quieres decir con eso?

– Hablas mucho de el. Y cada vez que pronuncias su nombre, tu voz tiene un tono nostalgico, y eso deja poco espacio a la duda.

– ?A que duda?

– ?A las tuyas! Creo que amas a ese hombre y que esa realidad te da un miedo terrible.

– Vamos, entremos en casa. Empiezo a tener frio.

– ?Como te las arreglas para tener tanto valor respecto a los demas y tan poco para ti?

Por la manana, ella abandono la cama sin hacer ruido y desaparecio de puntillas.

El mes de marzo paso a la velocidad de un relampago. Todas las tardes, cuando salia del trabajo, Philip se veia con Mary. Puesto que dormia en casa de ella, ahorraba diez preciosos minutos cada manana. Al llegar el fin de semana cambiaban de cama y pasaban los dos dias en el apartamento del Soho, al que habian bautizado con el nombre de «casa de campo». Los primeros dias del mes de abril temblaban bajo los vientos del norte, que soplaban sin cesar sobre la ciudad. Los brotes de los arboles aun no habian salido y solo el calendario anunciaba el inicio de la primavera.

Pronto Mary obtuvo el cargo de periodista en la revista en la que trabajaba y considero que para ellos ya habia llegado el momento de encontrar un nuevo lugar donde instalar sus respectivos muebles y su vida.

Comenzo a estudiar los anuncios en busca de un apartamento en Midtown. Ahi, los alquileres serian menos caros. Tambien seria mas practico para ir al trabajo.

Susan pasaba la mayor parte de su tiempo detras del volante del Jeep. De pueblo en pueblo, garantizaba la distribucion de semillas y alimentos de primera necesidad. La carretera a veces la llevaba demasiado lejos para regresar a casa cuando se hacia de noche y adquirio la costumbre de emprender viajes de varios dias, recorriendo las pistas hasta los enclaves mas profundos del valle. En dos ocasiones se cruzo con las tropas sandinistas que se escondian en las montanas. Jamas los habia visto adentrarse tanto en el pais. Su cuerpo traicionaba la fatiga que le producia ese tipo de vida. La ausencia de sueno la empujaba a salir todas las noches, y cada manana le resultaba mas dificil ponerse en pie. Un dia, despues de cargar el 4 X 4 con diez sacos de harina de maiz tomo la carretera cuando el sol se hallaba en el cenit y se dirigio hacia donde vivia Alvarez. Llego a media tarde. Despues de haber descargado el coche, cenaron juntos en su casa. El la encontro desmejorada y le propuso que se quedara a descansar unos dias en las montanas. Ella le prometio pensarselo, y cogio el camino de regreso despues de cenar, declinando la invitacion de pasar la noche en el pueblo. Incapaz de irse a dormir, paso por delante de su casa y se dirigio a la taberna, que todavia estaba abierta a esas horas.

Al entrar en el bar, sacudio energicamente sus pantalones y el jersey para quitarse la capa de polvo y de tierra seca que los cubria. Pidio un vaso doble de alcohol de cana.

El hombre que estaba detras del mostrador cogio la botella y la coloco delante de ella, la miro de hito en hito y le ofrecio un vaso de estano.

– Sirvete tu misma. Por suerte todavia tienes pechos y el cabello largo, si no creeria que te habias vuelto hombre.

– ?Que quieres decir con esa observacion tan profunda?

El se inclino hacia ella para hablarle en voz baja, como para contarle un secreto.

– Con demasiada frecuencia estas en compania de hombres y con demasiada poca con el mismo. La gente empieza a hablar de ti.

– ?Y que dice la gente?

– ?No me hables con ese tono, Senora Blanca! ?Es por tu bien por lo que digo en voz alta lo que otros cuentan en voz baja!

– Claro, porque cuando vosotros os paseais mostrando el paquete sois unos ligones y cuando nosotras ensenamos una teta somos unas putas. Sabes, para que un hombre se acueste con una mujer hace falta precisamente que haya una mujer.

– ?No hieras a las de este pueblo, es todo lo que te digo!

– Si el corazon de muchas todavia late es, en parte, gracias a mi. Por eso las molesto.

– Ninguno de nosotros te ha pedido limosna, nadie te ha llamado para que vinieses a ayudarnos. Si no te gusta esto, vuelve a tu casa. Mirate, cuando te veo y pienso que eres la maestra de nuestros ninos, no puedo dejar de preguntarme que pueden aprender de ti.

El anciano que estaba acodado sobre el mostrador de plomo hizo una senal con la mano para que el hombre se callase.

Los ojos de Susan indicaban que aquello habia ido demasiado lejos. El camarero recogio la botella con un gesto energico para devolverla a la estanteria. Una vez que estuvo de espaldas dijo que la copa era un obsequio de la casa. El viejo esbozo una sonrisa, descubriendo sus dientes carcomidos, pero ella ya se habia dado media vuelta y salia del local. Cuando estuvo fuera se apoyo en la balaustrada y vomito todo lo que tenia en el estomago. Se puso de cuclillas para recuperar el aliento. Mas tarde, en el camino que la conducia a casa, levanto la mirada hacia el cielo, como si quisiera contar las estrellas, pero la cabeza le daba vueltas y tuvo que detenerse. Agotada, siguio a sus propios pies hasta la escalinata de la casa.

10 de mayo

Philip:

Este invierno no nos hemos escrito mucho. Hay periodos mas dificiles que otros. Quisiera tener noticias tuyas, saber como va tu vida, si eres feliz. He colocado tu cartel sobre mi cama. He reconocido la vista de Manhattan que ibamos a contemplar desde la cima de las colinas de Montclair. A veces miro atentamente e imagino que una de las pequenas luces que veo es la ventana de tu habitacion. Tu estas trabajando en un dibujo. Pasas la mano por tus pelos desgrenados, como sueles hacerlo, y muerdes el lapiz. Nunca cambias. Me emociona ver una imagen de nuestra infancia. Realmente soy bastante rara. Te echo de menos y me cuesta mucho admitirlo. ?Crees que amar puede dar tanto miedo como para hacer que una salga huyendo? Tengo la impresion de haber envejecido.

Los ruidos de mi casa me despiertan por la noche y me impiden dormir, tengo frio, tengo calor y me levanto cada manana angustiada por lo que no he hecho la vispera.

La estacion es agradable. Podria describirte todos los paisajes que me rodean, contarte cada minuto de mis dias, lo necesario para continuar hablandote de mi. Este ano ire a verte antes. Estare alli a mediados de junio, impaciente por estar a tu lado. Tendre que decirte algo realmente muy importante, que me gustaria compartir contigo hoy y manana. A la espera de verte, te envio besos. Cuidate mucho.

Susan

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