calada.
– ?Tienes las llaves del coche? -pregunto Mathias.
– ?Por que?
– Esta mal aparcado, te van a poner una multa.
– Me voy muy pronto manana.
– Damelas, le buscare un buen sitio.
– Pero si ya te he dicho que por la noche no hay problema…
– Y yo te digo que ya has agotado tu cuota de noes de hoy.
Antoine le ofrecio las llaves a su amigo. Mathias le dio unas palmaditas en el hombro y se fue.
En cuanto se quedo solo, Antoine volvio a darle una nueva calada, y cuando la punta enrojecida se apago, un chaparron tan violento como repentino empezo a caer.
Las filas de sillones ya estaban casi vacias. Audrey fue hacia la salida principal y se presento ante el guardia de seguridad que guardaba el acceso a las bambalinas. Le enseno su carne de prensa; el hombre verifico su identidad en un registro y comprobo que la esperaban, tras lo cual se aparto para dejarla pasar.
Los limpiaparabrisas del Austin Healy apartaban la lluvia fina. Recordando el camino recorrido por el taxi, Mathias subio por Queen's Gate, siguiendo a los otros automoviles para no equivocarse en el sentido de la circulacion. Aparco en la acera del Royal Albert Hall y subio las escaleras corriendo.
Antoine miro por la ventana. En la calle, habia dos sitios para aparcar libres, uno enfrente de la casa, y otro un poco mas lejos. Incredulo, apago la luz y se fue a acostar.
Los alrededores del teatro estaban desiertos, la multitud se habia dispersado. Una pareja le confirmo a Mathias que el espectaculo habia acabado hacia media hora. Se volvio hacia el Austin Healey y descubrio una multa en el parabrisas. Oyo la voz de Audrey y se dio la vuelta.
Estaba sublime con su vestido de noche; el hombre que la acompanaba tenia unos cincuenta anos y una buena percha. Le presento a Alfred y le dijo que ambos estarian encantados de que fuera a cenar con ellos. Iban a ir al restaurante Aubaine, cuya cocina estaba abierta hasta tarde. Como Audrey tenia ganas de pasear, le sugirio a Mathias que se adelantara en el coche, y que empezara a hacer cola, pues las mesas del ultimo turno estaban muy solicitadas. Ahora le tocaba a el. Ella ya la habia hecho para recoger las entradas.
Al fin de la velada, Mathias probablemente sabia mas sobre gospel y sobre la carrera de Alfred que su propio representante. El cantante le agradecio a Mathias la invitacion. Audrey respondio por el que era lo minimo, pues habia disfrutado muchisimo durante el concierto. Alfred se despidio, debia irse, ya que al dia siguiente, cantaba en Dublin.
Mathias espero a que el taxi hubiera girado en la esquina. Miro a Audrey, que permanecia en silencio.
– Estoy cansada, Mathias, todavia tengo que cruzar todo Londres. Gracias por la cena.
– ?Puedo al menos llevarte?
– ?A Brick Lane… en coche?
Durante todo el trayecto, la conversacion se limito a las indicaciones que le daba Audrey. A bordo del viejo coche, sus silencios solo se rompian por las palabras «derecha», «izquierda», «todo recto», y a veces, «conduces por el lado equivocado». La dejo frente a una pequena casa, construida por completo con ladrillos rojos.
– Siento mucho lo que ha pasado, estuve atrapado en un atasco -dijo Mathias, apagando el motor.
– No te he reprochado nada -dijo Audrey.
– De todos modos -repuso Mathias sonriendo-, excepto en contadas ocasiones, apenas me has dirigido la palabra durante toda la cena. Si la vida de ese tenor narcisista hubiera sido la de Moises, no te habrias mostrado mas interesada por lo que estaba contando; te deleitabas con sus palabras. En cuanto a mi, me ha dado la impresion de tener catorce anos y estar en la picota toda la noche.
– ?Estas celoso? -dijo Audrey divertida.
Se miraron fijamente,-sus rostros empezaron poco a poco a acercarse y, cuando estaban a punto de besarse en los labios, ella inclino la cabeza y la poso sobre el hombro de Mathias. El le acaricio la mejilla y la abrazo.
– ?Sabras volver? -pregunto ella con voz aterciopelada.
– Prometeme que vendras a verme.
– Vete, manana te llamo.
– No puedo irme, todavia estas en el coche -respondio Mathias, que todavia sujetaba la mano de Audrey con la suya.
Ella abrio la puerta y se alejo con una sonrisa. Su silueta desaparecio en el jardin que rodeaba la casa. Mathias retomo el camino hacia el centro de la ciudad; la lluvia volvia a caer. Despues de haber cruzado Londres de este a oeste, de norte a sur, fue a parar dos veces a Piccadilly Circus, dio media vuelta frente a Marble Arch y se pregunto un poco mas tarde como podia haber vuelto a llegar a orillas del Tamesis. A las dos y media pasadas, acabo prometiendole veinte libras esterlinas a un taxista si este aceptaba indicarle el camino hasta South Kensington. Con esa buena escolta, llego por fin a su destino, hacia las tres de la manana.
Capitulo 9
En la mesa estaban ya los cereales y los tarros de mermelada para el desayuno. Imitando los gestos de su padre, Louis leia el periodico, mientras Emily revisaba su leccion de historia. Aquella manana tenia un control. Levanto la mirada de su libro y vio que Louis se habia puesto las gafas que a veces utilizaba Mathias. Ella le tiro una bolita de pan. Una puerta se abrio en el primer piso. Emily salto de su silla, abrio el frigorifico y cogio la botella de zumo de naranja. Sirvio un gran vaso que puso en el sitio de Antoine, inmediatamente despues, cogio la cafetera y lleno la taza. Louis dejo su revista para echarle una mano, metio dos rebanadas de pan en la tostadora, la puso en marcha y ambos volvieron a sentarse como si nada.
Antoine bajaba por la escalera, con cara somnolienta; miro a su alrededor y le agradecio a los ninos que hubieran preparado el desayuno.
– No hemos sido nosotros -dijo Emily-, ha sido papa, ha subido a ducharse.
Sorprendido, Antoine cogio las tostadas y se instalo en su sitio. Mathias bajo diez minutos mas tarde y le aconsejo a Emily que se diera prisa. La nina beso a Antoine y cogio su mochila de la entrada.
– ?Quieres que lleve a Louis? -pregunto Mathias.
– Si quieres. ?No tengo ni la menor idea del pais en el que esta aparcado mi coche!
Mathias busco en su bolsillo y dejo las llaves y una multa en la mesa.
– ?Lo siento, ayer llegue demasiado tarde, ya te habian multado!
Le hizo una senal a Louis para que se apresurara, y salio con los ninos. Antoine cogio la multa y la estudio atentamente. La infraccion por aparcar en una zona reservada para los bomberos se habia producido en Kensington High Street a las doce y veinticinco de la noche.
Se levanto para servirse otra taza de cafe, miro la hora en el reloj y subio corriendo a prepararse.
– ?Estas nerviosa por tu control? -pregunto Mathias a su hija al entrar en el patio.
– ?Ella o tu? -intervino Louis, malintencionado.
Emily tranquilizo a su padre con un gesto de cabeza. Ella se paro en la linea que delimitaba el suelo el campo de baloncesto. La raya roja no senalaba el area de las canastas, sino la frontera a partir de la cual su padre debia devolverle la libertad. Sus companeros de clase la esperaban bajo el porche. Mathias vio a la verdadera senora Morel apoyada en un arbol.
– Ha estado bien que estudiaras este fin de semana, asi has conseguido la
Emily se planto frente a su padre.
– ?Esto no es una carrera de Formula 1, papa!
– Lo se, pero ?tan malo es imaginar un pequeno podium?
La nina se alejo en compania de Louis, dejando a su padre solo en medio del patio. El la vio desaparecer detras de la puerta de la clase y volvio a irse, algo inquieto.