Cuando entro en Bute Street, se dio cuenta de que Antoine estaba instalado en la terraza del Coffee Shop, asi que fue a sentarse a su lado.
– ?Crees que ella debe presentarse a las elecciones de representante de la clase? -pregunto Mathias tras degustar el capuchino de Antoine.
– Eso depende de si piensas inscribirla en la lista del consejo municipal, no estoy al tanto del limite de mandatos.
– Veo que no esperais a las vacaciones para discutir -dijo Sophie, de buen animo, al reunirse con ellos.
– Pero si nadie esta discutiendo -repuso enseguida Antoine.
Bute Street volvia a la vida, y los tres aprovechaban la situacion plenamente para saborear su desayuno de comentarios burlones sobre las personas que pasaban, y de algunas jugarretas.
Sophie tuvo que abandonarlos, pues dos clientes esperaban ante la puerta de su tienda.
– Yo tambien me voy, es hora de abrir la libreria -dijo Mathias, levantandose. No toques la cuenta, invito yo.
– ?Tienes a alguien mas? -pregunto Antoine.
– ?Puedes precisar que quieres decir exactamente con «alguien mas»? Porque te aseguro que me has inquietado.
Antoine cogio la cuenta de las manos de Mathias y la reemplazo por la multa que le habia dado en la cocina.
– Nada, olvidalo, era algo ridiculo -dijo Antoine con voz triste.
– Ayer por la noche necesitaba tomar el aire, el ambiente en casa era un poco agobiante. ?Que pasa, Antoine? Desde ayer llevas una cara muy larga.
– He recibido un correo electronico de Karine. No puede hacerse cargo de su hijo en Semana Santa. Lo peor es que quiere que le explique a Louis por que no tiene opcion, y yo ni siquiera se como anunciarle la noticia.
– ?Y a ella que le has dicho?
– Karine esta salvando el mundo, ?que quieres que le diga? Louis va a hundirse, y me va a tocar a mi cargar con ello -continuo Antoine con voz temblorosa.
Mathias volvio a sentarse junto a Antoine. Apoyo su brazo en el hombro de su amigo y lo apreto contra el.
– Tengo una idea -dijo el-, ?y si durante las vacaciones de Semana Santa nos llevamos a los ninos a cazar fantasmas a Escocia? He leido un articulo sobre un circuito organizado que incluye visitas a viejos castillos encantados.
– ?No crees que son un poco jovenes? Tal vez se asusten, ?no?
– Eres tu el que va a pasar el mal rato de su vida.
– ?Y ya estaras libre tu, con la libreria y demas?
– La clientela escasea cuando no hay colegio, asi que cerrare cinco dias. No sera el fin del mundo.
– ?Como sabes tanto de tu clientela si nunca has estado aqui en ese periodo del ano?
– Lo se, pero da igual. Me ocupo de los billetes y de la reserva de hotel. Y esta noche, diselo tu a los ninos.
Miro a Antoine el tiempo suficiente para asegurarse de que su amigo habia recuperado la sonrisa.
– ?Ah! Olvidaba un detalle importante. Si nos cruzamos de verdad con un fantasma, tendras que ocuparte tu de el, porque todavia no domino el ingles lo suficiente. ?Hasta luego!
Mathias volvio a dejar la multa en la mesa y se fue finalmente a la libreria.
Cuando Antoine revelo durante la cena, ante la mirada complice de Mathias, el destino que habian elegido para sus vacaciones, Emily y Louis se alegraron tanto que empezaron a hacer enseguida el inventario de los equipos que deberian llevarse para enfrentarse a todos los peligros posibles. El apogeo de ese momento de felicidad tuvo lugar cuando Antoine les dio dos maquinas de fotos desechables, equipadas cada una con un filtro especial para iluminar los sudarios.
Cuando los ninos ya estaban acostados, Antoine entro en la habitacion de su hijo y fue a sentarse en la cama junto a el.
Antoine estaba inquieto, tenia que compartir con Louis un problema que le preocupaba: su mama no podria ir con ellos a Escocia. El habia jurado no decir nada, pero daba igual: la verdad es que tenia un miedo terrible a los fantasmas. Asi que no seria muy amable imponerle ese viaje. Louis penso en ello un momento y estuvo de acuerdo en que no seria muy educado. Entonces, juntos, prometieron que, para que les perdonara que la abandonaran esa vez, Louis pasaria todo el mes de agosto con ella a la orilla del mar. Antoine le conto el cuento de esa noche, y, cuando la respiracion apacible del nino le indujo a creer que se habia dormido, su papa volvio a salir de puntillas.
Cuando Antoine estaba cerrando suavemente la puerta, oyo que su hijo le preguntaba con una voz apenas audible si, en agosto, su mama vendria de verdad de Africa.
La semana de Mathias y de Antoine paso a toda velocidad; la de los dos ninos, que contaban los dias que los separaban todavia de los castillos escoceses, mucho mas lentamente. Por otro lado, en casa habian llegado a cierto equilibrio, e incluso cuando Mathias salia a menudo por la noche, a tomar el aire al jardin con su movil pegado a la oreja, Antoine se guardaba mucho de hacerle la menor pregunta.
El sabado fue un verdadero dia de primavera, y todos decidieron irse de paseo al lago de Hyde Park. Sophie, que se habia unido a ellos, intento sin exito alimentar a una garza. Para gran regocijo de los ninos, el ave se alejaba en cuanto ella se acercaba, y volvia cuando se alejaba.
Mientras Emily repartia sin pensarselo su paquete de galletas, desmigadas por una buena causa, entre las ocas de Canada, Louis se encargaba de salvar a los patos mandarines de una indigestion segura, corriendo tras ellos. Durante todo el paseo, Sophie y Antoine caminaron uno junto al otro; Mathias los seguia unos pasos por detras.
– Entonces, ?que siente el hombre de letras? -pregunto Antoine.
– Es complicado -respondio Sophie.
– ?Conoces historias de amor sencillas? Me lo puedes contar, eres mi mejor amiga, no te juzgare. ?Esta casado?
– ?Divorciado!
– Entonces, ?que lo retiene?
– Sus recuerdos, me imagino.
– Es una muestra de cobardia como otra cualquiera. Un paso atras, un paso adelante, se confunden las excusas con los pretextos, y uno se da buenas razones para vivir el presente.
– Viniendo de ti -replico Sophie-, es una opinion un poco dura, ?no te parece?
– Me parece que eres injusta. Tengo una profesion que me gusta, crio a mi hijo, su madre se fue hace cinco anos; creo que he hecho lo que habia que hacer para darle la espalda al pasado.
– ?Te refieres a vivir con tu mejor amigo, o a enamorarte de una esponja? -repuso Sophie riendose.
– Dejalo ya, eso es una leyenda.
– Eres mi mejor amigo, asi que tengo derecho a decirtelo todo. Mirame a los ojos y atrevete a decirme que puedes dormir tranquilo sin que tu cocina este ordenada.
Antoine desordeno los cabellos de Sophie.
– ?Eres una verdadera perra!
– No, pero tu si que estas hecho un maniatico.
Mathias aminoro el paso. Cuando considero que estaba a una distancia adecuada, escondio el movil en la palma de la mano y escribio un mensaje que envio enseguida.
Sophie se cogio del brazo de Antoine.
– Seguro que en treinta segundos Mathias dice algo.
– ?Que quieres decir? ?Se pone celoso?
– ?De nuestra amistad? Desde luego -repuso Sophie-. ?No te habias dado cuenta? Cuando el estaba en Paris y me llamaba por la noche para que le contara las novedades…
– ?Te llamaba por la noche para enterarse de las novedades? -pregunto Antoine, interrumpiendola.
– Si, dos o tres veces a la semana; te decia entonces que cuando me llamaba para enterarse de las novedades…
– ?De verdad te llamaba cada dos dias? -la interrumpio de nuevo Antoine.