la punta de los dedos un viejo paquete arrugado y un mechero.

– Estaba segura de que ese mentiroso fumaba.

– ?Quien es el mentiroso?

– Un companero fotografo a quien la cadena alquila este apartamento. Se ha ido durante seis meses a hacer un reportaje en Asia.

– Y cuando no esta en Asia, ?lo ves a menudo?

– ?Es un companero, Mathias! -dijo ella, saliendo de la cama.

Audrey se levanto. Su larga silueta avanzo hasta la ventana. Se llevo el cigarrillo a los labios, y la llama del mechero temblo.

– ?Que estas mirando? -pregunto ella con el rostro pegado al cristal.

– Las volutas de humo.

– ?Porque?

– Por nada -respondio Mathias.

Audrey se volvio a la cama, se acomodo junto a Mathias y empezo a acariciarle con el pulgar el contorno de los labios.

– Hay una lagrima en el borde de tu parpado -dijo ella a la vez que la recogia con la punta de la lengua.

– Eres tan bella -murmuro Mathias.

Antoine temblaba, tiro de la cubierta y dejo al descubierto los pies. Abrio los ojos tiritando. El salon estaba en la penumbra; Sophie ya no estaba alli. Se llevo la cubierta; al llegar al descansillo, entreabrio la puerta de Mathias y vio que la cama de Mathias no estaba deshecha. Entro en la habitacion de su hijo. Se deslizo bajo la manta y poso la cabeza en la almohada. Louis se volvio y, sin abrir los ojos, abrazo a su padre. La noche paso.

La luz del dia llenaba la habitacion. Mathias abrio los ojos y se estiro. Su mano busco a ciegas en la cama. Se encontro una nota sobre la almohada, se recosto y desplego la hoja de papel.

Me he ido a buscar cintas nuevas. Dormias como un angel. Vuelvo lo mas rapido que pueda. Con amor, Audrey.

P.S.: La cama solo esta a cincuenta centimetros del suelo, ?es segura!.

Dejo la nota en la mesita y bostezo largamente. Tras haber recuperado su pantalon, que estaba a los pies de la cama, se encontro su camisa en la entrada, su calzoncillo en una silla no lejos de alli, y se puso a buscar el resto de sus cosas. En el cuarto de bano, miro con desconfianza el monton de cepillos de dientes que se entrecruzaban en un vaso. Cogio el dentifrico, dejo que la primera nuez de pasta cayera al lavabo y se puso la siguiente en la punta del dedo indice.

Despues de buscar por toda la cocina, solo encontro dos cajas de te a medias en un estante, un viejo paquete de tostadas en la esquina de una estanteria, algo de mantequilla pasada en la nevera y sus zapatos bajo la mesa.

Con prisas por llegar a un sitio donde le sirvieran un desayuno digno de su nombre, acabo por vestirse a toda prisa.

Audrey habia dejado a la vista un manojo de llaves sobre el velador.

A juzgar por su tamano, no todas entraban en la cerradura de aquel apartamento. Debian abrir el estudio que Audrey tenia en Paris y que le habia descrito aquella noche.

Acaricio con sus dedos las cuerdecitas de la borla que iba atada al llavero. Y mientras la miraba, se puso a pensar en la suerte que tenia ese objeto. Lo imaginaba en la mano de Audrey o en el bolso, penso en todas las veces que ella jugaria con el, mientras hablaba por telefono, o mientras escuchaba las confidencias que le hacia a una amiga. Cuando tomo conciencia de que estaba a punto de sentir celos de un llavero, se contuvo. Ciertamente era hora de ir a comer algo.

Las aceras estaban bordeadas por casitas de ladrillo rojo. Con las manos en los bolsillos y silbando, Mathias se dirigio a la bifurcacion que habia un poco mas arriba de la calle. Unos cuantos cruces mas alla, se alegro por haber tenido suerte al fin.

Como todos los domingos por la manana, la actividad del mercado de Spitafields alcanzaba su maximo apogeo; habia puestos repletos de frutos secos y de especias llegadas de todas las provincias de la India. Un poco mas lejos, mercaderes de tapices exponian sus tejidos importados de Madras, de Cachemira o de Pashmina. Mathias se sento en la terraza del primer cafe que encontro y recibio con los brazos abiertos al camarero que se le presento.

El muchacho, originario de la region de Calcuta, identifico enseguida el acento de Mathias y le dijo hasta que punto amaba Francia. A lo largo de sus estudios, habia escogido el frances como primera lengua extranjera. Seguia un curso universitario de economia internacional en la British School Academy. Le habria gustado estudiar en Paris, pero la vida no siempre te permitia elegir. Mathias lo felicito por un vocabulario que le parecia notable. Aprovechando la oportunidad de expresarse por fin sin dificultad, pidio un desayuno completo y un periodico si, por casualidad, rondaba alguno cerca de la caja.

El muchacho se inclino para agradecerle ese pedido que lo honraba y desaparecio. Tras calmar su apetito, Mathias se froto las manos, feliz por aquellos momentos imprevisibles que la vida le ofrecia, feliz por estar sentado en aquella terraza soleada, feliz por volver a ver a Audrey pronto, y finalmente, aunque no fuera consciente del todo, feliz por estar feliz.

Tendria que avisar a Antoine de que no volveria a casa hasta avanzada la tarde, y mientras pensaba la excusa con la que justificaria su ausencia, busco en su bolsillo el movil. Debia de haberlo dejado en su abrigo. Lo veia perfectamente hecho una bola en el sofa del apartamento de Audrey. Le enviaria un mensaje mas tarde, pues el camarero volvia ya, llevando una inmensa bandeja. Dejo en su mesa una serie de comidas, asi como un ejemplar del dia anterior del Calcuta Express y otro del dia anterior a aquel del Times of India; estaban escritos en bengali e hindi.

– ?Que es esto? -pregunto Mathias, estupefacto, a la vez que senalaba con el dedo la sopa de lentejas que humeaba ante el.

– Dhal-respondio el camarero-, y halwa suri. ?Esta muy bueno! El vaso de yogur salado es lassi -anadio el-. Un verdadero desayuno completo… indio. Va usted a quedar encantado.

El camarero volvio al interior del local, contento por haber satisfecho a su cliente.

Ellas habian tenido la misma idea sin haberse puesto de acuerdo. Hacia un dia radiante, y atraia a numerosos turistas a Bute Street. Mientras una abria la terraza de su restaurante, la otra organizaba su escaparate.

– ?Tu tambien trabajas en domingo? -le dijo Yvonne a Sophie.

– ?Prefiero estar aqui que dando vueltas en casa!

– Yo he pensado lo mismo.

Yvonne se acerco a ella.

– ?A que viene esta mala cara? -dijo ella al tiempo que acariciaba la mejilla de Sophie.

– Una mala noche, debia de haber luna llena.

– A menos que esa luna tuya haya decidido estar llena dos veces en una semana, tendras que encontrar otra explicacion.

– Entonces, digamos que he dormido mal.

– ?Hoy no vas a ver a los chicos?

– Pasan el dia en familia.

Sophie levanto un gran jarron, Yvonne la ayudo a llevarlo al interior de la tienda. Una vez estuvo colocado en un buen sitio, la cogio del brazo y la condujo fuera.

– Venga, deja tus flores por un momento, no se mustiaran, y ven a tomarte un cafe a mi terraza. Tengo la impresion de que tu y yo tenemos cosas que contarnos.

– Corto este rosal y me reuno contigo enseguida -respondio Sophie, que habia vuelto a sonreir.

La tijera de podar secciono el tallo. John Glover miro atentamente la flor. La corola tenia casi el tamano de la de una peonia; los petalos que la formaban estaban delicadamente arrugados y le daban a su flor el aspecto salvaje con el que habia sonado. Habia que reconocerlo, el resultado del injerto que habia llevado a cabo el ano anterior sobrepasaba todas sus expectativas. Cuando presentara esa rosa en la proxima gran exposicion floral de Chelsea, probablemente se llevaria el premio a la excelencia. Para John Glover, no era solo una simple rosa, sino

Вы читаете Mis Amigos, Mis Amores
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату