– Mi despertar, pero ya hemos hablado suficiente de todo esto, ahora tiene que probar los dos postres.
– No lo tome a mal, pero soy alergico al chocolate.
– ?Y no quiere otra cosa? No ha comido ni bebido nada.
– Comprendo a su madre, exagera un poco, pero eso no es mas que amor.
– Lo adoraria si le oyese.
– Lo se, es uno de mis grandes defectos.
– ?Cual?
– Soy de esa clase de hombres de los que las suegras siempre se acuerdan, en cambio, la cosa varia en el caso de las hijas.
– Y esas suegras, como dice usted, ?son muchas? -pregunto Lauren, cogiendo una gran cucharada de mousse de chocolate.
Arthur la miro, divertido: tenia restos de chocolate en los labios. Extendio la mano, como para borrar la flecha del arco de Cupido, pero no se atrevio.
Detras de la barra, un camarero observaba su mesa, intrigado.
– Soy soltero.
– Me cuesta creerlo.
– ?Y usted? -replico Arthur.
Lauren eligio las palabras antes de responder.
– Existe alguien en mi vida, no vivimos juntos, pero en fin, esta ahi. A veces es asi, los sentimientos se apagan. ?Usted lleva mucho tiempo soltero?
– Bastante, si.
– Eso no me lo creo.
– ?Por que le parece tan raro?
– Porque un tipo como usted no se queda solo.
– No estoy solo.
– ?Aja! ?Lo ve?
– ?Se puede querer a alguien y seguir siendo soltero!
Basta con que el sentimiento no sea reciproco, o que la otra persona no este libre.
– ?Y puede uno mantenerse fiel a alguien durante todo ese tiempo?
– Si ese alguien es la mujer de tu vida, vale la pena, ?no?
– ?Asi que no esta soltero!
– En mi corazon, no.
Lauren tomo un sorbo de cafe e hizo una mueca. El liquido estaba frio. Arthur iba a pedirle otro, pero ella se le adelanto y le senalo al camarero la cafetera depositada sobre un calientaplatos.
– ?La senorita querra una o dos tazas? -pregunto el camarero, con una sonrisa ironica en los labios.
– ?Tiene algun problema? -replico Lauren.
– ?Yo? En absoluto -contesto el chico, regresando a la cocina.
– ?Cree que se ha enfadado porque usted no ha tomado nada? -le pregunto a Arthur.
– ?Estaba bueno? -contesto el.
– Espantoso -dijo Lauren, riendose.
– Entonces, ?por que ha elegido este sitio? -contesto Arthur, riendose como ella.
– Me gusta sentir el soplo del mar, medir su tension y su humor.
La risa de Arthur se enmudecio en una sonrisa prenada de melancolia; habia tristeza en su mirada, estrellas de dolor con cierto sabor a sal.
– ?Que le pasa? -quiso saber Lauren.
– Nada, solo un recuerdo.
Lauren le hizo una sena al camarero para que trajera la cuenta.
– Es una mujer con suerte -dijo, tomando otro sorbo de cafe.
– ?Quien?
– La que espera desde hace tanto tiempo.
– ?De veras? -pregunto Arthur.
– ?Si, de veras! ?Que les separo?
– ?Un problema de compatibilidad!
– ?No se entendian?
– Si, y muy bien. Compartiamos carcajadas y deseos. Hasta prometimos redactar algun dia una lista con las cosas agradables que nos gustaria hacer, ella la llamaba la lista
– ?Que les impidio escribirla?
– El tiempo nos separo.
– ?Ya no se volvieron a ver?
El camarero dejo la cuenta encima de la mesa; Arthur quiso cogerla pero Lauren se la llevo con un gesto mas veloz que el suyo.
– Aprecio su caballerosidad -dijo-, pero ni se le ocurra; lo unico que ha consumido usted aqui son mis palabras. No soy feminista, pero pienso que existen ciertos limites.
Arthur no tuvo tiempo de discutir, pues Lauren ya le habia entregado su tarjeta de credito al empleado del restaurante.
– Deberia volver a trabajar -dijo Lauren-, y al mismo tiempo no me apetece para nada.
– Entonces, vamos de paseo, hace un dia magnifico y a mi no me apetece para nada que trabaje.
Ella aparto la silla y se levanto.
– Acepto la proposicion.
El camarero sacudio la cabeza cuando salieron del establecimiento.
Ella queria ir al parque del Presidio, le encantaba vagar bajo las grandes secuoyas. A menudo, bajaba hasta el saliente de tierra donde se anclaba uno de los pilotes del Golden Gate. Arthur conocia bien el lugar. Desde alli, el puente suspendido se extendia entre la bahia y el oceano como una linea trazada en el cielo.
Lauren tenia que ir a buscar a su perra. Arthur le prometio que la esperaria alli y ella lo dejo al final del malecon; la vio alejarse sin decir nada. Hay momentos que tienen cierto sabor a eternidad.
Capitulo 15
La espero al pie del puente, sentado en un murito de ladrillos. En aquel lugar, las olas del oceano chocaban con las de la bahia en un combate que duraba desde la noche de los tiempos.
– ?Le he hecho esperar mucho? -se disculpo ella.
– ?Donde esta
– No tengo ni la menor idea, mi madre no estaba. ?Sabe como se llama?
– Venga, vamos a caminar por el otro lado del puente, tengo ganas de ver el mar -contesto Arthur.
Ascendieron una colina y la volvieron a bajar por la otra vertiente. Abajo, la playa se extendia kilometros y kilometros.
Caminaron junto al agua.
– Usted es diferente -dijo Lauren.
– ?De quien?
– De nadie en particular.
– Eso no es muy dificil.
– No sea idiota.
– ?Hay algo en mi que la irrite?
– No, nada; siempre parece tan sereno, eso es todo.
– ?Y es un defecto?